La grave crisis económica de Tailandia llevó a dirigentes políticos y sociales a apelar al patriotismo y lanzar una campaña de solidaridad de recaudación de fondos a la que muchos consideran inútil frente a la magnitud del problema.
La iniciativa "Thai chuay thai" ("Tailandés ayuda a tailandés"), que comprende campañas de austeridad y de movilización de fondos para reforzar las arcas del Estado, obtuvo reacciones diversas.
Algunos la elogian pero otros la consideran una forma poco eficaz para resolver la crisis, un ejemplo más de la ola de nacionalismo que cubre a los países asiáticos que sufren problemas económicos.
El nacionalismo se aprecia en la retórica antioccidental del primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, y en las manifestaciones populares contra las condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a Corea del Sur.
También queda en evidencia en las donaciones de oro ofrecidas por los ciudadanos coreanos para ayudar a pagar los préstamos del país. Las autoridades del Banco Central de Filipinas pidieron a los ciudadanos que vendan sus dólares para ayudar a estabilizar el peso.
"Unámonos en esta hora de crisis, no podemos confiar en los extranjeros", es el mensaje que se escucha en cada país.
Las monedas de la mayoría de los países asiáticos se depreciaron de forma drástica desde julio, mientras docenas de instituciones financieras sufrieron colapso y miles de empleados quedaron sin trabajo.
Mientras las monedas de Tailandia e Indonesia cayeron más de 100 por ciento frente al dólar, esta semana el won de Corea del Sur y el ringgit de Malasia se depreciaron 90 y 30 por ciento. El peso filipino se encuentra 70 por ciento por debajo de su valor previo a la crisis monetaria.
La campaña "Thai chuay thai" fue lanzada el mes pasado por el conocido monje budista y predicador Phra Phayom Kallayano, que estableció un fondo para ayudar al gobierno a capear la crisis.
La campaña fue adoptada oficialmente por el gobierno de Chuan Leekpai y apoyada incluso por políticos opositores y las fuerzas armadas.
"Hay 60 millones de habitantes en Tailandia. Si un millón están de acuerdo conmigo y aportan, podremos tener mucho dinero para hacer muchas cosas", dijo Phra Kallayano en la ceremonia de lanzamiento del fondo, que recaudó hasta el momento más de 19.200 dólares.
En los últimos días, el comandante del ejército, general Chettha Thanajaro, apeló a los tailandeses a vender sus ahorros de moneda extranjera para ayudar a estabilizar el baht, que tocó fondo esta semana con 52 unidades frente al dólar.
"Le pido a todos los partidos que cooperen y demuestren su unidad. No me preocupa la cantidad de dinero que recaudemos", dijo Chettha.
La campaña del ejército tailandés fue organizada por la Administración Metropolitana de Bangkok, la Asociación de Banqueros, la Federación de Industrias y otros grupos privados.
Los ciudadanos que participen en la campaña y cambien su moneda extranjera por valor de 50 dólares recibirán un prendedor que reza "Estoy ayudando a la nación" para demostrar su aporte durante la peor crisis económica sufrida por Tailandia en más de 50 años.
Otras ideas que se manejaron como parte de la campaña son pedir a los empleados de gobierno que acepten voluntariamente el recorte de sus salarios, movilizar el oro de particulares hacia las arcas del Estado para reforzar las reservas y emitir bonos a los tailandeses en el exterior para recaudar moneda extranjera.
Se estima que el Ministerio de Finanzas podría apelar al sentimiento patriótico de los tailandeses residentes en el exterior, luego de que la clasificación de Tailandia en el crédito internacional descendiera en las últimas semanas al rango de bonos "junk" (chatarra) o de alto riesgo.
Pero algunos intelectuales tailandeses afirman que las iniciativas de recaudar fondos del público o reducir los salarios de los burócratas son inadecuadas, dada la escala de los problemas del país.
