El aumento del consumo de drogas y alcohol entre los adolescentes en Chile llevó a las autoridades de salud y educación a modificar su estrategia para enfrentar el problema.
Una investigación realizada en escuelas básicas y medias revela que los jóvenes se inician a los 13 años en el consumo de alcohol y tabaco, y a los 15 en la experimentación de drogas como la marihuana.
Un dato positivo del estudio consiste en que más del 90 por ciento de los entrevistados señala que nunca ha probado el crack ni la cocaína.
Si bien es cierto que la pasta base y los tranquilizantes son menos consumidos, los adictos de menores recursos sustituyen esas drogas por otras como jarabes para la tos, que contienen estimulantes, los que son ingeridos en altas dosis.
Según el segundo Estudio Nacional de Consumo de Alcohol, Tabaco y Drogas en Escolares realizado el año pasado, entre 1995 y 1997 el consumo de marihuana aumentó de 13,2 a 15,9 por ciento en el universo encuestado, un total de 37.673 alumnos.
El 73,4 por ciento de los consultados dijo haber consumido alcohol, mientras que el 60 por ciento señaló haber fumado tabaco.
Como las campañas informativas del gobierno en los últimos años parecen no dar los resultados esperados, ahora se buscan nuevas fórmulas.
"Existe un proyecto que consiste en trabajar con la gente dentro de su comunidad, en quehaceres de creación, tales como las actividades recreativas y preventivas, y talleres que incentiven el uso del tiempo libre", dijo a IPS Carmen Pérez, jefa del Departamento de Salud Mental del Occidente de Santiago.
La médica explicó que las personas, en sus comunidades, postularán a recursos a través de proyectos y tendrán apoyo de expertos en prevención.
Especialistas del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (CONACE) y de los ministerios de Salud y de Educación, que en conjunto enfrentan el problema, entienden que es necesario desarrollar los "factores protectores" en las personas.
La autoestima, la asertividad, la comunicación y el uso del tiempo libre son características positivas de las personas, de sus familias y de la sociedad en general, que ayudan a que la gente no consuma drogas ni alcohol, indicó Pérez.
La responsabilidad de la familia sobre el consumo de drogas de los jóvenes fue destacada por la Asistente social Ana Fuentealba, de la Comunidad Terapéutica Padre Alberto Hurtado, de la católica Fundación Hogar de Cristo, también en Santiago.
"Si la familia no es acogedora, no tiene comunicación y no es capaz de resolver los conflictos, difícilmente va a poder guiar al niño", afirmó.
"El colegio también expulsa a los niños con problemas. No existe una visión de acoger al alumno y de entender el problema con un enfoque integral. El colegio, como formador, también es responsable de lo que pasa al joven", añadió.
La experta explicó que la comunidad terapéutica en que trabaja es un "espacio de crecimiento personal" en el entendido de que el consumo de drogas es una situación de evasión de problemas personales, de situaciones que superan el control de las personas.
Para dicha comunidad, lo básico para la recuperación es que el adicto y su familia reonozcan que el consumo de drogas es un mecanismo de evasión y que acepten y sean capaces de enfrentar las experiencias negativas que provocaron la adicción.
Los mayores esfuerzos del gobierno en combatir el consumo de drogas se reflejan también en el aumento de recursos para el CONACE, que fueron aumentados de 14 millones de dólares en 1997 a 37 millones en el presente. (FIN/IPS/amz-gcm/ag/ip-pr/98