Seis presos murieron en tres cárceles de Venezuela, cuatro de ellos asesinados a balazos, en los primeros dos días de 1998, confirmaron hoy las autoridades.
Además, las riñas en las prisiones dejaron cuatro heridos -uno de ellos baleado- , y las requisas permitieron incautar una vez más armas, drogas y licores camuflageados en envases de refrescos, descubrir un túnel y recapturar a una evadida.
Desde hace años, las 34 cárceles donde se hacinan 25.000 presos, 70 por ciento procesados sin sentencia, son el principal desafío para la justicia y para la vigencia de los derechos humanos en Venezuela.
En Yare I, prisión ubicada 30 kilómetros al este de Caracas, tres reclusos fueron muertos en sus celdas entre la noche del 31 de diciembre y la madrugada del 1 de enero, en un ajuste de cuentas.
Los occisos presentaban tiros de gracia en la nuca. En Yare II, cárcel vecina de la antes citada, otro interno fue herido gravemente de un disparo, lo que comprueba la persistencia del tráfico de armas tras los muros de las prisiones venezolanas.
En La Planta, cárcel de Caracas diseñada para 600 detenidos que debían dedicarse al trabajo artesanal y alberga 2.000 casi totalmente librados al ocio, un preso fue muerto de un balazo en el pecho al producirse una riña en la enfermería.
Desde Tocuyito, prisión 180 kilómetros al oeste de la capital, llegó el informe de otros dos reclusos muertos, sin precisarse el tipo de armas con las que fueron asesinados. Varios heridos con armas blancas dejaron riñas en diversas cárceles del país.
Cuando las autoridades requisaron el pabellón más conflictivo de La Planta -reclusorio original del muerto en la enfermería- encontraron que los presos habían iniciado la construcción de un túnel, y en envases de bebidas gaseosas guardaban alcohol, drogas y proyectiles calibre 38.
La vigilancia escasa o corrupta -hay un guardián por cada 200 presidiarios- sobresale en medio de un rosario de problemas: retardo procesal, hacinamiento, no clasificación, ocio, violencia, insalubridad, enfermedades, tráfico de armas y drogas, vejaciones, ajustes de cuentas y corrupción administrativa.
En 1997 perecieron 240 presos: uno cada 36 horas. En años anteriores, incendios o masacres causaron más de una muerte por día en los centros de reclusión de este país, que se ufana por su abolición de la pena de muerte en 1863. (FIN/IPS/jz/ff/hd/98