PERU: Esplendor y miseria en los lavaderos de oro

Huaypethue, capital virtual de los lavaderos de oro en la selva peruana, tiene unos 1.300 habitantes permanentes, 67 bares, 19 prostíbulos y ninguna iglesia.

Los cinco policías de Huaypethue, al mando de un teniente, recogen entre tres y cinco muertos o heridos los fines de semana en este poblado minero de pocas calles, sin agua potable ni energía eléctrica pública.

Esta ciudad no existe oficialmente, aunque hay una oficina de recaudación tributaria, otra del Ministerio de Trabajo, varias agencias bancarias y el centro urbano atiende a una población de 75.000 personas que llegan los fines de semana, o por lo menos una vez al mes según Juan Ojeda, autonombrado alcalde.

Ojeda, cuya autoridad edilicia nadie discute porque todos necesitan un gobierno local civil, ha gestionado la presencia de un juzgado, una fiscalía y la delegación policial.

Según cifras oficiales, más de 45.000 "gambusinos" (lavadores de oro) trabajan en el río Madre de Dios y sus afluentes para 256 empresas mineras formales y un número no determinado de microempresas informales, que en conjunto producen 15 toneladas anuales de oro fino, el 20 por ciento de la producción de Perú.

Se estima en 40 por ciento del total producido la cantidad de oro que sale ilegalmente, sin pagar impuestos, hacia Bolivia y Brasil, cuyas fronteras están cercanas y a las que se puede llegar en lancha, o flotando en balsa.

Cuando surgió la fiebre del oro en el río Madre de Dios y sus afluentes, a fines de la década del 70, se trabajaba a mano, con "cholobombas", como se llamaba a los campesinos indígenas procedentes de la sierra que alimentaban con baldes de agua del río las canaletas de lavado de arena aurífera.

En esos años eran frecuentes las versiones de tráfico o secuestro de niños y adolescentes para hacerlos trabajar en los lavaderos apresados por deudas interminables, y la asociación europea Radda Barnen instaló una agencia para recoger denuncias y rescatar niños.

Ahora las denuncias de trabajo infantil en condiciones de semiesclavitud han disminuido, porque la producción se ha mecanizado, se utilizan bombas gasolineras y las empresas más grandes emplean maquinaria pesada.

Según cifras oficiales, las 256 empresas concesionarias registradas en el río Madre de Dios han adquirido en los dos últimos años 430 cargadores frontales, 113 camiones, cinco retroexcavadoras y cinco tractores de oruga.

Pero la semiesclavitud de menores ha sido reemplazada por otra lacra: la acelerada depredación originada por los procedimientos mecanizados.

El sacerdote Xavier Arbev, director de una asociaicón radicada en Puerto Maldonado, capital del departamento de Madre de Dios, sostiene que las empresas formales e informales arrojan a los ríos 35 toneladas anuales de mercurio, utilizado para separar el oro en polvo de la arena.

El venenoso mercurio contamina los ríos y los biólogos que trabajan en el proyecto del Parque Nacional del Manu, situado cerca, han encontrado contaminados los peces y plantas que sirven de alimento a las comunidades nativas de la región y a los propios mineros.

Además, el empleo de retroexcavadoras, cargadores frontales y dragas destruye la vegetación de 15.000 hectareas al año, al ensanchar excesivamente el lecho de los ríos, que quedan convertidos en desérticas playas de arena y piedras.

La mayor parte de las transacciones de oro extraído de esta manera en la zona se realiza en cobertizos convertidos en oficinas, o en puestos callejeros en las puertas de restaurantes y bares de la calle 9 de Enero, en Huaypethue.

Según Guillermo Medina Cruz, jefe de la oficina encargada de la pequeña minería del Ministerio de Energía y Minas, actualmente ningún gambusino puede ser engañado, como antes, sobre los precios del oro, pues la radio local emite tres informativos diarios con las cotizaciones internacionales.

La mayor parte del oro, sobre todo el obtenido por las microempresas informales, es vendido localmente a los "acopiadores", que miden químicamente la pureza, pesan y pagan al precio del día y luego lo trasladan a los compradores mayoristas de Cusco o lo sacan ilegalmente a Brasil o Bolivia.

Para desalentar el contrabando y hacer más competitiva la producción aurífera, el Estado exige a los acopiadores cobrar y retener el 18 por ciento del impuesto comercial, porcentaje que se devuelve a los productores o compradores locales si el metal es exportado legalmente.

Huaypethue está actualmente en crisis por la caída de los precios internacionales del oro, muchos de los compradores de maquinaria pesada para extraer y lavar la gravilla aurífera no pueden pagar las elevadas letras por los equipos adquiridos y están renegociando sus contratos con sus acreeedores. (FIN/IPS/al/dg/pr-if/98

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