La visita del Papa Juan Pablo II a Cuba renovó en Estados Unidos el debate sobre la política de Washington hacia La Habana, y multiplicó las voces que piden el fin del embargo comercial impuesto hace 35 años a la isla.
Por primera vez desde que en marzo de 1996 se adoptó la ley Helms-Burton para impedir la inversión extranjera en Cuba y codificar el embargo, Estados Unidos es criticado por su intento de aislar a La Habana hasta que Fidel Castro abandone la presidencia de la isla, para la cual fue reelegido el martes.
"El Papa demostró que es posible ir a Cuba, darle la mano a Fidel Castro y, aun así, hacer algo de bien", dijo Richard Nuccio, funcionario a cargo de las relaciones entre el gobierno del presidente Bill Clinton y la comunidad cubano-estadounidense desde 1993 hasta que se promulgó la ley Helms-Burton.
En un foro sobre la política hacia Cuba, organizado por el influyente centro de investigación Brookings Institution, de Washington, Nuccio señaló que Clinton se quejó ante sus colaboradores de que la ley Helms-Burton limita su capacidad para responder a acciones positivas de La Habana.
Cuba puso en libertad al menos a 60 prisioneros políticos tras la visita del Papa el mes pasado.
El renovado debate sobre la política hacia La Habana probablemente se centre este año sobre el punto de la asistencia humanitaria, sobre todo en un proyecto de ley pendiente en el Congreso que autoriza la venta de alimentos, fármacos y equipos médicos a Cuba.
El proyecto, con el respaldo de organizaciones como la Iglesia Católica, otros grupos religiosos y la Cámara de Comercio de Estados Unidos, cuenta con el apoyo de cerca de 25 por ciento de los congresistas demócratas y republicanos.
Los pedidos de acción adquirieron tal fuerza después de la visita del Papa que el senador de extrema derecha Jesse Helms, redactor de la ley Helms-Burton, y la Fundación Nacional Cubano- Estadounidense (CANF), ferviente anticastrista, presentaron su propio proyecto de ley.
Esta propuesta mantiene el embargo pero permitiría a Clinton donar alimentos y equipos médicos a Cuba, a través de la Iglesia Católica y la Cruz Roja Estadounidense.
Aunque Castro denunció la iniciativa como una afrenta a la dignidad cubana, el que Helms y la CANF sintieran la necesidad de presentarla indica un cambio mayor en el debate sobre la política hacia Cuba, aseguró Geoffrey Thale, de la organización de derechos humanos Oficina de Washington para América Latina.
La nueva propuesta también provocó la discrepancia, poco habitual, entre la CANF y otros exiliados cubanos de línea dura del Congreso, como Ileana Ros Lehtinen y Lincoln Díaz Balart, de Miami.
Los legisladores atacaron en un principio el proyecto de la CANF por considerarlo un primer paso hacia el fin del embargo, pero, desde entonces, ambos mitigaron su oposición a la propuesta.
La división, según Nuccio, sugiere no sólo incertidumbre en la línea dura sobre la forma de reaccionar a la oposición del Papa al embargo, sino también la lucha para demostrar quien es más inflexible en la comunidad cubano-estadounidense, tras la muerte en diciembre del fundador del CANF Jorge Más Canosa.
La disputa en la línea dura oculta cambios mayores en la comunidad cubano-estadounidense, según Nuccio y otros. "Creo que hubo un gran cambio en términos de actitud", dijo María de los Angeles Torres, politóloga de la Universidad de De Paul, autora de un libro sobre la política de los exiliados cubanos.
"Tras la visita del Papa, la gente ve a Cuba como un lugar mucho más amplio que no solo incluye a una sola persona, Fidel Castro", señaló. Hasta ahora, "la idea dominante fue cómo derrocar a Castro, pero la visita del Papa trajo consigo otro concepto, cómo se puede ayudar a nuestros hermanos en la isla".
Torres convino con Nuccio en que numerosos cubano- estadounidenses de segunda generación, sobre todo católicos entre 30 y 40 años, quizá ahora se vean más inclinados a enfrentar la política radical de sus padres.
"La visita del Papa legitimó aquellas voces de la comunidad que no estaban en primer plano", opinó Torres.
Más de mil cubano-estadounidenses viajaron a Cuba durante la visita del Papa, muchos por primera vez, y observadores consideran que ellos tienen gran influencia en su comunidad.
"La visita del Papa transformó a las personas que fueron (a Cuba) por primera vez", aseguró Silvia Wilhelm, directora del Comité Cubano por la Democracia, de Miami, quien también viajó a la isla.
"Creo que las palabras del Papa les llegaron profundamente y sienten la responsabilidad de hallar una forma de reconciliación. No conozco una sola persona que no se sienta así", explicó.
Wilhelm consideró muy significativa una columna publicada en el diario Miami Herald por el empresario cubano-estadounidense Carlos Saladrigas, tras la gira papal.
Saladrigas pidió a los exiliados que emprendan "nuevas iniciativas" hacia Cuba "basadas en la reconciliación, el amor fraternal y la justicia" si desean tener un papel constructivo en el futuro de la isla.
Pero el debate no se limita a la comunidad cubano- estadounidense. El hecho de que la Brookings Institution organizara dos importantes conferencias sobre Cuba desde la visita papal indica que la cuestión está ganando peso. Y cada vez más republicanos cuestionan la política actual.
Una resolución conjunta presentada este mes en la Cámara de Representantes por el republicano de derecha Elton Gallegly, de California, solicitó a Clinton que "apoye el mensaje del Papa al pueblo cubano".
Gallegly, el nuevo presidente del subcomité del hemisferio occidental de la Cámara, mantendrá audiencias sobre la política hacia Cuba el mes próximo.
En la conferencia de la Brookings Institution, Roger Fontaine, director de asuntos latinoamericanos del Consejo de Seguridad Nacional en el gobierno de Ronald Reagan, dijo que la ley Helms- Burton mina la posibilidad de una transición democrática pacífica en Cuba. El ex funcionario está a favor de poner fin al embargo. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/aq/ip/98