Los gobiernos de Asia oriental, hasta hace pocos meses dedicados con afán a la adquisición de armamentos de avanzada, se han visto obligados a cancelar o postergar órdenes de compra debido a la crisis económica.
Los contratistas mundiales de artículos de defensa descubren que el mercado comienza a enlentecerse, pues las otrora ricas economías de esta región están limitadas desde julio por las restricciones financieras.
Antes de que estallara la crisis, Asia oriental era la única área del mundo donde los gastos militares crecían aun tras el fin de la guerra fría.
El fenómeno preocupa a Estados Unidos, el país cuyas compañías armamentistas más tienen que perder por la caída de las ventas. Con más de 100.000 soldados apostados en la región, Estados Unidos ha sido el país más beneficiado por la carrera armamentista registrada en el este asiático desde los años 80.
Ese lugar podría ser ocupado ahora por Rusia, que también vende armas de alta tecnología pero mucho más baratas, lo que reproduce en la zona el mismo enfrentamiento que en la guerra fría.
El secretario (ministro) de Defensa estadounidense, William Cohen, visitó el mes pasado durante 11 días Corea del Sur, China, Indonesia, Japón, Malasia, Singapur y Tailandia, no para impulsar las ventas sino para "garantizar apoyo a los amigos ante la crisis económica", según funcionarios en Washington.
Tailandia fue el último país que sugirió la cancelación de un gran contrato. Su gobierno pidió a Cohen ayuda financiera para la compra de ocho aviones de combate F/A-18 Hornet por un valor de 392 millones de dólares.
"Queremos retrasar los pagos al máximo, pagar lo menos posible o no pagar nada", dijo el comandante supremo de las fuerzas armadas tailandesas, Mongkol Ampornpisit. El funcionario informó que la fuerza aérea está al borde de la bancarrota a causa de la crisis económica.
Los militares tailandeses ya descartaron por dificultades financieras el planificado lanzamiento del "Estrella de Siam", un satélite de comunicaciones para operaciones de seguridad nacional.
Desde julio, cuando estalló la crisis económica asiática, los gobiernos de Corea del Sur, Indonesia y Malasia descartaron planes de compra de nuevas armas y equipamientos militares a medida que el valor de sus monedas nacionales caía, lo que encarecía las importaciones.
Corea del Sur archivó la planificada compra de sistemas costeros de radar a Washington y vacila en pagar su cuenta anual de 400 millones de dólares para mantener a los soldados estadounidenses en su territorio.
Los indonesios también descartaron un plan de compra de aviones bombardero a Rusia. "En este momento estamos concentrados en la recuperación económica. No pensamos en la compra de equipamiento militar", dijo el ministro de Defensa, Edi Sudradjat, después de reunirse con Cohen.
Tailandia y Estados Unidos acordaron el 30 de enero encontrar un tercer país para que compre los aviones de combate de la compañía McDonnel-Douglas que se había comprometido a adquirir. Bangkok también podría cancelar el contrato, pero con el pago de una multa de 250 millones de dólares.
Para obtener la cooperación estadounidense, Bangkok llegó a ofrecer a Washington permiso para instalar un depósito flotante de armas en el golfo de Tailandia. Una propuesta estadounidense similar fue rechazada en 1993 por el entonces primer ministro Chuan Leekpai.
Las compras de armas de Asia oriental entre 1985 y 1994 ascendieron a 67.000 millones de dólares, según la Agencia de Control de Armas y Desarme de Estados Unidos.
Japón es el país que encabeza la lista, con 11.700 millones de dólares en compras, seguido de Taiwan, con 9.500 millones, Corea del Sur, con 8.700 millones, y Tailandia, con 3,8 millones.
En ese período, Taiwan compró 60 aviones franceses Mirage 2000- 5 y 150 estadounidenses F-16, Corea del Sur 120 F-16 y 80 helicópteros Blackhawk UH-60, Malasia 20 aviones rusos MiG-29 y ocho F-18, y Tailandia tres aviones estadounidenses de reconocimiento EC-2 Hawkeye, entre otras operaciones.
Estos países también adquirieron misiles aire-aire y aire- tierra, radares de largo alcance y otros sistemas de alta tecnología como los utilizados por las fuerzas estadounidenses en la guerra del Golfo (1991).
Existía temor sobre una espiral armamentista en Asia, pero los gobiernos afirmaban que se limitaban a modernizar sus anticuados arsenales. Analistas de defensa sostuvieron que la carrera fue alentada por Estados Unidos, que se preparaba así para el surgimiento de China como superpotencia económica y militar.
Las grandes adquisiciones de equipamiento bélico también se atribuían a los sobornos pagados por empresas armamentistas a funcionarios militares de la región para que emitieran grandes órdenes de compra.
Además, muchos países dominados durante largos períodos por los militares instalaron fábricas de armas por razones políticas internas.
"Las armas son símbolos, aunque caros, del poder estatal. Considerar los sistemas bélicos con una óptica apenas operacional es perder la perspectiva. Los símbolos son importantes en Asia", explicó Derek da Cunha, del Instituto de Estudios Estratégicos del Sudeste Asiático en Singapur.
Los problemas económicos asiáticos derivarán, al parecer, en nuevos cortes de gastos de defensa. Pero muchos observadores ya temen que la pérdida de poder de compra de los países reproduzca la rivalidad de la guerra fría entre Estados Unidos y Rusia, que procuraría conquistar esos mercados con bajos precios. (FIN/IPS/tra-en/ss/js/mj/ip/98