Kim Dae Jung, que este miércoles se convertirá en el décimoquinto presidente de Corea del Sur, cree posible el descongelamiento de las relaciones con Corea del Norte, pero la crisis económica de su país no favorece su propósito.
Kim es un reconocido defensor de la "reconciliación, el intercambio y la cooperación" entre las dos Coreas y tiene la intención de entrevistarse con el líder norcoreano Kim Jong Il.
Tras ganar las elecciones en diciembre, Kim anunció que eliminará trabas burocráticas en el intercambio comercial con la república del Norte, que reanudará el transporte ferroviario y marítimo entre los dos países y promoverá la inversión privada del Sur en las zonas francas de Corea del Norte.
"Negocios son negocios", declaró, y añadió que las relaciones comerciales con Corea del Norte deben desarrollarse sin que importe el estado de los vínculos políticos.
Las propuestas de Kim para Pyongyang representan un cambio radical frente a la política de sus predecesores, que en gran medida delegaron en funcionarios subalternos el manejo de los vínculos comerciales con el Norte.
"Debemos ampliar el intercambio civil, que sería una forma muy efectiva de impedir la guerra", dijo Kim. Las dos repúblicas que desde 1948 coexisten en la península de Corea mantienen una paz precaria, producto del armisticio de 1953, que puso fin a una guerra estallada en 1950.
Analistas consideran que el pueblo sudcoreano quiere que su nuevo líder sea más coherente que el presidente saliente Kim Young Sam, cuya política, según sus detractores, irritó con frecuencia a Corea del Norte y obstaculizó el diálogo.
Las nuevas propuestas de relacionamiento con el Norte son parte de las 100 tareas prioritarias que Kim anunció la semana pasada.
Estas incluyen la intensificación del intercambio entre civiles, la reunificación de las familias separadas mediante visitas o correspondencia y el acceso del pueblo sudcoreano a los programas de televisión y radio del Norte.
En respuesta, Corea del Norte ofreció crear un "centro de información de direcciones" que posibilite el reencuentro de los habitantes del país con familiares en el exterior.
Aunque Pyongyang no llegó a decir que la iniciativa incluye a Corea del Sur, crece la esperanza de reencuentro de las familias separadas entre Norte y Sur.
La organización humanitaria Cruz Roja, de ambas Coreas, celebró 70 encuentros sobre este punto desde 1971, pero no logró éxito.
La semana pasada, Kim trató de integrar a Rusia y Japón a las negociaciones entre Corea del Norte, Corea del Sur, Estados Unidos y China para lograr un tratado de paz permanente que sustituya el armisticio que puso fin a la guerra en la península.
Los analistas sostienen que Kim hallará dificultades, porque la población de Corea del Sur está concentrada en los problemas internos y Seúl dispone ahora de menos recursos para ayudar a su vecino.
La iniciativa de paz del presidente electo "se presenta en un mal momento", dijo Jung Se-Hyong, presidente del Instituto para la Unificación Nacional de Corea, un centro de investigación del Ministerio de Unificación Nacional.
"La crisis económica dejará a Seúl con menos dinero para ayudar a Pyongyang, lo que obligará a ésta a recurrir a Japón o Estados Unidos por alimentos", advirtió Jung.
Hasta hace unos meses, la potencia económica de Corea del Sur era una "zanahoria" que podía atraer a Corea del Norte a las conversaciones sobre reforma y apertura.
Pero ahora, "Corea del Sur, golpeada por la crisis, tiene mucho menos peso para influir sobre Corea del Norte", observó Song Young Dae, presidente de la Asociación Central para la Unificación Nacional de Corea, un grupo presente en 16 ciudades.
Un diplomático sudcoreano dijo que la crisis en Corea del Sur podría llevar a Pyongyang a buscar ayuda de Alemania, Estados Unidos y Japón, en desemdro de los vínculos con el Sur. "Corea del Norte tiene poco que ganar de las empresas sudcoreanas, que están atrapadas por la escasez de dinero".
Los detractores de Kim califican su iniciativa de "solución fácil para ganarse al público sin considerar su factibilidad o riesgo posible".
La idea de Kim "es buena, pero la realidad sugiere que su proyección hacia Corea del Norte será perjudicial y es probable que sea explotada por Pyongyang", advirtió un editorial del diario Dong Ah.
Los escépticos señalan que las relaciones políticas o comerciales con el Norte no han sido fáciles.
Los sudcoreanos que desean visitar el Norte deben conseguir un documento de invitación de las autoridades norcoreanas y la autorización del Ministerio de Unificación Nacional de Corea del Sur.
Entre las mayores interrogantes se cuenta la posibilidad de una reunión entre Kim Dae Jung y Kim Jong Il. Los expertos no la descartan, pero consideran que no es probable en el futuro inmediato.
"Mientras siga intacto el deseo de Pyongyang de mantener su dominio sobre la nación, el líder norcoreano Kim Jong Il no tendrá prisa para aceptar la oferta de reunión cumbre del nuevo presidente del Sur", según un informe del Instituto para la Unificación Nacional de Corea.
Pero, a la larga, la profundización de los vínculos entre el Norte y el Sur sólo puede proporcionar beneficios a la paz.
Por ejemplo, debido a la crisis, Corea del Sur tuvo que reducir sus gastos de defensa y aplazar la compra de equipos militares de Estados Unidos, para disponer de más fondos de asistencia a los desempleados.
El Norte, por su parte, necesita ayuda urgentemente para aliviar el hambre de su población, pero también pretende mantener su maquinaria de guerra.
La paz permitirá a ambas Coreas reducir en forma permanente sus gastos de defensa, lo que liberará recursos para uso más productivo.
Cuando Pyongyang y Seúl logren finalmente estrechar vínculos económicos, "ambos países gastarán 20.000 millones de dólares menos por año en defensa", predijo el Instituto Samsung de Investigación Económica. (FIN/IPS/tra-en/amy/js/aq/ip/98