El a partir de hoy presidente de Corea del Sur, Kim Dae Jung, primer opositor que accede al cargo a través de las urnas, pidió a su pueblo grandes sacrificios para devolver la sacudida economía nacional a la buena senda el año próximo.
Quien pide a los surcoreanos un esfuerzo para recuperarse es él mismo un sobreviviente. En sus 73 años, Kim sufrió la cárcel, intentos de asesinato y hasta una condena a muerte por su oposición a las dictaduras militares que se sucedieron entre 1961 y los últimos años 70.
"Debo pedirles lágrimas, esfuerzo y dolor", dijo al asumir la presidencia de su país en medio de la peor crisis económica de las últimas décadas.
Kim se comprometió a romper el corrupto vínculo entre grandes empresas, bancos y gobierno y a desarrollar una nueva apertura hacia Corea del Norte. Pero se preocupó por recordar a los surcoreanos que la recuperación nacional no será fácil.
"Podemos convertir esta crisis en una oportunidad para fortalecer el país. Confíen en mí y ayúdenme. Si actuamos unidos, nuestra economía volverá al buen camino a fines de 1999", dijo Kim en la ceremonia de asunción, celebrada frente a la Asamblea Nacional, en el distrito financiero de Seúl.
La primera tarea de Kim será reparar la hasta el año pasado décimoprimera economía del mundo, que cayó hasta el décimoseptimo puesto tras la crisis desatada que sufre Asia oriental desde el año pasado. El ingreso promedio de los surcoreanos, antes de 10.000 dólares, se redujo entre 50 y 66 por ciento.
Seúl se vio obligado a gestionar y obtener en diciembre un paquete de ayuda de 57.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI), considerado humillante por políticos y empresarios.
El director gerente del FMI, Michel Camdessus, dijo que Corea del Sur podría ser el primer país de Asia oriental en "resurgir de la crisis en buena frorma".
Para arreglar la situación, Kim debe convertirse en el salvador de la economía a los ojos de su pueblo y en un negociador diestro para convencer a los inversores extranjeros de que regresen.
Debe ser un agudo reformador para romper el vínculo signado por la corrupción entre grandes conglomerados empresariales (chaebols) y bancos y, al mismo tiempo, ayudar a las pequeñas compañías.
"Me siento escandalizado de ver que quienes erraron el camino fueron los líderes y quienes sufrieron las consecuencias fueron personas inocentes. Llamaré a la responsabilidad a quienes ocasionaron esta crisis económica", advirtió.
Kim deberá demostrar su destreza política en medio de la inquietud social que se generó en un país cuyos habitantes solían disfrutar de empleo vitalicio pero donde se prevé que 1,22 millones de personas serán despedidas este año.
Los problemas económicos de todos los días son preocupantes. "Le temo al aumento de precios. Creo que la estabilización debe ser la principal prioridad del nuevo presidente", dijo Kang Do- Young, ama de casa de la ciudad de Pusan, en el sur.
La desesperación es grande, pero también la esperanza de Kim, quien, por sus antecedentes, quizás sea el líder político más capacitado para sacar el país a flote.
Kim sobrevivió a la persecución y al menos a tres intentos de asesinato en los años 70 y 80 y ganó las elecciones de diciembre luego de fracasar en 1970, 1987 y 1991. Conocido como DJ entre los ciudadanos comunes por las iniciales de su nombre de pila, tiene, además, sobradas credenciales democráticas.
Aunque obtuvo apenas 40 por ciento de los votos, las encuestas le atribuyen más de 90 por ciento de respaldo entre sus compatriotas, lo que le otorga una ancha base para emprender las reformas.
Pero Kim también deberá aprender de los errores de su predecesor Kim Young Sam, quien asumió en 1992 en medio de gran euforia como primer presidente civil del país pero dejó la presidencia humillada y sacudida por escándalos de corrupción.
Kim Young Sam llegó a pedir disculpas por la conducta de uno de sus hijos, encarcelado por tráfico de influencias y por recibir sobornos de empresarios. Pero el nuevo presidente tiene otra actitud, además de experiencia en resolución de conflictos.
El actual presidente persuadió a los sindicatos, con los que goza una sólida y duradera alianza, de que aceptaran una controvertida ley que facilita los despidos, pero también les aseguró que los poderosos chaebols tendrían su cuota de sufrimiento.
El equipo económico del presidente ayudó a sellar el trato con los bancos internacionales para restructurar los créditos a corto plazo.
Pero Kim afronta también problemas políticos, pues eligió como primer ministro al coronel Kim Jong Pil, figura clave del régimen militar que combatió, mano derecha del dictador Park Chung Hee y fundador de una agencia de inteligencia que procuró la muerte del actual presidente.
Kim Dae Jung nombró a Kim Jong Pil pues así lo acordaron cuando el militar respaldó su candidatura en las elecciones de diciembre.
Entre quienes asistieron a la ceremonia de asunción de Kim figuraron los generales Chun Doo Hwan y Roh Tae Woo, cabecillas del golpe de estado de 1979 que arrestaron al hoy presidente tras acusarlo de sedición y promovieron su condena a muerte.
Kim se libró entonces de la condena por presión de Estados Unidos, pero pasó 15 años en arresto carcelario y domiciliario y en el exilio.
El disciplinamiento de los chaebol será la tarea más difícil del presidente Kim. Todos sus antecesores prometieron hacerlo al comenzar sus mandatos.
Kim reclamó el día 17 a los poderosos conglomerados que detuvieran su expansión y limitaran la cantidad de negocios emprendidos a entre tres y seis, lo que sonó como una sentencia de muerte para los chaebols, cuya consigna parece ser "cuanto más grande, mejor".
Kim Dae Jung también reiteró este miércoles el ofrecimiento de una cumbre con el presidente de Corea del Norte, Kim Jong Il, con la intención de reparar las relaciones luego de cinco décadas de hostilidad. (FIN/IPS/tra-en/amy/js/mj/ip/98