El microcrédito reconstruye estilos de vida en Bangladesh, mientras libera a las mujeres de la dependencia económica de sus familiares.
Como en gran parte del sur de Asia, la vida de las mujeres pobres y rurales en Bangladesh se organiza alrededor de tres figuras masculinas, el padre en la infancia, el marido después del matrimonio y el hijo en la vejez.
La inmensa contribución de las mujeres en la crianza de los niños, las tareas domésticas de alimentación y limpieza, el cuidado de los enfermos y los animales, pasa sin ser reconocida y mucho menos remunerada. A cambio, a menudo son acosadas por la dote.
El caso de Jamuna es un ejemplo. Tras casarse con un agricultor en la villa de Sujankati, en el distrito de Barisal hace pocos años, los primeros meses de feliz matrimonio se convirtieron en una pesadilla económica.
Pronto el matrimonio adoptó un modelo demasiado común. Jamuna se encontró expulsada de su vivienda, y se le dijo que no podría regresar hasta que sus padres no desembolsaran toda la dote.
Fue entonces cuando intervinieron vecinos que pertenecen a un grupo local de mujeres, y dijeron al esposo de Jamuna que si él se preparaba para recibir a su esposa, podrían lograr un préstamo para iniciar un pequeño negocio. La propuesta funcionó.
Ahora Jamuna es integrante de la sociedad de mujeres Doel, y desde que su esposo lleva adelante un puesto de venta de verduras iniciado con el préstamo, la armonía marital fue restaurada.
La historia de Jamuna ilustra la forma en que el microcrédito y la capacitación en la generación de ingresos puede hacer mucho para dar a la gente una oportunidad en un mundo azotado por la pobreza, la malnutrición, la enfermedad, y el analfabetismo.
El microcrédito entregado a las mujeres por cientos de organizaciones no gubernamentales (ONG) ayuda a transformar la imagen de un país que tuvo que construirse a partir de los escombros después de la independencia en 1971.
Aunque Bangladesh es predominantemente musulmán, las mujeres ignoran las leyes religiosas y dejan sus velos para tomar las ventajas del crédito rural. Más de cuatro millones de ellas se benfician de préstamos del Grameen Bank y organizaciones similares.
El impacto del flujo del crédito sobre las mujeres está en un evidente aumento en la proporción de mujeres que ingresan a la fuerza de trabajo y las escuelas. Además, menos niñas tienden a casarse muy jóvenes.
Un estudio revela que 46 por ciento de los hogares que tomaron préstamos del Banco Mundial y el Grameen por períodos mayores a ocho años cruzaron la línea de la pobreza. Otro 34 por ciento está a punto de hacerlo.
Informes de evaluación revelan que mujeres que tomaron préstamos fueron capaces de influir sobre las decisiones de sus familias y son menos dependientes de los hombres que el común de su género.
Los préstamos dieron a las mujeres nuevas identidades y autoestima, aunque el control y el acceso a los ingresos no siempre es satisfactorio, según los informes.
Para los bancos, las mujeres son buenos clientes, ansiosas de pagar los préstamos y gastar sus ganancias en la educación de sus hijos y la mejora de las condiciones de vida.
Casi dos millones de niños reciben ahora educación en escuelas informales instaladas por varias ONG. (FIN/IPS/tra-en/ti/rdr/lp/pr-dv/98