/CIUDADES DEL MERCOSUR/ VENEZUELA: Comercio informal pierde mercado de Caracas

Los tractores de demolición se paseaban el viernes, vencedores, sobre las ruinas de La Hoyada, el mayor mercado de comercio informal de la capital de Venezuela, demolido al comenzar 1998 para dar lugar a un céntrico parque deportivo.

Dueños y trabajadores de los 3.500 comercios de ropa, calzado, prendas y enseres livianos, apretujados en ese centro de construcción improvisada, cesaron toda resistencia el 31 de diciembre, tras un acuerdo impuesto por la alcaldía.

En La Hoyada chocaron la búsqueda de espacios para humanizar el inhóspito centro de Caracas con la necesidad de ganarse la vida de quienes, como vendedores, son "punta del iceberg" de la economía informal, que ocupa a la mItad de la población económicamente activa de Venezuela.

El vencedor en ese choque y principal beneficiario político de la demolición es el alcalde socialdemócrata Antonio Ledezma, a pesar de su afirmación de que no le importa "perder votos con tal de tomar estas medidas en beneficio de la ciudad".

"Quedamos sin trabajo", dijo Milagros Rondón, dirigente de una de las asociaciones de comerciantes de La Hoyada, mientras cerca de ella Leida, una vendedora con lágrimas en los ojos, recogía apresuradamente la tarde del día 31 la ropa infantil que no pudo rematar en sus horas finales por el mercado.

En contraste, desde los edificios cercanos llovieron vivas y aplausos de residentes de la zona cuando, al mediodía del 1 de enero, Ledezma dio la orden de marcha a los tractores para que lanzaran palas y orugas sobre el mercado.

La Hoyada es un área en pleno centro, adyacente a una gran estación del metro, a dos importantes avenidas y a la mayor terminal de ómnibus de larga distancia del país. Por la zona transita entre uno y dos millones de personas al día.

En un espacio municipal de un par de hectáreas fueron reubicados "provisionalmente" en 1989, cuando la ciudad todavía no elegía alcalde, miles de vendedores ambulantes que entonces atestaban aceras de varias calles y plazas en el casco citadino.

Paulatinamente, los vendedores convirtieron sus tarantines en cubículos edificados con materiales permanentes, y llegaron a tener desde depósitos hasta restaurantes populares y aun consultorios médicos y barberías.

Las autoridades de la ciudad, mientras tanto, incluyeron el área en los planes del Parque Vargas, una sucesión de avenidas, paseos peatonales, espacios comerciales y recreativos para aliviar la jungla de cemento en que devino el casco histórico.

La prédica con el ejemplo fue escasa. Se mantuvo la insalubre terminal de ómnibus, y en otro flanco del "trébol" que en La Hoyada forma el cruce de avenidas se autorizó la instalación de circos y parques de diversiones mecánicas.

El rescate para la ciudad de esos terrenos ha sido por años una solución con apoyo unánime pero sin aplicación efectiva. "Tengo la certeza de la demolición, pero no lo creo", dijo el propio presidente Rafael Caldera, según recordó Ledezma.

El alcalde, que ya ha cumplido dos de sus tres años en el cargo, lanzó el programa de la demolición con fecha límite en la Navidad de 1997. Así comenzó una medición de fuerza con los miles de ocupantes y las 18 asociaciones que los representaban.

Los comerciantes perdieron la batalla legal a mediados de diciembre y las partes discutieron acuerdos, sin éxito durante semanas, para conciliar la demanda de urbanismo con la necsidad de trabajar de los informales.

Para presionar, los vendedores ocuparon sucesivamente en los días finales de 1997 la sede regional de Acción Democrática (AD), el partido de Ledezma, y la catedral de Caracas. Varios grupos amenazaron con atrincherarse junto a sus familias para resistir la demolición el día de Año Nuevo.

Esa "inmolación" no se produjo, al aceptar las 18 asociaciones un convenio. La alcaldía les venderá un terreno un kilómetro hacia el este de La Hoyada, donde podrán instalarse a condición de que se construya un centro comercial moderno.

Unos 800 vendedores serán aceptados "provisionalmente" en un flanco de La Hoyada también usado por vendedores pero que disponen de un amparo judicial para permanecer hasta junio. Según el acuerdo, solo venezolanos podrán acceder a ese espacio.

En Venezuela, país de 22,5 millones de habitants, residen de forma legal 1,2 millones de extranjeros, la mitad colombianos. Autoridades y organizaciones no gubernamentales coinciden en que al menos otro millón vive allí en la clandestinidad.

De los 9,3 millones de personas que constituyen la población activa del país, la mitad está empleada en el sector informal de la economía. En Caracas, decenas de miles se dedican a la venta no fiscalizada y a menudo ambulante de alimentos, ropa, enseres, prendas y abalorios.

El desaparecido mercado de La Hoyada empleaba de forma directa o indirecta a unas 15.000 personas. La alcaldía estimó su volumen anual de ventas en 700 millones de dólares, con unos dos millones de dólares de impuestos evadidos.

La demolición producirá una diáspora. La propia alcaldía ha ofrecido unos 5.000 espacios junto a zonas comerciales y residenciales populares para que se ubiquen los desplazados de La Hoyada, lo cual ratifica la división social de la ciudad entre un centro y oeste pobre y un este rico sin informalidad.

Pero la demolición también trae un aire refrescante. En las áreas donde estuvo el mercado, sumadas a las que albergan la terminal de pasajeros y el área de diversiones mecánicas, se construirán dos canchas de fútbol, cuatro de baloncesto, y áreas para deportes individuales como trote, ajedrez y patinaje.

Ledezma, un dinámico político de 40 años, se ha anotado un triunfo que repercutirá en la nominación de un candidato presidencial por AD, partido de oposición moderada a Caldera cuya maquinaria electoral es considerada la más eficiente del país.

El firmamento para las elecciones presidenciales de diciembre está ocupado hasta ahora por cuatro precandidatos independientes, encabezados por por la ex reina de belleza Irene Sáez, seguida de Claudio Fermín (ex líder de AD), el ex militar golpista Hugo Chávez y el empresario Henrique Salas-Romer. (FIN/IPS/jz/mj/ip/98

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