La alcaldesa de uno de los municipios más ricos de América Latina, la venezolana Irene Saéz, pareciera destinada, de ganar las elecciones presidenciales dentro de un año, a promover una nueva corriente: el maternalismo político.
Saéz, Miss Universo en 1981 y que cumple 36 años el sábado 13, podría celebrar su siguiente aniversario como presidenta electa, en caso de que las encuestas actuales se proyecten sin mayores cambios a los resultados electorales del 6 de diciembre de 1998.
La alcaldesa de Chacao, uno de los cinco municipios en que está dividida Caracas, dejó claro este martes en un encuentro con corresponsales extranjeros que no formalizará su candidatura hasta el próximo trimestre, pero que sólo algún cataclismo la alejará de la batalla por suceder a Rafael Caldera.
"Lo estoy analizando", dijo sobre esa y otras interrogantes respecto a las coordenadas de su programa de gobierno, las respuestas ante la globalización económica, su receta para controlar la inflación u otros intentos de definición en los campos político y económico.
Su candidatura "es una inmensa responsabilidad" y decidió tomarse su tiempo para decidir "porque mujer precavida vale por diez" y porque legalmente el anuncio no debe formalizarse antes del año próximo, aunque otros hayan usado subterfugios en ese terreno.
Afirmó que en su eventual presidencia promoverá un cambio en favor de un país más justo y humano, que convierta a Venezuela en un estado "del primer mundo" moderno y ordenado, en el que "todos actuemos unidos en favor de la prosperidad".
Insistió que la promoción de la armonía y la humanización de la política son otros objetivos en un país donde existe en la actualidad "demasiada mezquindad". "Yo humanizo la política, yo humanizo la globalización y la inserción en ella de Venezuela", afirmó.
Dijo que para hacer un plan de gobierno, su sistema es "escuchar antes todos los planteamientos, para sentir la realidad". "Hay libracos de este tamaño", dijo, abriendo sus manos al referirse a los anteriores planes de la nación, y "los conozco todos".
Pero "esa no es la realidad de Irene Saéz, yo voy con mi gente y lo construyo en conjunto", para asegurar que lo primordial no es decidir como manejar las reservas o llegar o no a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Para ella, lo esencial es entender porque un niño pobre de un barrio de Caracas "no sabe si es bueno matar o no matar", como ha visto y promover un rescate de valores colectivos, "porque el Estado es también un cuerpo humano".
En uno de sus pocos pronunciamientos concretos, la alcaldesa afirmó que su relación con los militares es muy positiva y que su eventual presidencia no levantaría suspicacias castrenses, entre otras razones porque "conocen lo que valoro la meritocracia".
También anticipó que formal o informalmente -si esta figura no es aprobada hasta entonces- trabajaría con un primer ministro, un coordinador que gestione el día a día, mientras ella atendería la gobernabilidad en base a la armonía de poderes y sectores.
Saéz, que por ahora goza de los dividendos de la antipolítica en un país hastiado de un sistema partidocrático desde 1958, se mueve con habilidad en las generalidades, para sus críticos porque no tiene nada que decir y para sus defensores porque evita comprometerse antes de tiempo.
La dos veces alcaldesa, la última ocasión con 96 por ciento de los votos, tiene un sitial, según sus palabras, en todos los sondeos de opinión desde hace dos años, encabezando con ventajas de entre 20 y 15 puntos la lista de preferencias, dentro de un panorama electoral inédito para el país.
Los cuatro principales aspirantes son "candidatos sin partido", aunque en el caso de Saéz acepte tratando de mantener su imagen de independencia el respaldo de ellos, mientras que los partidos que han gobernado el país no tienen candidatos.
El el caso de Acción Democrática, su dirigente más carismático, Claudio Fermín, se marginó de la organización y ahora escolta a Saéz con un puntaje de 15 por ciento, frente a 32 por ciento de la alcaldesa, según un sondeo publicado el lunes.
En la segunda fuerza parlamentaria, el partido socialcristiano Copei, la directiva ha decidido jugarse la suerte con Saéz, pero la medida es resistida por aspirantes internos y requiere para concretarse una fórmula que no horade la imagen antipartido de la candidata.
El tercer aspirante en las preferencias según el mismo sondeo es Hugo Chávez, el coronel golpista que fracasó en su rebelión contra Carlos Andrés Pérez en 1992, y que es el polo de atracción del voto antipolítico más duro, con un 10 por ciento.
El cuarto figurante es el empresario y ex gobernador del industrial estado de Carabobo, Henrique Salas, con seis por ciento, pero el único en que hay concidencia entre los analistas de que no tiene opción de ser inquilino del palacio presidencial de Miraflores desde febrero de 1999.
Con ese escenario, Saéz no dudó en asumirse como un fenómeno digno de análisis sicológico y sociológico, al que ella misma no encuentra todas las claves para "lo que me acontece".
Aseguró que su reconocida capacidad de gerencia y "mi sintonía con el pueblo, del que vengo" son parte de la atracción de la parte mayoritaría del electorado dispuesto a votar, ya que la abstención supera a Sáez como fenómeno dentro de los sondeos.
"El Estado es la gente" y sus recursos le deben retornar en "calidad de vida, en armonía", para explicar que su éxito en Chacao es transferible a un esquema nacional, porque en esencia lo que hay que hacer es atender los requerimientos de la gente y gerenciar acertadamente ese proceso.
Rechazó que impulse el culto a la personalidad, mientras consciente o inconscientemente usó la tercera persona para referirse a sí misma en varias ocasiones y aseguró que "ser Irene Saéz me ha costado mucho y esa es mi dignidad".
"Mi compromiso es con mi país y el apoyo de la gente no es para que lo negocie sino para que la defienda", aseguró, mientras que consideró que "en momentos de tanta mezquindad, mi misión es unir el país para mi pueblo".
Saéz se definió a si misma como valiente, libre y disciplinada y que le gusta ser medida por hechos y hacerse entender con el ejemplo, mientras recurrió a una monja del colegio donde se educó para presentarse como "una cabilla (hierro de construcción) cubierta de terciopelo".
Aseguró que espera golpes bajos durante el año electoral, porque la política tiene mucho de "cruel y dañino". "Todos los misiles están dirigidos contra mí", afirmó, pero aseguró que "enfrente encontrarán mi dignidad".
Las versiones de que detrás de su candidatura están poderosos grupos financieros, como aseguran críticamente grupos feministas y adversarios políticos, las consideró parte de esa campaña y afirmó que su labor como imagen del quebrado Banco Consolidado fue clara y transparente.
Sobre los mayores problemas del país, los condensó en la falta de seguridad integral, incluyendo en ella la pobreza, la inseguridad alimentaria y personal, el desempleo, la falta de calidad de vida, la corrupción o la crisis educativa. (FIN/IPS/eg/jc/ip/97