Sea maniobra de mercado, sea esa moda retro que domina el fin de este siglo, el motivo es lo de menos para los músicos de Cuba si detras de la entrega del premio Grammy a dos de ellos descubren que al fin se hizo justicia.
La Academia de Artes y Ciencias de la Discografía de Estados Unidos decidió entregar dos de sus cien galardones de este año a dos discos de música cubana, "Buenavista Social Club" y "Havana", en las categorías de música tropical y jazz latino.
"Ganamos, Chucho, ganamos", fueron las primeras palabras del trompetista estadounidense Roy Hardgrove, quien, junto con el pianista cubano Chucho Valdés, creó el pasado año la agrupación Crisol y produjo el "Havana".
Apenas concluyó la ceremonia el jueves de madrugada, Hardgrove se comunicó por teléfono con Valdés, considerado el gran maestro del jazz en Cuba. "Se hizo el milagro", le anunció.
La noticia llegó a los percusionistas de Crisol en distintas ciudades del mundo, al rey de las paylas, José Luis Quintana (Changuito), en La Habana, a Miguel Díaz (Angá) en París y Horacio Fernández (El Negro) en Los Angeles.
Los premios tienen un significado único para Cuba debido a las limitaciones que el bloqueo impuesto por Washington desde los años 60 implica para el acceso de la música y los músicos del "patio" al mercado estadounidense.
Hace 40 años que miles de profesionales de Estados Unidos galardonan los mejores discos en una amplia gama de estilos, que pueden incluir hasta la polca, en lo que se considera el premio más importante de la industria discográfica en ese país.
En esta edición, Bob Dylan, ignorado por los Grammy en sus momentos de gloria de los 60, ganó como cantante de rock por su canción "Cold irons bound" y como autor del mejor disco del año, "Time out of mind", que también se impuso como disco de estilo folk estadounidense.
Algo similar le pasó con Elton John, quien se llevó el gramófono de oro por su nueva interpretación de "Candle in the win", versión dedicada a la princesa Diana de Gales de una canción en homenaje a Marilyn Monroe creada hace 25 años y que en ese momento no fue ni siquiera candidata al premio.
"El Grammy no es más que la culminación del recorrido de un año extraordinario", dijo Valdés quien, junto con su banda Iraquere, se convirtió en 1978 en el primer cubano en recibir el codiciado premio.
En esta ocasión era también candidata la cubana Albita Rodríguez, cultora de los ritmos tradicionales, que emigró a Estados Unidos en 1993 tras un largo período en Bogotá.
Más allá del reconocimiento a la música de Cuba, detrás de los premios queda en evidencia una tendencia, sin precedentes en las últimas cuatro décadas, de acercamiento entre los artistas que viven en la isla y en Estados Unidos.
El interés de las compañías discográficas estadounidenses por lo que se está haciendo en la isla afloró a finales de 1996, cuando representantes de siete de ellas viajaron a la isla, con autorización del Departamento de Estado (cancillería).
La posibilidad de que la música se convierta en un vehículo real de entendimiento entre los dos países, más allá de las políticas de Estado, surgió con fuerza hace dos años con la presentación de la película "Yo soy, del son a la salsa".
Con dirección y guión de los cubanos Rigoberto López y Leonardo Padura, los dos residentes en La Habana, y producción del estadounidense Ralph Mercado, el largometraje narra la historia de la salsa nacida en Nueva York, desde sus orígenes en el son hecho en Cuba.
Al mismo tiempo, se constata la búsqueda de un mercado para el son tradicional, en lugar de la salsa, y de intérpretes que hasta hace muy poco eran recordados solo en Cuba, por críticos muy conocedores y los amigos más cercanos.
Ese es el sentir del premio a "Buenavista Social Club", uno de los tres discos de música popular cubana producidos el año pasado por Ry Cooder, productor general y gerente del sello británico World Circuit.
"Raramente un disco encuentra la aprobación de los críticos más exigentes y consigue tales volúmenes de venta entre auditorios tan disímiles", comentó el crítico Pedro de la Hoz en la página cultural de el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.
Un verdadero abanico del son, la vieja trova y el danzón cubanos, "Buenavista Social Club" se vendió con éxito en Estados Unidos, Reino Unido, España, Grecia, Italia, Francia y Suecia.
El disco reúne a figuras como Francisco Repilado, un octogenario rescatado del olvido en 1995 y llevado a la cumbre de la fama con el álbum "Antología de Compay Segundo", publicado en España por la compañía Warner Music.
Figura también Rubén González, uno de los mejores pianistas populares de Cuba, quien tras grabar un disco poco difundido en 1975 y reapareció a los 80 años de edad con "Introducing Ruben Gonzalez", una de las producciones de la World Circuit.
Juan Formell, director de la orquesta Van Van, una de las más importantes de los últimos 25 años en Cuba, reconoció como un acto de justicia el espacio que gozan ahora en las compañías discográficas los viejos cultoros del son.
Pero, al mismo tiempo, no descartó la posibilidad de alguna maniobra de mercado en momentos en que las orquestas populares cubanas empezaron a desplazar a sus principales competidoras puertorriqueñas y dominicanas en el mundo de la salsa.
Formell habló para la televisión cubana días antes de la entrega de los premios Grammy para anunciar que su grupo emprenderá una gira por Estados Unidos tras una exitosa presentación el año pasado en Nueva York, considerada La Meca de la salsa. (FIN/IPS/da/mj/cr/98