La cantidad de generales acusados en México desde febrero de 1996 de trabajar con el narcotráfico aumentó a cinco. Encargados por el gobierno a luchar contra la mafias, esos oficiales se hundieron en la corrupción.
La Procuraduría informó el 22 de enero el encarcelamiento del general Jorge Maldonado, que años atrás fue comandante de una zona militar y director de la escuela de policía en la capital. Esta acusado de participar en un plan que pretendía unificar a los carteles de la droga de México.
Maldonado habría buscado concertar un acuerdo con el gobierno para evitar la guerra entre mafias y encumbrar en el liderazgo de las organziaciones criminales al ya fallecido Amado Carrillo, alias el "Señor de los Cielos", según trascendió.
Desde el 18 febrero de 1996, fecha en que el general Jesús Gutiérrez, entonces jefe antidrogas, fue arrestado por proteger a Carrillo, varios militares de alto rango han sido investigados y finalmente detenidos.
Después de Gutiérrez, a quien Washington había confiado secretos de la lucha contra el narcotráfico, cayó el general Alfredo Navarro por intento de soborno a delegados de la Procuraduría y luego los también generales Antonio Mimendi y Antonio Morales por la desaparición de un cargamento de cocaína.
El secretario de Defensa, Enrique Cervantes, señaló meses atrás que las Fuerzas Armadas se sienten avergonzadas y golpeadas por los casos de corrupción, desconocidos desde hacía mucho tiempo entre militares de alto rango.
Zedillo, presidente desde diciembre de 1994, delegó a los militares gran parte del combate al narcotráfico y de las tareas de seguridad pública, confiado en su capacidad y rectitud, según dijo.
Con alrededor de 180.000 hombres, las Fuerzas Armadas mexicanas aparecen en segundo lugar en América Latina por cantidad de efectivos.
Elisur Arteaga, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, sostiene que nunca antes en este siglo los militares habían tenido tanta presencia pública como ahora.
Su depligue en el estado sureño de Chiapas, donde está la guerrilla zapatista, y su papel en el combate contra el narcotráfico y otras formas de delincuencia, áreas en que los problemas parecen agravarse, pusieron a las Fuerzas Armadas bajo reflectores de los que en el pasado siempre huyeron.
A las críticas públicas que ahora reciben se añaden hechos sin precedentes, como el protagonismo que se les otorga en una exitosa telenovela de la cadena de televisión Azteca, en la que un jefe militar es presentado como un estrecho colaborar de las mafias.
Los militares son tentados con dinero por la delincuencia organizada, algunos soldados han sido asesinados, y la actuación del ejército está bajo escrutinio público, reconocen las autoridades.
Investigaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México indican que las bandas de narcotraficantes que operan en el país obtienen ganancias anuales entre 15.000 y 30.000 millones de dólares, de los cuales invertirían 800 millones en sobornos.
Los militares y la policía están ahora facultados para realizar intervenciones telefónicas y allanamientos "urgentes".
El ex jefe antidrogas Gutiérrez, recluido en una cárcel de alta seguridad, afirma que fue detenido, entre otros motivos, porque descubrió que el secretario de Defensa y familiares del presidente tienen vínculos con narcotraficantes.
Organismos de derechos humanos recibieron en los últimos meses denuncias de detención de militares que se relacionaron con Gutiérrez, que habrían sido sometidos a régimen de incomunicación.
El gobierno niega tajantemente todas las aucusaciones y sostiene que tiene el apoyo profesional e incondicional de los militares en la lucha contra las mafias de la droga.
Sin el respaldo de las Fuerzas Armadas habría sido posible detener en 1996 a 11.283 personas vinculadas al narcotráfico, una cantidad 13,9 por ciento superior a la de 1995, aseguraron las autoridades.
Además de ser el principal territorio de tránsito y almacenamiento de la cocaína sudamericana, México es productor de heroína y el mayor proveedor de metanfetaminas a Estados Unidos. (FIN/IPS/dc/ff/ip/98