Este es el año del Tigre en el calendario lunar asiático, pero las cosas no van bien para los felinos que habitan en Japón, que figuran en la lista de animales amenazados.
El peligro se cierne sobre los tigres japoneses en parte debido al uso de partes de su cuerpo en la medicina tradicional asiática.
Los japoneses figuran entre los mayores consumidores de productos con partes de tigre, incluyendo vino y píldoras con huesos del felino, y sopas con su pene.
Japón es signatario de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), la cual prohibe el comercio de tigres y partes de tigre sin un permiso especial de CITES.
Pero las lagunas en las leyes locales hicieron de Japón el mercado más lucrativo para los comerciantes de partes de tigre.
"Tras años de intentar detener la venta de partes de tigre en Japón, no hemos tenido éxito", confiesa Hisako Kiyono, del grupo Análisis de Registros de Comercio de Flora y Fauna (TRAFFIC).
En el otoño (boreal), por ejemplo, una encuesta realizada por el Fondo de Protección del Tigre (THK) en Yokohama, reveló que al menos cuatro tiendas de comestibles vendían una bebida alcohólica con hueso de tigre, a 80 dólares la lata.
En el famoso distrito de Ginza en Tokio, los penes de tigre se venden a 400 dólares cada uno. Considerados excelentes para aliviar el reumatismo, los penes se sirven en sopas.
El THK afirma haber encontrado a clientes regulares de las tiendas de Ginza vendiendo productos con partes de tigre. Pero los propietarios de las tiendas dijeron haber importado los ingredientes antes de que CITES entrara en vigor.
CITES, también conocida como la Convención de Washington, prohibió el comercio del tigre y sus partes a partir de 1973. Japón se convirtió en signatario en 1980.
Las estimaciones sitúan en 100.000 el número de tigres en el mundo, pero la cifra se redujo a entre 5.000 y 7.500 en la actualidad, debido a la destrucción de sus hábitats naturales y de la carnicería del felino para extraer sus partes.
Al igual que otros activistas en Asia, grupos conservacionistas de Japón sacan ventaja de que 1988 sea el "Año del Tigre" en el calendario lunar para llamar la atención en relación a la lucha por la supervivencia del animal.
La rama japonesa del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), se sumó a la campaña nacional, la cual atrajo donaciones de al menos tres compañías que tienen la palabra "tigre" en sus respectivos nombres corporativos.
El abogado Masayuki Sakamoto, especialista en la protección de especies amenazadas, ha presionado al gobierno de Japón para que apruebe nuevas leyes que prohiban la venta de productos con partes de animales en peligro de extinción, incluyendo tigres.
En 1994, el Ministerio de Salud y Bienestar de Japón prohibió la importación de productos de tigre. No obstante, destaca Sakamoto, aún no hay una prohibición a la venta de productos con partes de especies protegidas como los tigres. (FIN/IPS/tra-en/sk/cb/js/lp/en/99