BRASIL: Gobierno enfrenta crisis de enseñanza primaria

La llamada Semana Nacional de Matrícula escolar finalizó en Brasil con una inscripción adicional de 367.586 alumnos en enseñanza primaria, y 95 por ciento de los niños entre siete y 14 años están ahora encuadrados en el sistema, aseguró el gobierno.

La matrícula total lograda es semejante a la que presenta Estados Unidos y no se aguardaba hasta el 2003, declaró el ministro de Educación, Paulo Renato de Souza, al celebrar el éxito de la Semana, realizada del 7 al 14 de este mes.

La movilización de autoridades y comunidades permitió instalar 39.000 puestos de inscripción en 85 por ciento de los 5.500 municipios brasileños.

El entusiasmo de De Souza, el ministro más elogiado por el presidente Fernando Henrique Cardoso, no es compartido por todos. Más dificil que aumentar la matrícula escolar es mantener a los alumnos en los centros de enseñanza, señalaron expertos en educación.

De Souza calculó que quedan aún 1,5 millones de niños fuera del sistema de enseñanza, frente a 1,8 millones el año pasado, pero Ib Teixeira, investigador de la Fundación Getulio Vargas, institución volcada a estudios de administración pública, cree que la cantidad es mayor.

Teixeira afirmó que en 1997 se contaban 3,1 millones de niños excluidos de la enseñanza y que esa cantidad se duplicará al finalizar este año, porque cerca de tres millones abandonan la escuela anualmente.

Si se suman los tres millones que son reprobados, la pérdida del año escolar afectará a más de nueve millones, un tercio de la población de siete a 14 años, destacó Teixeira en la revista "Coyuntura Económica", publicación de la Fundación Getulio Vargas.

Las autoridades reconocen que la repetición de cursos es el gran problema de la enseñanza básica brasileña. Menos de la mitad de los niños finalizan los ocho años de enseñanza primaria, considerada obligatoria por la Constitución, y en promedio demoran 11,2 años para hacerlo.

De Souza admitió que la tarea más difícil es mantener los alumnos en la escuela y evitar la repetición de cursos, dos problemas que están relacionados, pues la reprobación estimula la deserción.

El próximo combate será librado contra la deserción escolar, una vez finalizada la primera etapa, de inscripción, dijo el ministro.

Los datos de la enseñanza en Brasil no alientan el optimismo. Las estadísticas del Ministerio de Educación indican que de 33 millones de alumnos inscriptos, los aprobados en 1996 fueron 22,67 millones.

Los daños provocados por la deserción y la repetición son evidentes. En 1996 había 6,4 millones de alumnos en el primer curso de enseñanza básica, y la cantidad se reducía a 2,34 millones en el octavo.

Por mucho tiempo, estadísticas similares condujeron a la falsa conclusión de que la deserción era el principal problema. Solo en la década pasada, algunos investigadores comprobaron el engaño, revelando que la repetición, y por tanto la calidad de la enseñanza, constituyen el mayor desafío.

En general, los niños sólo abandonan la escuela después de repetir varios cursos, destacó Claudio de Moura Castro, un economista empleado en el área de educación del Banco Interamericano de Desarrollo.

El nuevo diagnóstico reorientó esfuerzos para mejorar la calidad y evitar la repetición. En tres de los 27 estados brasileños comenzó un programa de "aceleración" para alumnos de edad mayor a la normal en los cursos que siguen.

El programa permite "saltar" hasta dos años de la enseñanza básica en cursos especiales que ya beneficiaron a 150.000 alumnos. Se trata sólo de 2,1 por ciento de la población escolar con dos o más años de retraso, pero el índice de aprobación supera 90 por ciento hasta ahora.

En Sao Paulo también se implantó un programa de recuperación del año durante las vacaciones de diciembre y enero. En 1997 participaron 237.000 alumnos y la mitad logró aprobación. Este año, el total aumento a 350.000.

El esfuerzo por superar las debilidades de la enseñanza primaria es apoyado por las empresas, ante la conciencia de que el problema es también económico.

Hoy se reconoce que la baja escolaridad de los trabajadores brasileños, de cuatro años en promedio, obstaculiza el desarrollo y la competitividad del país. (FIN/IPS/mo/ff/ed/98

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