El presidente de Cuba, Fidel Castro, libró al Papa Juan Pablo II de toda culpa en la caída del socialismo en Europa y calificó al máximo líder de la Iglesia Católica como un "dolor de cabeza" para el imperio.
Menos de una semana antes del inicio de la visita del pontífice a este país, el mandatario cubano sustituyó la imagen tan generalizada del Papa como destructor del comunismo por la de un ángel de los pobres.
Es un "invento" querer atribuir a Juan Pablo II la responsabilidad de lo que ocurrió al socialismo en Polonia y en los restantes países de Europa del este, comentó Castro y aseguró que asistirá a una de las misas que oficiará el prelado en la isla.
"Debemos recibir al Papa como un hombre que se preocupa por muchos e importantes problemas del mundo contemporáneo", dijo Castro en una exhortación a toda la población a asistir a las misas.
Castro empezó a hablar a las nueve de la noche del viernes (hora local) y terminó cuando faltaban cinco minutos para las tres de la madrugada de este sábado, en una conferencia de prensa que fue transmitida en vivo por los dos canales de la televisión estatal.
El presidente no realizaba una presentación especial ante las cámaras de la televisión desde la "crisis de los balseros" de agosto de 1994, cuando se produjo el éxodo masivo por las costas de unas 30.000 personas.
Acostumbrados a asociar este tipo de presentación a momentos difíciles, los espectadores en la isla apreciaron el optimismo del presidente cubano por los resultados de las elecciones del día 11 y en espera de la visita papal del 21 al 25 próximos.
El mandatario, de 71 años, que se mantiene en el poder hace 39 años, valoró la asistencia a las urnas del 98,35 por ciento de los electores como "uno de los más grandes triunfos políticos que ha tenido la revolución" desde su triunfo en 1959.
El mensaje quiso dejar claro que el éxito de la visita papal corresponderá tanto a la Iglesia Católica como al gobierno, que, además de recorrer juntos este camino, pueden tener muchos puntos de coincidencia.
Castro afirmó que los que quieren liquidar al proceso revolucionario se oponen a la visita del Papa a Cuba y lo quieren presentar como ángel exterminador de socialismos, comunismos y revoluciones.
"Le están achacando una responsabilidad que no tiene", dijo, y comentó que Juan Pablo II no era ni el secretario general del Partido Comunista ni el presidente de la Unión Soviética para responsalibilizarlo de la destrucción de ese país.
En un intento por establecer la diferencia entre la historia d la revolución cubana y la de los países ex socialistas de Europa, Castro advirtió que los errores que se comentieron en la implantación del socialismo en Polonia deben haber influido en Carol Wojtila, como sucedió con millones de polacos.
En Polonia no se tuvieron en cuenta las condiciones concretas de ese país, desde su fuerte sentimiento nacionalista hasta la enorme influencia del catolicismo, y se implantó un modelo esquemático y antidialectico de marxismo-leninismo, señaló.
"Tengo la más absoluta convicción de que el Papa no se dedicó a la política, trabajó activamente en una lucha que es de carácter político pero se consagró realmente a sus ideas religiosas, a la iglesia, que era su vocación", opinó.
Y defendió a Juan Pablo II asegurando que no lo iba a "acusar de comunista" pero que los que lo vinculan con la destrucción del socialismo "no lo conocen, lo subestiman, al igual que a su inteligencia, su carácter y su pensamiento'.
Dicen que el Papa llega a Cuba a un encuentro con "el demonio de Castro, en el último bastión comunista", cuando se debería ver como "el encuentro de dos ángeles amigos de los pobres, o tal vez, mejor, del ángel y el demonio en favor de los pobres", comentó.
Castro advirtió que después del fin de la guerra fría el Papa se convirtió en un dolor de cabeza para el hegemonismo unipolar de Estados Unidos, el sistema y la política económica que están tratando de imponerle al mundo.
"Es difícil encontrar algún problema social de los que azotan al Tercer Mundo que no haya sido abordado por el Papa. El se ha constituido en permanente crítico de la globalización neoliberal e implacable adversario del neoliberalismo", afirmó Castro.
Estimó que Cuba podría suscribir una gran cantidad de esos conceptos sobre los principales temas de interés internacional y que están dirigidos contra lo que preconizan el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y Estados Unidos, "como expresión de una política social".
Para demostrar las coincidencias entre Cuba y el Vaticano, Castro citó fragmentos de intervenciones de Juan Pablo II contra la pobreza, el subdesarrollo, el analfabetismo, la explotación, la dependencia económica y política y las guerras.
Destacó también como "realmente bueno" que, en un momento de crisis ideológica tras la desaparición del socialismo, el jefe de la Iglesia Católica haga lo que políticos que se consideran progresistas no se atreven a hacer. (FIN/IPS/da/dfg/ip-cr/98