El presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso sancionó hoy la ley del Servicio Voluntario, cuyo objetivo es evitar cuestionamientos judiciales que traban la expansión de ese tipo de actividad.
La nueva legislación constituye "un hito en el proceso de reformas" que vive el país, dijo el presidente, destacando el crecimiento del llamado "tercer sector".
Las instituciones que movilizan el trabajo voluntario se encontraban "desamparadas ante la ley, sujetas a multas y hasta a sanciones penales", explicó el diputado Paulo Bornhausen, autor del proyecto aprobado en el Senado el 27 de enero.
La ausencia de reglamentación legal generaba numerosas quejas ante la justicia laboral, en las que dirigentes de esas instituciones eran acusados incluso de promover la esclavitud y hasta de "organización para delinquir", señaló el diputado del oficialista y conservador Partido del Frente Liberal.
La ley define al servicio voluntario como "una actividad no remunerada, prestada por una persona física a entidades públicas de cualquier naturaleza o a instituciones privadas sin fines de lucro, con objetivos cívicos, culturales, educativos, científicos, recreativos o de asistencia social".
Un "término de adhesión" formaliza la relación y debe explicitar el objetivo y las condiciones de la actividad, determina la legislación.
La ley deja claro que eso no genera ningún vínculo empregaticio ni obligaciones laborales. De esa forma se evita que "voluntarios" se aprovechen de la indefinición para recurrir a las leyes del trabajo para obtener indemnizaciones.
Bornhausen ejemplificó con gente que ayuda a construir obras comunitarias o residencias hechas colectivamente por vecinos solidarios, una tradición en Brasil denominada "mutirao", y luego recurre a los tribunales para reclamar remuneraciones.
La nueva ley mejora las condiciones para el voluntariado, que es estimulado por el propio gobierno y que adquiere fuerza en Brasil gracias a la proliferación y fortalecimiento de las organizaciones no gubernamentales (ONG) e instituciones civiles con actividades sociales.
Ese "tercer sector", así llamado por ser privado pero con fines públicos, ya ocupa cerca de 1,4 millones de personas, más que el doble de los 540.000 funcionarios del gobierno federal, estima Leilah Landim, investigadora del Instituto de Estudios de Religión (ISER), una ONG de Rio de Janeiro.
Esa cifra, que a incluye personal remunerado y voluntarios, aumentó cerca de 30 por ciento entre 1991 y 1995, mientras los empleos crecieron sólo dos por ciento, según sus cálculos, basados en estadísticas oficiales.
En ese período las organizaciones sin fines de lucro aumentaron cerca de 50 por ciento, duplicando a las de asistencia social y sindicales, señalsa el estudio de la antropóloga, también profesora en la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
El gobierno brasileño impulsa el voluntariado en varios proyectos del Programa Comunidad Solidaria, coordinado por la primera dama Ruth Cardoso, y en 1998 se puso en marcha el "Servicio Civil Voluntario" en sustitución del serrvicio militar.
El proyecto piloto, limitado este año a tres de los 27 estados brasileños, busca principalmente evitar la marginación de los jóvenes de 18 y 19 años, que no concluyeron la enseñanza básica.
En Rio de Janeiro su ejecución está a cargo de la ONG Movimiento Viva Rio. Cerca de 800 ONG, iglesias, sindicatos y otras entidades adhirieron al programa. Cada una podrá inscribir hasta 50 voluntarios, explicó Alirio Mateus, que ayuda en la coordinación local.
Los inscriptos cursarán clases intensivas para completar la enseñanza primaria y también de informática, ciudadanía y otros cursos de profesionalización.
Los cursos tendrán lugar de lunes a viernes, ya que los fines de semana los "alumnos" prestarán servicio para atender necesidades de comunidades pobres.
Poco valorado en Brasil, el trabajo voluntario y la filantropía ganaron fuerza hace cinco años, cuando comenzó a operar la Acción de la Ciudadanía Contra el Hambre, un movimiento impulsado por el sociólogo Herbert de Souza, dirigente de otra ONG.
Cerca de tres millones de personas se movilizaron en todo el país en comités informales, que impulsaron la recolección de alimentos para distribuir entre los sectores más pobres del país.
El movimiento se extendió a las empresas, que pasaron a incluir balances sociales para prestar cuentas de sus actividades en favor de la población.
Stephen Kanitz, dueño de una empresa de consultoría económica, creó el Premio Bien Eficiente, que recompensa a las 50 ONG mejor administradas del paíss. (FIN/IPS/mo/dg/dv-pr/98