La nueva moneda de la Unión Europea (UE), el euro, no va a irrumpir en la escena mundial en plan de "macho monetario, mostrando mucho músculo para evidenciar su fuerza", tranquilizó hoy en Venezuela una alta autoridad del bloque.
"El euro no va a ser ni fuerte ni débil sino estable", aseguró el belga Peter Bekx, jefe de la Unidad de la Unión Monetaria y sus Aspectos Internacionales de la Comisión Europea, el órgano directivo de la UE.
Bekx dictó una conferencia en el Banco Central de Venezuela sobre el impacto en la economía global de la reforma monetaria del euro, dentro de la campaña informativa mundial que la UE promueve sobre los cambios que sucederán desde 1999.
El año próximo, un grupo aún indeterminado de los 15 miembros de la UE ingresarán a la unión económica y monetaria europea, cuya mayor expresión será la institución de una moneda colectiva, el euro, que sustituirá a las monedas nacionales del bloque.
Bekx dijo que el mensaje europeo es que la introducción del euro supondrá cambios para el sistema monetario internacional, pero que no será "un choque" porque "el proceso será gradual y no abrupto", al prolongarse hasta el año 2002.
La llegada del euro, que supone también la creación de un Banco Central Europeo que mantendrá el control monetario del bloque, va a promover un sistema tripolar en las finanzas mundiales, en una tríada "dólar-euro-yen", según los analistas.
Bekx explicó que un motor del creciente peso del euro como moneda internacional se va a dar por el impulso del globalizado comercio. De hecho la moneda única fue una necesidad del mercado único europeo desde 1992.
El euro pasará a actuar en el mercado de futuros, hasta ahora feudo exclusivo del dólar, y tendrá un papel importante en el llamado portafolio financiero mundial como una de las grandes monedas de reserva.
Inicialmente el impacto del euro se dará en los países europeos ajenos a la UE, que sentirán la baja de los costos de transacción con naciones del bloque, al usar una moneda única de pagos y tener como referencia un área de estabilidad monetaria.
Pero también las empresas de cualquier parte del mundo que se relacionen comercialmente con la UE sentirán rápidamente la ventaja de tener al frente un mercaado único para penetrar, en lugar de los 15 actuales.
"Los costos de hacer negocios con Europa van a bajar mucho", afirmó Bekx, y recordó que la UE es ya el primer mercado mundial, con 21 por ciento del comercio total, seguido de Estados Unidos, con 20, y Japón, con 10 por ciento.
Bekx consideró que en América Latina se mantendrá la inercia del uso del dólar, mientras en Asia la moneda también el yen conservará su peso, menor al de la moneda estadounidense.
No obstante, en ambas regiones la crisis financiera desatada en 1997 en el sudeste de Asia podría modificar ese escenario.
Recordó que, según cifras de 1996, 48 por ciento de las denominaciones de capital, 40 por ciento de la cartera y 38 por ciento de las transacciones cambiarias están establecidas en dólares.
Las inversiones europeas se han ido alejando paulatinamente del dólar y entre 1985 y 1995 pasaron a realizarse en monedas de la UE de una cuarta parte a un tercio de las transacciones mundiales.
Pero según Bekx la importancia del euro en las carteras de inversiones va a ser paulatina porque inicialmente tendrá que afirmarse su credibilidad y eso sólo se dará en base a la estabilidad real que vaya mostrando en el tiempo.
Además, por la necesidad de tener carteras diversificadas, se va a tratar de mantener la cantidad de euros "a raya" por muy creibles que sean, ya que no se podrá tener como hasta ahora parte en marcos o en libras o en francos.
De todos modos, Bekx reconoció que habrá un "efecto dominó" que agilizará el uso del euro. Las grandes compañías de todos los países de la UE ya avisaron que desde 1999 toda su facturación, cobros y pagos será en euros, lo que llevará a todo el universo de sus proveedores a hacer lo mismo.
Las deudas contraídas con países europeos en sus monedas pasarán a euros, al cambio establecido para cada moneda, mientras el resto de las condiciones se mantendrán iguales, salvo que los contratos indiquen expresamente que con la llegada del euro se asumirá para los compromisos la nueva tasa de interés europea.
Los más alarmados por los efectos del euro son analistas de Estados Unidos, que pronostican "horrores para la moneda líder mundial", el dólar, dijo el funcionario de la UE.
Basan sus sombríos análisis en que los bancos centrales europeos están sentados sobre masas enormes de reservas que ya no necesitarán, por lo que lanzarán cantidad de dólares al mercado y eso supondrá una caída dramática de su paridad frente al euro.
Bekx dijo que es cierto que en promedio los bancos centrales de la UE tienen siete veces las reservas de la Reserva Federal de Estados Unidos y dos veces la del Banco Central de Japón.
Con el euro no se requerirá más tener altas reservas para mantener estables las transacciones entre las monedas comunitarias.
"El Sistema Monetario Europeo se encontrará con un montón de reservas que no necesita", admitió el jefe de la unidad de la UE.
Pero los bancos centrales nacionales que seguirán actuando bajo la sombrilla del Banco Central Europeo mantendrán, a su juicio, la "hipercautela que está en su naturaleza".
El resultado es que se saldrá del dólar paulatinamente, como en los años 70 se comenzó a salir del oro cuando este dejó de ser abruptamente patrón monetario.
Sobre el oro, Bekx sí fue contundente en que su valor como reserva ha desaparecido y que su futuro es solamente "el de la joyería".
Así como rechazó la hipótesis de que el euro tendrá "una conducta machista, con gestos como tasas internas altas para construir su credibilidad en base a la fuerza" descartó la hipótesis inversa: que su tendencia inicial será de moneda débil.
Ese pronóstico se fundamenta en que países con economías débiles como España, Italia y Portugal participarán en el sistema monetario único desde el comienzo.
Bekx recordó que esos países pudieron ser inestables en el pasado pero no lo serán en el futuro porque si ingresan al ewuro se debe a que lograron las exigencias establecidas de baja inflación, bajo déficit fiscal y estabilidad cambiaria.
Los que sí lo tendrán más difícil para viajar a los países de la UE serán, por ejemplo, los funcionarios del Fondo Monetario Internacional.
Ya no será más necesario que misiones de ese organismo se trasladen una o dos veces al año por los 15 socios para supervisar su economía. Bastará que una misión lo haga a la ciudad alemana de Francfort, donde estará situado el Banco Cenral Europeo. (FIN/IPS/eg/dg/if/98