Turquía, Israel y Estados Unidos iniciarán el lunes ejercicios navales conjuntos en el este del Mediterráneo, tras meses de postergación y gestiones diplomáticas, mientras gobiernos árabes de Medio Oriente plantean estrategias ante la nueva relación militar de los tres países.
La profundidad del compromiso de Ankara quedó en evidencia el mes pasado cuando, tras un llamado de los 55 miembros de la Organización de la Conferencia Islámica en Teherán a que sus integrantes no tuvieran relaciones militares con Israel, el presidente de Turquía Suleyman Demirel abandonó la reunión un día antes de su cierre.
Por casualidad o intención, el ministro de Defensa Yitzhak Mordechai disfrutaba en ese momento hospitalidad turca en Ankara, durante un viaje diseñado para consolidar la presencia militar de Israel en Turquía.
Previstos originalmente para agosto, los ejercicios navales fueron pospuestos por insistencia de Necmettin Erbakan, primer ministro turco entre julio de 1996 hasta junio de este año, quien quiso cancelarlos.
Una vez que Erbakan fue desplazado a solicitud de generales turcos interesados en fortalecer lazos militares con Israel, desapareció el último obstáculo a las maniobras militares.
Ankara y Washington restaron importancia al significado de estos ejercicios, describiéndolos como meras operaciones de búsqueda y rescate que no implican amenaza alguna para la región.
Estas declaraciones no fueron tomadas en serio, ni siquiera por Egipto, aliado de Washington que firmó un acuerdo de paz con Israel en 1979, y mucho menos por Siria, Iraq e Irán, que comparten fronteras con Turquía.
Las próximas maniobras son la última manifestación de un proceso que se remonta a mediados de la década de 1980, cuando Ankara firmó un acuerdo militar secreto con Israel para modernizar los aviones de combate estadounidenses F-4 Phantom de la fuerza aérea turca.
El acuerdo de Oslo de 1993 entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina, reconocida por Ankara, removió las últimas inhibiciones políticas que tenía Turquía en relación a los vínculos con el estado judío.
Desde entonces los lazos militares entre ambos países crecieron rápidamente, con la firma de un amplio acuerdo militar a comienzos de 1996, y hay informaciones de que Ankara podría comprar tanques Merkava de fabricación israelí para sus fuerzas armadas.
La profundidad de la existente cooperación turco-israelí entre sus fuerzas aérea y naval quedó en evidencia a comienzos de julio de 1997, tres semanas después de la renuncia de Erbakan.
En ese mes, helicópteros militares israelíes despegaron de un barco de guerra en el este del Mediterráneo hacia Kirrikale, 50 kilómetros al este de Ankara, para ayudar a extinguir un incendio en una planta de municiones turca.
Siria e Irán están alarmados ante la profundidad de los lazos militares y de inteligencia entre Turquía e Israel.
Bajo un pacto de cooperación militar entre Israel y Turquía en 1996, cuyos detalles han sido recientemente divulgados en un boletín informativo de Londres, Israel puede mantener ocho aviones de guerra permanentemente en Turquía a cambio de que Ankara estacione igual número en Israel.
Supuestamente, el objetivo de este acuerdo es permitir a Israel alcanzar las instalaciones nucleares de Irán.
Es ampliamente conocido que bajo la cobertura de ejercicio de entrenamiento aéreo del pacto militar de 1996, los aviones de guerra de Israel volaron cerca de la frontera turco-iraní.
Los aviones de Israel también volaron junto a la frontera turco- siria. Ankara también permite a Israel tener estaciones de vigilancia en las montañas cerca de la frontera siria.
Mientras la hostilidad de Israel hacia Siria está basada en el control de los Altos del Golán, capturados por Israel en 1976, la mala disposición de Turquía hacia Damasco proviene del respaldo que Siria entrega a las guerrillas del Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK).
El PKK, que lucha con Ankara desde 1984 por un Kurdistán autónomo, mantiene instalaciones para capacitar a sus activistas en el este de Líbano, una región con gran presencia militar siria.
El presidente sirio, Hafez Assad, admite que puede presionar a Ankara para que renuncie a completar su programa de construcción de tres represas sobre el río Eufrates, el cual privaría a Siria (e Iraq) de muy necesaria agua para irrigación.
Una represa, nombrada como el líder turco Mustafa Kemal Ataturk, ya está finalizada. Las actuales señales son que Turquía no resistirá la presión de Siria.
Consciente de esto, Assad se embarcó en una política de conciliación con el presidente Iraquí Saddam Hussein, empezando con relaciones económicas, aunque dentro de los límites fijados por las resoluciones del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.
Irán ha tenido extensas relaciones comerciales con su vecina Turquía, su único vínculo terrestre con Europa. Estas mejoraron extensamente durante el período en que Erbakan fue primer ministro y firmó un contrato por 23.000 milloes de dólares por gas natural iraní durante 20 años.
Pero cuando, para equilibrar el pacto militar de Turquía con Israel, Erbakan propuso un acuerdo de cooperación de su industria militar con la de Irán, fue desalojado por sus generales.
Todo lo que Teherán puede hacer para enfrentar la amenaza de Israel desde su frontera noroeste es mejorar las relaciones diplomáticas y económicas con Iraq, que comparte su oposición hacia Israel.
Si Irán y Siria, aliados estratégicos desde 1980, descongelaran sus relaciones con Iraq, la creación de un frente este contra Israel sería una posibilidad. Si esto relaja las relaciones militares entre Israel y Turquía o las tensa es cuestión de conjetura. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/lp/ip/98