"Los fondos recaudados nunca bastarán para cubrir la deuda externa de Tailandia", advirtió Prawase Wasi, destacado crítico social y activista por la democracia quien sugirió medidas como la adopción de un impuesto a la herencia, la redistribución de la tierra y la descentralización del poder económico.
Tailandia tiene una deuda externa de casi 100.000 millones de dólares, gran parte en préstamos de corto plazo que vencerán el próximo año.
Otros critican lo que consideran el intento de la elite urbana, integrada por políticos, burócratas y empresarios, de imponer la carga de la deuda tailandesa a todo el país.
Los críticos sostienen que lo correcto sería que los deudores paguen por su cuenta ya que, arguyen, el crecimiento económico de los años 80 sólo benefició a un puñado de tailandeses que también son los responsables de la actual crisis económica debido a los préstamos excesivos y las malas inversiones.
Casi 80 por ciento de la deuda externa de Tailandia corresponde al sector privado y muchos opinan que las medidas del gobierno, como el costoso rescate de instituciones financieras, revelan un empleo erróneo de los fondos públicos para ayudar a grupos de intereses privados.
Esta opinión se generalizó luego de la declaración de bienes, obligatoria según la nueva constitución de Tailandia, realizada en diciembre por miembros del gabinete ministerial saliente del ex primer ministro Chavalit Yongchaiyudh y que reveló la riqueza desproporcionada de muchos políticos y sus esposas.
Los detractores de la campaña sostienen que esta intenta tapar las divisiones sociales y económicas del país al llamar a la unidad del pueblo tailandés y apelar al orgullo nacionalista.
Numerosos analistas políticos señalaron que en la raíz de los problemas económicos de Tailandia se encuentran las diferencias de la distribución de la riqueza, mantenidas en su lugar mediante años de represión de quienes exigen el cambio.
Tailandia se encuentra entre los primeros cinco países del mundo con mayor desigualdad del ingreso. Los últimos estudios revelan que mientras el 20 por ciento más pobre de la población sólo recibe 5,6 por ciento del ingreso nacional, el 20 por ciento más rico acumula el 52,7 por ciento.
"La paradoja del nacionalismo que la elite política intenta fomentar es que va de la mano junto a iniciativas para vender una gran parte de la economía a los extranjeros", opinó Tavivoot Puntargvivat, de la Universidad de Mahidol, de Bangkok.
En las últimas semanas, el gobierno tailandés, enfrentado a la bancarrota generalizada de los sectores inmobiliario y financiero, flexibilizó varias leyes para permitir que empresas extranjeras tengan una participación mayor en firmas nacionales.
Las autoridades también apuestan a los dólares aportados por los turistas este año para revivir la debilitada economía.
De hecho, varios comentaristas de los medios de comunicación advirtieron que una gran parte de la economía podría terminar siendo propiedad de extranjeros, lo que amenazaría la soberanía del país.
Tailandia, que se jacta de ser el único país del sudeste de Asia que nunca fue colonizado, podría llegar a ser, afirman, una subsidiaria de las compañías extranjeras que aprovecharon la apertura de la economía durante la crisis y gestionan con fuerza para que esta se abra aun más a la inversión del exterior.
El FMI, que organizó un paquete de rescate de 17.000 millones de dólares para Tailandia, también impuso la liberalización de la economía como condición para desembolsar los fondos.
"La campaña actual es un débil intento de la elite de imitar el nacionalismo militante del estilo japonés y coreano", dijo Tavivoot.
"No funcionará a menos que hayan cambios más profundos en la sociedad tailandesa que la hagan más igualitaria, la única forma de que los ciudadanos tengan la auténtica posibilidad de proteger los intereses nacionales".
Si la crisis económica no mejora pronto, los impulsores del nacionalismo tailandés podrían ser testigos de la disconformidad del pueblo por haber administrado mal al país durante todos estos años, obligándolos a pedir paquetes de rescate del exterior que vienen acompañados de condiciones humillantes. (FIN/IPS/tra-en/ss/js/aq-mj/ip if/98