La construcción de grandes centrales hidroeléctricas es cada día más polémica y menos rentable, al extremo que dos organizaciones ambientalistas recomendaron al coloso mundial de esa actividad, la compañia suizo-sueca Asea Brown Boveri (ABB), que cambie de rubro.
Un estudio encomendado por los grupos ecologistas Declaración de Berna y Sociedad Sueca para la Conservación de la Naturaleza (SSNC) aconsejó a ABB que se dedique a otras fuentes renovables de energía.
La industria hidroeléctrica ya afronta un futuro incierto y la crisis financiera en Asia sudoriental se suma para amenazar a ABB, afirmaron los autores de la investigación presentada este miércoles en Zurich.
El presidente ejecutivo de ABB, Gioran Lindahl, confirmó el jueves que había recibido el estudio, pero punualizó que todavía "no hemos tenido tiempo de analizarlo".
Lindahl presidió en la localidad de Wettingen la presentación del balance anual de la compañía, que emplea a 213.057 asalariados en todo el mundo y se dedica, además de la hidroelectricidad, a otros rubros industriales, con énfasis en productos de precisión y alta tecnología.
El informe de las organizaciones ambientalistas, elaborado por Nicholas Hildyard, de Eco-Asia Consultants, llegó a la conclusión de que en 1997, los negocios de ABB en hidroelectricidad comenzaron a perder dinero y credibilidad.
La tendencia negativa se debió a la suspensión de la construcción del dique de Bakun, en Malasia, el mayor contrato obtenido jamás por ABB.
La pérdida del contrato de Bakun y la crisis asiática afectaron psicológica y estratégicamente a la transnacional suizo-sueca, sostuvo Hildyard durante la presentación del estudio a la prensa.
El informe financiero entregado por Lindhal arrojó un beneficio de 572 millones de dólares para el año 1997, inferior en 54 por ciento a los 1.233 millones obtenidos en 1996.
Los negocios de ABB sumaron 31.265 millones de dólares, con una reducción de siete por ciento en comparación al año anterior.
Entre las pérdidas de la compañía se anotan 102 millones de dólares en concepto de costos de la paralizada represa hidroeléctrica de Bakun.
La evaluación de la compañia helvético-sueca, que será sometida a los accionistas el 2 de abril, estableció que a diferencia de lo afirmado por los ecologistas, y pese a la incertidumbre a corto plazo, Asia sigue presentando para ABB unas posibilidades de crecimiento potencial muy significativas.
Los ambientalistas sostuvieron que un análisis del desarrollo del sector hídrico demuestra que esa industria enfrenta perspectivas mediocres, lo que se contradice con la estrategia del grupo ABB de mantenerse como una compañía de alto crecimiento y de tecnología de punta.
Peter Bosshard, secretario de Declaración de Berna, precisó que su organización y SSNC solicitaron a ABB "que reconsidere seriamente la continuidad de su participación en la hidroenergía".
"Le recomendamos (a ABB) que traslade su interés de la hidroenergía a las energías renovables", dijo Goran Eklof, de SSNC. El estudio sugiere a la compañia suiza que se concentre en las energías solar y eólica.
Además de Bakun, en sus incursiones en el rubro hidroeléctrico la compañía ABB obtuvo participaciones en otras monumentales represas asiáticas, como Tres Gargantas y Maheshwar.
La perspectiva de la industria hídrica apenas prevé un crecimiento anual de cuatro por ciento para el período de 1990 al 2020, muy inferior al de otras productoras de energía y en rotundo contraste con las renovables, que crecen entre 10 y 20 por ciento.
Otra faceta negativa para la industria hidroeléctrica es el aumento de la oposición del público. Las críticas más severas se levantan contra el desplazamiento de pobladores, que son expulsados de su área de residencia por la construcción de los embalses.
El estudio, que también contó con el patrocinio de Greenpeace Suiza, estimó que entre 30 y 60 millones de personas ya han sido desplazadas en el mundo por las obras de embalse.
La industria también se vió perjudicada por la disminución del apoyo político y de los subsidios para el desarrollo destinados a proyectos de represas.
John Fox, responsable de prensa de ABB, recordó que Lindahl integra, junto a empresarios, representantes de instituciones financieras y de la población afectada directamente por los represas, un grupo internacional dedicado a la evaluación del problema.
El Banco Mundial, uno de los principales financistas de las centrales, se muestra escéptico ante las posibilidades del sector.
Entre 1970 y 1985, el banco financiaba un promedio de 26 diques por año. En la década presente, ese número se redujo apenas a cuatro.
El informe de Declaración de Berna y de SSNC resaltó que la industria tiene dificultades para desempeñarse en un mercado de competitividad creciente como el de la energía.
Los inversores privados se muestran reacios a financiar proyectos hidroeléctricos porque juzgan esa actividad muy riesgosa y sin rendimiento. (FIN/IPS/pc/ff/en/98