Una liebre llevada a Uruguay de Europa cruzó la frontera con Brasil hace unas décadas y se convirtió en un temible enemigo de la agricultura en el sur de este país. La situación se agravó con la llegada más reciente de jabalies.
Los animales silvestres suelen vengarse cuando son obligados a emigrar. Proliferan con más intensidad en el nuevo territorio, por la ausencia de sus depredadores naturales y el consecuente desequilibrio ecológico, convirtiédose en voraces destructores.
La "globalización" de las especies animales se produce en todas direcciones. Europa intenta desde hace años controlar la excesiva reproducción de ranas, tortugas y otras especies importadas de Estados Unidos en décadas pasadas como animales domésticos.
El agrónomo Carlos Rebelo, jefe de la División Técnica del Instituto Brasileño del Medio Ambiente (IBAMA) en Porto Alegre, teme que las iguanas sean la nueva plaga a enfrentar en el estado de Río Grande del sur, predominantemente agrícola.
Las familias importan esos animales por cuestiones afectivas, luego se enfadan, pierden el interés y los abandonan, ignorando las consecuencias, explicó Rebelo.
Con la liebre y el jabalí, poco hogareños, el objetivo era la caza deportiva o la ganadería. En Uruguay "se perdió el control y la expansión a Brasil fue una consecuencia natural", facilitada porque parte de la frontera carece sin barreras físicas, observó el agrónomo.
La liebre empezó por atacar la horticultura y luego los frutales, comiendo la corteza de los árboles pequeños, provocando pérdidas y "costos terribles", por exigir medidas adicionales de prevención, señaló.
En el semestre pasado la liebre apareció unos mil kilómetros al norte en línea recta, destruyendo sandías y melones en Jatob, un distrito del municipio de Alto Alegre, en el interior del estado de Sao Paulo.
"Hubo productores que perdieron 60 por ciento de la cosecha", señaló Valdir Norte Carrijo, cuyas sandías también fueron atacadas. La liebre roe la cáscara de la fruta, provocando que se pudra, explicó.
Su presencia en Jatob fue observada hace un año y medio, pero los daños sólo se registraron en la cosecha que acaba de concluir, precisó Carrijo, quizás por su gran proliferación y la consecuente escasez de alimentos silvestres. No hay noticias de su expansión a municipios vecinos.
Esa plaga estuvo mucho tiempo limitada a Río Grande del Sur. Pero los puentes construidos sobre el río Pelotas, que servían de barrera en la frontera del estado, permitieron su marcha al norte y probablemente su llegada al interior de Sao Paulo, tras cruzar otros dos estados, informó Rebelo.
La liebre parece adaptarse muy fácilmente a nuevas condiciones y en clima cálido se reproduce con mayor rapidez, añadió, previendo que el calor no interrumpirá su avance en las áreas tropicales de Brasil.
Extremadamente ágil, pese a que puede llegar a ocho kilogramos, el animal escapa con facilidad a los perros y tiros. Además, actúa sólo de noche, dijo Carrijo.
En su región está prohibida la caza, pero hay quienes intentan matarlos. Muchos quedaron en vigilia nocturna defendiendo inútilmente sus siembras durante semanas, afirmó.
En Río Grande del Sur, el IBAMA ya autoriza la caza entre mayo y septiembre. Ante la multiplicación de la liebre europea y los jabalóes, la autoridad ambiental amplió la temporada y piensa hacerlo nuevamente este año, adelantó Rebelo.
La liebre, un roedor, procrea como el conejo de tres a cuatro veces al año, destacó. Algunos fruticultores protegieron sus plantaciones con rejas, pero éstas sólo resultan efectivas si se clavan en la tierra al menos medio metro de profundidad, una medida inviable en grandes extensiones.
Los perros sólo ahuyentan a las liebres. Pero los agricultores de Río Grande del Sur descubrieron que el perejil logra matarlas. Luego de comer la hierba los animales se hinchan y mueren, según el agrónomo.
En cuanto a los jabalíes, que se cruzaron con cerdos domésticos y destruyen las grandes siembras locales de arroz, trigo y maíz, su proliferación sólo se puede controlar ampliando la caza, sentenció Rebelo.
En el estado de Sao Paulo, ante la invasión de varios animales y con la caza prohibida, un agricultor sugirió la contratación de indígenas, "depredadores naturales de especies silvestres" que no pueden ser castigados por cazar.
"No es solución, porque los indígenas matan un solo animal cada vez, para su alimentación" y el control exige un método masivo, replicó el funcionario del IBAMA. (FIN/IPS/mo/ag/en/98