CUBA: Polémica sobre explosión del Maine sigue un siglo después

El misterio todavía ronda sobre la voladura del acorazado estadounidense Maine, en 1898, que sirvió de pretexto a Estados Unidos para lograr lo que con el dinero no pudo: apoderarse de Cuba.

Poco después de las 9:40 de la noche del martes 15 de febrero de 1898, una explosión hundió al Maine en la bahía de La Habana y dio muerte a las tres cuartas partes de los 354 integrantes de su tripulación.

De acuerdo con historiadores, el acorazado estadounidense había llegado a La Habana el 25 de enero bajo el argumento de una visita amistosa, en momentos de grandes tensiones entre España y Estados Unidos por la situación existente en la isla.

"Su presencia no era sino una más en la cadena de presiones que el gobierno estadounidense venía ejerciendo sobre el español", dijo el investigador Gustavo Placer Cervera, en "La explosión del Maine, un debate aún abierto', publicado por el semanario Trabajadores, órgano de la Central Obrera de Cuba.

La presencia del mayor buque de guerra fondeado hasta ese momento en la bahía habanera "constituía claramente la preparación para la intervención en la guerra que los cubanos venían sosteniendo con éxito contra el régimen colonial español", añadió Cervera, también ex oficial de la marina.

Desde que el 20 de octubre de 1805, el presidente Thomas Jefferson expresó que "por ser la llave del Golfo, la posesión de la Isla es indispensable para la defensa de Luisiana y La Florida", muchos fueron los intentos para alcanzarlo.

En casi 90 años no faltaron, por ejemplo, las propuestas de compra de Cuba desde que el propio Jefferson hiciera la primera a los Reyes de España hasta la última, pocos días antes de la declaración de la guerra entre ambos países, en abril de 1898.

Una muestra del interés de Washington por la isla lo demostraba la dependencia de la economía cubana de la estadounidense, que para 1860 ya absorbía el 62 por ciento de las exportaciones del país frente a sólo tres por ciento de España.

El 23 de septiembre de 1897 Teodoro Roosvelt, entonces subsecretario de la Marina estadounidense, dijo que España no podría pacificar a Cuba y que confiaba en que en poco tiempo ocurrirían hechos por los que tendrían que intervenir.

La política estadounidense hacia el conflicto entre Cuba y España la definió Roosvelt el 24 de diciembre de 1897, cuando afirmó que su país apoyaría al más débil contra el más fuerte. "Hasta la completa exterminación de ambos para lograr anexarnos la Perla de las Antillas", dijo.

Estados Unidos encontró el pretexto final para su intervención en la voladura del Maine, tras cuyo hundimiento la prensa y los más agresivos círculos políticos de ese país responsabilizaron a Madrid y a La Habana, y pidieron que se interviera en la isla.

"España ni siquiera podía garantizar la seguridad de un buque norteamericano que visitaba La Habana en misión de paz", declaró el presidente Mc Kinley en su solicitud al Congreso para terminar la guerra en Cuba.

De acuerdo con Cervera, Washington rechazó que el origen del desastre del Maine fuera "una explosión interna", como concluyera la comisión investigadora de España, creada dos días después de la voladura, y se negó a formar una mixta.

Presidida por el capitán de navío Willian T. Sampson, la comisión estadounidense determinó que la destrucción del buque fue el resultado "de dos explosiones: una pequeña, producida en el exterior, que había desencadenado una enorme, interna".

El ataque más serio a esta teoría lo hizo el inglés, John T. Bucknill, experto en minas, que en el periódico profesional británico "Engineer" señaló como la causa más probable "la combustión espontánea de las carboneras del buque, hecho frecuente en las naves de la época".

Hoy continúa la polémica. El almirante estadounidense Hymar G. Rickover, en su libro "Cómo fue destruido el acorazado Maine", concluye que la explosión fue interna, sobre todo por el incendio de una carbonera. Otros, como su compatriota Thomas Aller, abogan por una externa.

El periodista español Agustín Remesal reveló en su reciente libro "El enigma del Maine" que la Marina estadounidense barajó la hipótesis de un autoatentado e investigó a John Blandín, oficial de guardia del buque en la noche del desastre.

Cervera, por su parte, descarta a los cubanos como los autores, pues "el objetivo de su lucha era la independencia de España, no la intervención estadounidense, que en la práctica significaría un cambio de dueño".

El ex oficial de la Marina niega que el terrorismo fuera un método de lucha de los independentistas cubanos y se pregunta si era lógico minar un buque de guerra de un país presuntamente aliado.

A su juicio, la hipótesis de la explosión externa, aunque posible en teoría, era poco práctica, por lo que se inclina hacia la posibilidad de una interna, ya sea accidental o provocada.

Para él, la segunda variante no está descartada, "dado el interés que los círculos imperialistas más agresivos tenían en precipitar el país a la guerra".

Sin embargo, tampoco ofrece una conclusión definitiva sobre el suceso que sirvió a Estados Unidos para declarar a España una guerra en la ésta perdió sus últimas colonias: Cuba y Filipinas. (FIN/IPS/da/ag/ip/98

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