Mesmer Carles, un ex agente de inteligencia peruano indultado, podría haber sido un doble agente infiltrado por una organización subversiva o tal vez una víctima de la guerra entredistitnos servicios de inteligencia del país.
Mientras la organización guerrillera Sendero Luminoso trata de recomenzar la lucha armada en la selva y la sierra, en Lima el entorno castrense del presidente Alberto Fujimori parece haber entrado en una lucha por el poder, expresada a través de oscuros episodios.
Desde hace tres años, la lucha entre espías permite a la prensa peruana obtener información secreta sobre algunos operativos criminales realizados por el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y el Servicio de Inteligencia del Ejercito (SIE).
Las filtraciones permitieron descubrir en 1994 a los autores de la masacre de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta, cometida dos años antes.
Los autores, la fuerza de tareas del SIE denominada Grupo Colina, encabezada por el mayor Santiago Martín Rivas, fueron sentenciados a 12 años de prisión y liberados en 1996 al ser comprendidos en una amnistía general.
También fueron reveladas a la prensa opositora pruebas de la ilegal intercepción telefónica realizada por el SIN durante las elecciones de 1995 a los dirigentes de las candidaturas opuestas a la reelección de Fujimori.
El más reciente episodio de la lucha interna en Inteligencia es el caso del ex agente Carles, liberado el 28 de noviembre del infierno helado de la cárcel de Yanamayo, ubicada a casi 5.000 metros sobre el nivel del mar, quien desde entonces permanece escondido pues teme un atentado contra su vida.
Carles dice que la acusación contra él fue una maniobra para eliminarlo, pues sus jefes en el SIE, a quienes había denunciado en 1992 por apoderarse de 100.000 dolares de los fondos antisubversivos, le ordenaron infiltrarse en Sendero Luminoso, luego lo apresaron y consiguieron que sea condenado a cadena perpetua.
Sus ex jefes insisten en que Carles fue doble agente y que si bien facilitó información que condujo a la captura de algunos senderistas, tambien advirtió a los guerrilleros sobre futuros operativos antisubversivos.
Las circunstancias en las que fue indultado Carles sugieren a algunos observadores que su liberación tal vez forma parte de la guerra interna en los servicios de Inteligencia, pues un día antes de salir de la cárcel reiteró las acusaciones contra sus ex jefes, vertidas anteriormente.
El 28 de noviembre, Carles fue visitado por el parlamentario opositor Jorge del Castillo, quien ingresó con una cámara de video y filmó sus declaraciones reiterando acusaciones contra un aparato del SIE.
Dijo ser testigo presencial de una orden emitida por el general del Ejército Juan Rivero al mayor Santiago Martín, jefe del grupo operativo Colina del SIE, para que asesinara al dirigente sindical Pedro Huillca.
Las facilidades concedidas a del Castillo para ingresar a la cárcel de Yanamayo, penal de máxima seguridad, para filmar a Carles, sólo se explican si alguien "de arriba" las favoreció, opina el analista Flavio Solorzano.
Carles fue indultado por decisión personal del presidente Fujimori, a pesar de que la cúpula del SIE y del SIN siguen acusándolo de haber sido un agente doble.
En los últimos meses, comentarios editoriales emitidos por la prensa opositora, y tambien por el pro fujimorista Expreso, señalan que Fujimori está tomando distancia del sector más duro de los servicios de inteligencia y del Ejército.
Atribuyen ese desplazamiento, que es una grieta virtual en la tríada que controlaba el poder político en Perú desde 1992, al desgaste de las expectativas reeleccionistas de Fujimori.
Los columnistas Mirko Lauer, del matutino opositor La República, y Manuel D'Ornellas, editor del diario oficialista Expreso, coinciden en señalar que se ha producido una alianza política más estrecha entre el jefe del Ejército, general Nicolas Hermoza, y el jefe del SIN Vladimiro Montesinos.
Fujimori estaría tomando una cierta distancia ("no mucha porque la interdependencia prosigue") para mejorar su imagen en el area más vulnerable de sus expectativas releccionistas: la cuestión de los derechos humanos.
Por su parte, el general Hermoza y Montesinos parecen estar desarrolando un juego propio, con destino aún no perceptible, y a pesar de las declaraciones en contrario de Fujimori, llevaron adelante la maniobra para apoderarse del control del canal 2 de televisión mediane el despojo previo de la nacionalidad peruana de su propietario.
También parecen ser episodios de esa guerra entre espías los casos de las ex agentes Leonor La Rosa y Mariela Barreto, ambas investigadas por el SIN para descubrir la brecha de filtracion de informaciones sobre las actividades clandestinas del SIN y el SIE.
Leonor La Rosa, recluida en una clínica, seminválida y a punto de asilarse en Mexico, acusa a sus superiores de haberla torturado en el curso de un interrogatorio.
Barreto desapareció súbitamente y se ignoraba su paradero, hasta que su cuerpo decapitado fue encontrado en mayo pasado en un basural en las afueras de Lima. (FIN/IPS/al/dg/ip/97