El Estado creó en Cuba 67.300 empleos el pasado año, a pesar una reforma empresarial en curso que incluye la reestructuración o racionalización de más de medio millón de puestos de trabajo.
El viceministro de Trabajo y Seguridad Social, Conrado Valladares, atribuyó la creación de los nuevos puestos al avance de la economía, que creció 2,5 por ciento en 1997.
Aunque la producción de azúcar fue de sólo 4,2 millones de toneladas, frente a una previsión oficial de 4,5 millones, 15 de las 21 ramas industriales reportaron importante crecimiento, entre ellas los sectores del níquel, de acero y cemento.
El turismo, una de las más atractivas fuentes de trabajo en la isla, que emplea a 70.000 personas de modo directo y a 140.000 indirectamente, comprendió este año a 1,17 millones de visitantes y los ingresos que aporta aumentaron 12 por ciento.
La reanimación económica, aunque incipiente, permitió, a partir del primer semestre de 1996, detener la caída del empleo que se verificaba desde 1991 en el sector estatal civil, según Valladares.
La desocupación total fue en 1996 de ocho por ciento de una población económicamente activa de 6,6 millones de personas.
Hasta el momento el gobierno, no ha revelado las cifras oficiales de desempleo correspondientes a 1997. Expertos locales estiman que el índice se situó entre seis y siete por ciento.
La crisis económica que afecta a este país socialista desde 1990 provocó carencias generalizadas, el corte planificado de electricidad, déficit de los servicios públicos más necesarios y el cierre de no pocas fábricas y empresas.
El producto interno bruto cayó 34,8 por ciento entre 1990 y 1993 y, aunque empezó a recuperarse en 1994, ciertos economistas indican que su crecimiento es aún insuficiente, y llevará casi una década recuperar lel nivel de 1989.
Fuentes especializadas atribuyen la crisis a la combinación de los efectos de la pérdida de los socios comerciales del antiguo campo socialista, del bloqueo de Estados Unidos y de errores en la conducción ecoómica.
Hacia 1995, expertos calcularon que la aplicación de reformas en el sistema empresarial, incluida la restructuración laboral, afectaría directamente entre 500.000 y 700.000 puestos de trabajo.
Conocida como el "redimensionamiento" de la economía estatal, la reforma incluye la reconversión tecnológica, la supresión de compañías "gigantes" ineficientes y su conversión en pequeñas o medianas empresas, y la eliminación del subempleo.
Valladares informó a una emisora de radio que 77 por ciento de la fuerza laboral en la isla trabaja en áreas del Estado, tres por ciento en el sector mixto emergente y 20 por ciento en el área no estatal.
El llamado sector mixto emergente está formado por asociaciones de empresas cubanas y extranjeras y cobró fuerza a partir de los primeros años de esta década, cuando las autoridades abrieron las puertas a la inversión foránea.
De acuerdo con el Ministerio de Inversión Extranjera y Colaboración Económica, hasta diciembre funcionaban unas 300 asociaciones con capital extranjero en 34 ramas de la economía.
Mientras, el sector no estatal agrupa a trabajadores de las empresas de propiedad cooperativa establecidas en el campo y a unas 161.350 personas que se desempeñan por cuenta propia.
Estadísticas oficiales indican que entre 1990 y 1995 se racionalizaron 120.000 plazas como consecuencia del cierre de una larga lista de fábricas y empresas, en algunos casos por escasez de materias primas y en otros por ser deficitarias.
Pero las personas "racionalizadas" contaron con garantías salariales hasta que su entidad empleadora les hiciera alguna propuesta de empleo o de recalificación, opción que podía ser aceptada o descartada.
"Nadie quedará desamparado ni abandonado a su suerte", reiteran las autoridades, que dieron luz verde a la reforma y, al mismo tiempo, exigen su aplicación paulatina, para evitar traumas sociales. (FIN/IPS/da/ff/lb if/98