El ex presidente de Brasil Itamar Franco renunció hoy al cargo de embajador ante la OEA, con el objetivo de volver a la presidencia como el candidato que una al centro y la izquierda, un viejo sueño de la oposición.
Franco puso su cargo de embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA) a disposición del presidente Fernando Henrique Cardoso, en un encuentro este jueves en Brasilia, y anunció su decisión de presentarse como candidato en las elecciones presidenciales de octubre.
Tenerlo como adversario molesta a Cardoso en su marcha reeleccionista, porque se trata de un amigo que le abrió las puertas al triunfo en 1994, nombrándolo ministro de Hacienda en 1993 y patrocinando su plan de estabilización económica con la nueva moneda, el real.
La popularidad del ex presidente no lo acredita como fuerte candidato, pero abre una alternativa para la unidad de la oposición de centroizquierda, la única capaz de impedir la reelección de Cardoso, según un cierto consenso ya formado.
Recientes experiencias latinoamericanas, como el triunfo de la Alianza opositora en las elecciones parlamentarias en Argentina y el de Cuahtemoc Cárdenas en ciudad México, convencieron a la izquierda brasileña de la necesidad de unidad, ampliada a sectores de centro, para tener posibilidades de éxito electoral.
Ciro Gomes, ex ministro de Hacienda al final del gobierno de Franco, se destacó como defensor de ese camino y pretendió presentarse como candidato de esa alianza, rompiendo con los socialdemócratas de Cardoso.
Pero al ser rechazado por los mayores partidos de izquierda, vió su postulación limitada al pequeño Partido Popular Socialista (PPS), ex comunista, al cual se afilió, prácticamente poniendo fin a sus pretensiones en las próximas elecciones.
Franco, que nunca ocultó su discrepancia con el rumbo del actual gobierno, puede enarbolar esa bandera. Pero enfrenta varios obstculos.
Primero tendrá que lograr la postulación de su propio partido, el Movimiento Democrático Basileño (PMDB), que mantiene gran parte de su capital político acumulado en la oposición a la dictadura militar (1964-85). Es la tercera fuerza parlamentaria y la primera en número de alcaldes en el interior de Brasil.
El partido está dividido entre un sector que adhirió al gobierno de Cardoso, y defiende su reelección, y otro que prefiere la oposición, con el lanzamiento de candidato propio.
Además, otros dos dirigentes del PMDB aspiran a la candidatura, que será decidida en marzo: el también ex presidente José Sarney (1985-89) y el senador Roberto Requio, ex gobernador del sureño estado de Paraná.
El PMDB podrá renunciar a una candidatura propia, pero "no será por falta de un nombre", destacó Franco en la carta en que comunica su decisión a la dirección del partido.
Si triunfa en la convención de marzo, el ex presidente no logrará unir al partido. Pero esta evaluación de Cardoso y sus asesores políticos no tranquilizan el oficialismo.
La candidatura de Franco dificultaría a Cardoso la obtención de mayoría absoluta, exigida para la reelección en la primera vuelta. Una segunda vuelta, entre los dos postulantes más votados, haría posible la temida alianza opositora amplia, uniendo la izquierda a fuerzas de centro.
Esta alianza es improbable para la primera vuelta debido a la candidatura del ex obrero metalúrgico Luis Inacio Lula da Silva, lanzada por una coalición de izquierda encabezada por los partidos de los Trabajadores (PT) y Democrático Laborista (PDT).
Un segundo reto para Franco será obtener más votos que Lula, para legitimarse como el rival de Cardoso en la segunda vuelta. Lula tiene un electorado cautivo de alrededor de 20 por ciento desde 1989, cuando perdió frente a Fernando Collor, el ex presidente derrocado por denuncias de corrupción en 1992.
Político de actitudes intempestivas, Franco logró que la población reconociera su gestión en la presidencia, de fines de 1992 a 1994. Además de reconstituir la dignidad del gobierno tras la crisis provocada por Collor, creó las condiciones para el éxito en la lucha contra la inflación.
Cardoso, el ministro de Hacienda que puso en marcha el Plan Real, debe su popularidad a la estabilizacin monetaria. Pero Franco reclama también el reconocimiento del programa exitoso, puesto en práctica durante su gobierno, con derecho a parte de los votos que produce la moneda fuerte. (FIN/IPS/mo/ag/ip/98