El Papa Juan Pablo II llamó hoy a los jefes de Estado del mundo a implementar una "globalización en la solidaridad" y "sin marginalización" que implicaría un alivio de la deuda externa de los países más pobres antes del 2000.
En su mensaje previo a la XXI Jornada Mundial de la Paz que se celebrará el 1 de enero próximo, Juan Pablo II condenó del mismo modo la corrupción y la plaga de la usura.
Si el objetivo es una globalización sin marginalización, "no se puede tolerar un mundo en el cual viven lado a lado grupos de miserables, que no tienen ni siquiera lo esencial, y gente que utiliza sin freno todo aquello que los otros tienen desesperada necesidad", dijo.
Esos "contrastes son una ofensa a la dignidad de la persona humana", agregó.
El mensaje, difundido en una conferencia de prensa en el Vaticano, llegará en los próximos días a los jefes de Estados de todo el mundo.
Su mensaje se publicará por primera vez en los diarios cubanos, un nuevo gesto de distensión y apertura con miras en la visita de Juan Pablo II a Cuba a fines de enero, informaron fuentes del Vaticano.
El pontífice reclamó iniciativas concretas para acabar con la violencia contra mujeres y niños, fenómeno que constituye una las más graves violaciones de los derechos humanos y que se ha transformado en un "instrumento de terror".
"Las mujeres son tomadas de rehenes y los niños salvajemente masacrados", sostuvo.
A todo esto se suma la violencia que supone la explotación sexual de menores por parte de proxenetas y la pornografía infantil, así como la explotación laboral en condiciones de verdadera esclavitud, agregó en su declaración difundida este viernes.
El Papa señaló que se requiere la rápida adopción de iniciativas legales en la materia, tanto en los ámbitos nacionales como en los internacionales.
Juan Pablo II planteó en su mensaje la renuncia de los acreedores o al menos la disminución de la deuda externa de los países más pobres antes del Jubileo del 2000. La globalización mundial no debe llevar a la marginación de naciones enteras o sectores de la humanidad, advirtió.
El desafío principal para la comunidad de las naciones es conducir a la humanidad a una "globalización en la solidaridad, una globalización sin marginalización", dijo.
El Papa manifestó además su profunda inquietud por el incremento de la corrupción, que se registra "en numerosos sectores de la sociedad" e incluso en la administración de la justicia.
"Es difícil luchar contra la corrupción cuando esta se manifiesta en múltiples formas. Se requiere coraje para denunciarla. Lla primera responsabilidad en esta batalla recae en las personas que ejercen cargos públicos", afirmó.
"Los buenos gobiernos exigen un control apropiado y una total honestidad en todas las transacciones económicas y financieras. No pueden, de ninguna manera, permitir que los recursos destinados al bien público sean utilizados para otros intereses de carácter privado o, aun peor, criminales", agregó.
El pontífice afirmó que el uso indebido del dinero público supone en especial un castigo para los pobres. "Cuando la corrupción se infiltra en la administración de justicia, son sobre todo los pobres los que sufren mayormente las consecuencias", manifestó en ese sentido.
A menudo, a los pobres "no les queda otra posibilidad que sufrir la injusticia", dijo. Como una injusticia en particular grave mencionó la usura y la ausencia de medios para acceder de forma equitativa al crédito.
"Los pobres quedan a menudo fuera de los circuitos económicos y dejados en mano de traficantes de dinero sin escrúpulos, que exigen intereses exorbitantes", dijo.
El Papa invitó a las organizaciones financieras que a que otorguen pequeños créditos con intereses accesibles a los sectores mas necesitados.
Juan Pablo II consideró que es dramático que, 49 años después de firmada la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aún se los viole. (FIN/IPS/jp/mj/cr dv ip/97
