El actual modelo de pesca modifica la estructura de la cadena alimenticia marina en todo el mundo y por lo tanto es insustentable, advierte un estudio publicado el viernes 6 en la revista Science Magazine.
Las especies de peces capturadas en operaciones comerciales en los últimos 45 años corresponden a eslabones cada vez más bajos en la cadena alimenticia.
Prueba de ello es que los peces de larga vida y altamente nutritivos son sustituidos por otros invertebrados y peces de menor valor alimenticio, según el estudio.
Cuando las compañías pesqueras descienden en la cadena alimenticia, al principio obtienen un aumento en la captura, pero luego ésta desciende abruptamente debido a la alteración del frágil ecosistema marino.
"Estos resultados indican que el actual modelo de explotación es insustentable", señalan los autores, que son investigadores del Centro Internacional para la Administración de los Recursos Vivientes Acuáticos, con sede en Filipinas, y la Universidad de Columbia Británica.
"Los bancos de pesca están en crisis mundial debido principalmente a las políticas de libre acceso", sostienen los investigadores.
Tras analizar las estadísticas de los bancos de pesca mundiales entre 1950 y 1994, los investigadores concluyeron que los peces capturados por buques comerciales son cada vez menos nutritivos en casi todos los océanos del mundo.
En el norte del Pacífico y el noroeste del Atlántico, donde el fenómeno es más pronunciado, las capturas comenzaron a alcanzar niveles inferiores de la cadena alimenticia en los años 70.
La alteración del ecosistema marino también fue muy grave en las aguas del Pacífico sur debido al crecimiento y el posterior colapso de las industrias peruanas de la pesca de anchoa y la pesca de bajura de caballa, dicen los autores.
Estos cambios en los ecosistemas marinos reflejan un problema mayor relacionado con la pesca excesiva en todo el mundo.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) estimó que casi 70 por ciento de las especies comerciales de peces son plenamente explotadas, sobreexplotadas o necesitan administración con urgencia.
En 1950, no se sabía de ninguna especie marina que fuera víctima de pesca excesiva. Ahora, especies alguna vez abundantes como el bacalao, el tiburón y el atún están en franca disminución, mientras el atún de aletas azules es hoy una especie amenazada.
Organizaciones como Greenpeace International y el Instituto Internacional de Investigación sobre Política Alimentaria, de Washington, culpan por la sobrepesca a los grandes buques de arrastre, con capacidad para atrapar cientos de toneladas de peces de una vez.
"Los peces no tienen alternativa ante buques factoría como el American Monarch", perteneciente a la firma noruega Resources Group International, señaló Niaz Dorry, activista de Greenpeace.
Además, "dado el alcance mundial de esos barcos pesqueros, ningún pez está a salvo", agregó. La empresa noruega proyecta construir otros 24 "superarrastreros", a un costo de 65 millones de dólares cada uno.
"Con enormes redes dirigidas por sonar, hemos llegado al punto en que la tecnología permite capturar hasta el último pez", lamentó Gerry Leape, director legislativo de asuntos oceánicos de Greenpeace.
A medida que desaparecen los bancos de pesca, aumenta la tentación de las compañías pesqueras por hacer grandes ganancias ignorando las pocas normas de conservación eficaces que existen, señalan los ambientalistas.
Los países establecieron un área de exclusividad económica de 200 millas marinas fuera de sus costas en un intento por preservar sus bancos de pesca, pero pocas naciones en desarrollo pueden implementar medidas de protección eficaces e integrales en sus aguas.
"Existen acuerdos y leyes internacionales, pero los países en desarrollo carecen de buenas flotas y otros recursos para hacer aplicar las normas. Necesitamos más medios para controlar los océanos", declaró Max Agüero, director del Centro Interamericano para el Desarrollo Sustentable de Ecosistemas, de Chile. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/ml/en/98