La crisis financiera de Asia, que tuvo un costo de millones de empleos para la región, beneficiará los intereses de Estados Unidos, según analistas asiáticos en esta capital.
Aunque el balance comercial de Estados Unidos podría sufrir durante el próximo año, muchos en el país maniobran para adquirir acciones en lucrativas firmas asiáticas de naciones cuyas monedas cayeron en picada a partir del julio.
La perspectiva, así como la continua búsqueda del capital privado para un refugio seguro en un mundo volátil, lanzó los mercados de valores de Estados Unidos a alturas sin precedentes la semana pasada.
Los intereses políticos de Estados Unidos también podrían salir adelante mientras los capitales asiáticos se preocupan con la implementación de las reformas económicas requeridas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y por contener los disturbios causados por el creciente desempleo y la austeridad.
El fracaso de Japón para asumir el liderazgo con la crisis impulsó la influencia de Washington en la región, dicen observadores.
"Japón ya no puede ser un polo alternativo sobre el cual la región logre organizarse", dijo Arnold Kanter, asesor del ex presidente estadounidense George Bush.
Según los expertos, en este momento la prioridad es asegurar que el Congreso de Estados Unidos apruebe la solicitud del presidente Bill Clinton de 18.000 millones de dólares para el FMI.
Una inusual coalición de derecha e izquierda en el Congreso se propone oponerse a la solicitud si el FMI no implementa drásticas reformas.
Demócratas de izquierda demandan que el FMI se comprometa a defender los derechos de los trabajadores, mientras muchos republicanos alegan que los paquetes de emergencia del Fondo interfieren demasiado con los mecanismos del mercado y estimulan a especuladores descuidados a repetir sus errores.
La incertidumbre que rodea la solicitud está causando ansiedad en Wall Street, centro financiero mundial en Nueva York, a pesar de la histórica actuación de los mercados.
"La preocupación es que el sentido de urgencia (para aprobar las partidas presupuestales para el FMI) no está aquí", dijo Robert Hormats, ejecutivo de la empresa Goldman Sachs.
Hormats destacó que la economía de Estados Unidos sólo comenzó a sentir el impacto comercial de la crisis financiera, la cual, según la mayoría de los analistas, resultará en un aumento de las exportaciones asiáticas a Estados Unidos.
A medida que aumenta el déficit comercial, los congresistas estarán menos inclinados a votar más dinero para el FMI, agregó.
John Whitehead, presidente de la Reserva Federal de Nueva York y ex vicesecretario de Estado, expresó su preocupación sobre la posibilidad de una violenta caída de los mercados de valores en Estados Unidos.
De los tres países asiáticos que pidieron la ayuda del FMI, los analistas estadounidense están más complacidos con Corea del Sur, donde el presidente electo Kim Dae Jung se embarcó en el programa de reformas del FMI.
"Corea será el más fácil", dijo un funcionario del gobierno quien predijo que el país retornará a los mercados de capital a fines de año.
Los mismos analistas están más preocupados por Indonesia y su presidente, Ali Suharto, quien ha sido muy poco entusiasta de la reforma.
Disturbios provocados por el aumento de los precios y la escasez de alimentos se desataron en muchas partes del país asiático, y la represión de grandes alzamientos podría hacer mucho más difíciles las relaciones bilaterales, según el funcionario.
Pero Washington no cree que los países de la región se aparten de la economía mundial, porque no pueden sostener las tasas de crecimiento que necesitan para adoptar políticas más proteccionistas.
Aunque Beijing prometió que no devaluará el yuan para competir con otras naciones del este de Asia, podría verse forzado a hacerlo a fines de año, según Ezra Vogel, de la Universidad de Harvard, quien dijo que la crisis también detendrá algunos elementos del programa de reformas del gobierno.
Las tensiones con Japón también podrían aumentar si no hace más por estimular su economía y desatar la demanda de exportaciones de Estados Unidos y Asia, según analistas.
Pero Washington debería ser cuidadoso en no intimidar a Tokio públicamente, dejando la tarea a los asiáticos y los europeos, advirtió Michael Armacost, ex funcionario del Pentágono y ahora presidiente de la influyente Brookings Institution. (FIN/IPS/tra-en/jl/lp/ip if/98