El gobierno de Pakistán pretende que Talibán, la milicia islámica que controla dos tercios de Afganistán, mantenga conversaciones con la rival Alianza del Norte antes de la llegada en marzo del enviado especial de la secretaría general de la ONU.
El enviado especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Lakhdar Brahimi, diplomático argelino experimentado, visitará la capital pakistaní para verificar las posibilidades de una reunión propuesta por Pakistán que podría ser señal de una salida a la guerra civil en Afganistán.
La Alianza del Norte de facciones afganas opuestas a Talibán aceptó la idea de un diálogo intra-afgano, y el 12 de febrero presentó una lista de 45 representantes, la cual fue rechazada por Talibán.
Diplomáticos pakistaníes dijeron que Talibán prepara su propia lista, y el progreso político está en sus manos.
Pakistán mantiene abiertos los canales de comunicación con las facciones en guerra de Afganistán: Talibán y los líderes de la Alianza del Norte, el general Rashid Dostam y el comandante tajik Ahmed Shah Masood, quien el año pasado logró detener la marcha hacia el norte de Talibán.
La mayoría de los gobiernos reconocen el dominio militar y político de las milicias de Talibán ("estudiantes", en persa) sobre las otras facciones afganas. Pero hay un consenso de que un gobierno afgano liderado por Talibán podría resultar dañino, en especial para sus vecinos.
Islamabad fue criticado por China, Irán y Rusia por respaldar a los estudiantes islámicos desde sus seminarios en Pakistán, creando mayor inestabilidad en una región ya azotada por el extremismo étnico y sectario.
Afganistán está en guerra desde 1991, cuando facciones afganas unidas para desplazar un régimen procomunista respaldado por la ex Unión Soviética se enfrentaron entre sí. Un proceso de paz mediado por la ONU se derrumbió mientras las facciones se disputaban el control de Kabul.
En septiembre, la capital afgana cayó en manos de Talibán, mientras el gobierno se dirigía al norte del país, única área ahora fuera de su control. El desplazado presidente Burhanuddin Rabbani, quien se refugió en el norte tras la caída de Kabul, ha urgido a Pakistán a restringir a Talibán.
El apoyo a las milicias de Talibán provino del apoyo de grandes sectores de la población, en especial zonas habitadas por pushtus, y del exterior, quizá de los servicios secretos paquistaniés, según analistas.
En junio del año pasado, el primer ministro Nawaz Sharif alteró la política de Afganistán cuando dijo a su canciller que quería ver "resultados rápidos" en la resolución de la crisis afgana, para poder obtener los beneficios económicos de la apertura de Asia Central, rica en Petróleo.
La política actual de Islamabad hacia Afganistán se basa en dos elementos: la construcción de contactos con todas las facciones afganas y los esfuerzos por restaurar relaciones con poderosos vecinos como Irán y Rusia.
Durante la cumbre de la Conferencia de la Organización Islámica, realizada en diciembre en Teherán, el primer ministro Sharif se preocupó por asegurar al líder espiritual iraní Ayatollah Ali Jamenei y al presidente, Mohammed Jatamí, que Pakistán no tiene otros motivos que el deseo de la paz en los veicnos que lo rodean.
La participación personal de Sharif más la incapacidad de la Alianza del Norte para gestionar victorias militares significativas contra Talibán hizo decrecer las sospechas de Irán de que Islamabad buscaba la victoria total de Talibán. (FIN/IPS/tra-en/nz/an/lp/ip/98