Los países de Asia atacados de espasmos económicos continúan ingiriendo las píldoras recomendadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero comienzan a dudar de la eficacia del tratamiento.
Algunos expertos dicen que la receta del FMI podría, de hecho, agravar la enfermedad que afecta a los tigres asiáticos.
No se trata de países como los de América Latina, Europa oriental o Africa, a los que el Fondo ha asistido en ocasiones anteriores, sino de economías con una alta tasa de ahorro interno y grandes reservas en divisas extranjeras. La medicina habitual puede ser contraindicada.
Países como Tailandia y Corea del Sur han concretado en los últimos meses aumentos a las tasas de interés y a los impuestos, así como recortes de gastos públicos y de créditos, bajo la suposición de que de ese modo se restablecería la confianza en sus economías.
Pero no existen evidencias de que esta prescripción haya generado confianza y que las desfallecientes economías de Asia oriental estén a punto de dar vuelta la esquina.
Por otra parte, aumentan las manifestaciones de protesta, pero eso no debería sorprender a nadie. Lo que sí es novedoso es que las voces de escepticismo no proceden solo de los críticos históricos del FMI, sino también de defensores del libre mercado.
El economista jefe del Banco Mundial, Joseph Stiglitz, dijo a comienzos de enero que el FMI, institución hermanada a aquélla para la que él trabaja, quizás estuviera empujando a Asia oriental rumbo a una recesión y no a la recuperación.
El FMI debería concentrarse en "las cosas que provocaron la crisis, no en las que hacen más difícil combatirla", dijo Stiglitz al diario estadounidense The Wall Street Journal.
Ajay Kapur, estratega bursátil de la firma UBS Securities, sostuvo que "el FMI se ha equivocado por completo en su análisis sobre Asia y en lugar de ser parte de la solución se ha convertido en parte del problema".
El primer ministro de Malasia, Mahatir Mohamad, habitual crítico del FMI, expresó las mismas dudas el mes pasado. "El FMI tuvo éxito en México, pero no parece funcionar en nuestros países. No debemos dar la misma medicina a todos los pacientes. Algunos son alérgicos, y la enfermedad empeora", dijo.
La duda es si el dolor que sufren los pacientes asiáticos es parte de un proceso de recuperación o si el tratamiento del FMI puede debilitarlos aun más.
Tailandia pretende ahora renegociar algunas de las condiciones del paquete de ayuda del FMI, pues, según técnicos del gobierno, impedirán el crecimiento económico. El país ya cumplió las metas de la institución multilateral en materia de reservas extranjeras y cuenta corriente de la balanza de pagos.
"El FMI debe ser más flexible. El crecimiento no puede sacrificarse por completo", dijo un operador financiero en Bangkok que recordó que Tailandia hizo todo para cumplir con los criterios de la organización internacional.
El gobierno de Corea del Sur también pretende que se aflojen los requisitos fiscales, pues le dejan poco espacio para reanimar la actividad económica de modo de generar empleos.
El FMI recomendó a Tailandia, Corea del Sur e Indonesia elevar las tasas de interés para alentar a los ahorristas a conservar sus cuentas en las monedas nacionales y desalentar la especulación.
Pero las tasas elevadas convierten al crédito en un lujo demasiado caro, lo cual perjudica al comercio y obliga a muchas firmas a reducir su personal.
El fondo aconsejó recortes en el gasto público, aumentos de impuestos y mejoras al régimen de recaudación con el fin de equilibrar las cuentas fiscales y alcanzar, en el caso de Tailandia, un superávit de uno por ciento del producto interno bruto.
Kapur sostuvo que estas condiciones constituyen "la fórmula habitual para crisis en América Latina, Africa y Europa oriental", por lo que se parecen al "tratamiento del médico del pueblo que prescribe píldoras rosadas sin importar la enfermedad".
La fórmula del FMI podría ser inútil en el caso de países que, a pesar de que sufren problemas, tienen superávit presupuestario y robustas reservas en divisas extranjeras. La tasa de ahorro en Asia oriental figura entre los más robustos del mundo.
El Fondo está acostumbrado a asistir a gobiernos mal administrados, no a sectores financieros imprudentes que prestaron demasiado. Fue la deuda privada, no la pública, la que desató la crisis.
Funcionarios de Corea del Sur ya están en Estados Unidos negociando con banqueros internacionales la reprogramación de la deuda a corto plazo, a pesar de que los bancos pretenden que el gobierno en Seúl asuma responsabilidad por el repago de deudas privadas.
Tailandeses e indonesios esperan que el gobierno en Washington los apoye en la renegociación de sus deudas.
Mientras tanto, prosiguen las protestas masivas contra el ajuste. En Indonesia, las manifestaciones son contra la remoción de los subsidios al combustible y los cereales y los aumentos de precios.
Las medidas de austeridad fiscal activaron una bomba de tiempo en un país que, en toda su historia independiente, no celebró una sola transición pacífica del poder de un gobierno a otro.
En Corea del Sur, el desempleo está poniendo fin a una cultura caracterizada por el empleo vitalicio. En este país, así como en Tailandia, se vivió una especie de catarsis política, pues eligieron nuevos presidentes en los últimos meses en medio de la crisis económica.
Pero Indonesia no tuvo una válvula de escape. El presidente Alí Suharto se limitó a confirmar que procuraría en marzo un séptimo período de cinco años en el poder.
Los próximos meses serán difíciles para los gobiernos de la región, que observan con atención la evolución del desempleo.
A fines de año, se prevé que la desocupación alcanzará a 3,7 millones de tailandeses y nueve millones de indonesios, con lo que un país pobre y exportador de mano de obra como Camboya sufrirá las consecuencias.
Países como Malasia y Tailandia eran, hasta hace poco tiempo, economías de pleno empleo con escasez de mano de obra.
Los ciudadanos ya acusan al FMI de muchos de sus problemas. Los carteles que rezan "abajo el FMI" proliferan en Seúl. Los intelectuales tailandeses acusan a la institución de ser una herramienta occidental para humillar a Asia.
"Si la crisis monetaria se maneja bien, Asia volverá a la senda del crecimiento. Pero si se maneja con la ortodoxia del FMI, los costos serán demasiado altos para la región y para el resto del mundo", pronosticó, ya en noviembre, Jeffrey Sachs, director del Instituto Harvard para el Desarrollo Internacional. (FIN/IPS/tra-en/js/ral/mj/if/98