La investigación del asesinato en 1992 del dirigente sindical izquierdista Pedro Huillca, reabierta por el testimonio de un ex agente de inteligencia que acusa del crimen al Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), puede desencadenar un proceso político de efectos impredecibles.
"Los servicios de inteligencia están en la picota de la opinión pública, la prensa y los partidos opositores, y el desenlace de las investigaciones del caso Huillca podría agravar presuntas fisuras entre el presidente (Alberto) Fujimori y sus aliados militares", dijo el sociólogo Gustavo Parodi.
En medios políticos se estima que Fujimori trata de tomar distancia de las actividades de los servicios de inteligencia, cuya conducta respecto de los derechos humanos es el mayor obstáculo para sus intenciones de ser reelegido por segunda vez consecutiva en el año 2000.
El asesinato de Huillca, en diciembre de 1992, ocurrió cuando Perú vivía la etapa más intensa de la virtual guerra civil desatada por la organización guerrillera Sendero Luminoso.
El asesinato del dirigente sindical, así como otros crímenes cometidos en el marco de la lucha antisubversiva, no tuvieron en esa época el impacto político que han adquirido ahora, en esta etapa preelectoral y posguerrillera.
La policía sostuvo entonces que Huillca fue asesinado por Sendero Luminoso y en enero de 1993, capturó y exhibió a dos hombres y una mujer miembros del grupo guerrillero, que entonces se autoinculparon del hecho, pero uno de ellos se rectificó después, asegurando haber sido torturado para que se incriminara.
El Diario, órgano clandestino de Sendero Luminoso, admitió la autoría, alegando que "fue la ejecución de un traidor revisionista", y amenazó con atentados contra Jorge del Prado y otros dirigentes del Partido Comunista.
Pero Mesmer Carles, ex agente del SIE indultado el 28 de noviembre último, afirmó al ser liberado que Huillca fue asesinado por el "Grupo Colina", organización compuesta por oficiales del Servicio de Inteligencia del Ejercito, y sus declaraciones abrieron una caja de Pandora.
Carles, encarcelado poco antes del asesinato de Huillca, el 28 de octubre de 1992 acusado de ser un senderista infiltrado en el SIE, afirma que el Grupo Colina también mató a otros dirigentes sindicales izquierdistas, como el líder minero Saúl Cantoral.
El ex agente sostiene haber sido acusado falsamente de agente doble y subversivo infiltrado por haber denunciado a los jefes del Grupo Colina de estafar al Ejército, mediante informes falsos de operativos antisubversivos nunca realizados.
Carles era el contacto de otro oficial de inteligencia del SIE, Clemente Alayo, a quien se ordenó infiltrarse en Sendero Luminoso y, en 1992, ambos acusaron a sus superiores de quedarse con el dinero que les correspondía a ellos y a otros agentes.
Alayo sigue aún preso, purgando sentencia de prisión perpetua, pero Carles, con la misma condena, fue incluido a fines del mes pasado entre los 38 "presos inocentes" indultados por decisión de Fujimori.
Convertido en la prisión en místico, con una cruz de madera sobre el pecho y la cabeza cubierta con un gorro de lana, Carles aceptó ser entrevistado y filmado por un parlamentario opositor, el socialdemócrata Jorge del Castillo, un día antes de salir en libertad.
En el video, el ex agente reiteró las acusaciones que meses atrás, cuando no parecía tener esperanzas de ser indultado, formuló contra el Grupo Colina.
El general Juan Rivero Lazo, ex jefe del SIE acusado por Carles de haber ordenado el asesinato de Huillca, y el mayor Santiago Martín Rivas, presunto jefe del operativo criminal, descalificaron al ex agente, señalando que en la prisión estuvo bajo tratamiento psiquiátrico.
El sacerdote católico Hubert Lanssier, presidente de la Comisión nombrada por el gobierno para proponer los nombres de los presos que deben ser indultados por su inocencia o por insuficiencia de pruebas en su contra, pidió a la prensa que dejaran tranquilo a Carles.
Los familiares de Huillca que presenciaron su asesinato salieron a la palestra el pasado fin de semana, formulando declaraciones que respaldan la versión de Carles.
La viuda del dirigente sindical, Martha Flores, afirmó este lunes que los senderistas que fueron exhibidos por la policía no eran las personas que ella vio cometer el crimen, ocurrido en la puerta de su casa cuando Huillca se aprestaba a ingresar a su automóvil.
Flores precisó que vio al mayor Martín Rivas días antes del crimen rondando su domicilio y que reconoció a la agente de inteligencia Mariela Barreto, como la mujer que buscó trabajo como empleada doméstica en su casa una semana antes del crimen.
La cabeza de Barreto, quien desapareció hace algunos meses, fue encontrada en un basural en las afueras de Lima.
Otra ex agente, Leonor La Rosa, quien acusa a sus superiores del SIE de haberla torturado durante una investigación sobre fugas de información en los servicios de inteligencia, sostiene que el mayor Martín Rivas mató a la ex agente Barreto.
Pedro Pretell, otro miembro del SIE presuntamente involucrado en el asesinato de Huillca, según la versión de Carles, murió misteriosamente atropellado en febrero pasado, en fecha próxima a la desaparición de Barreto.
A partir de las declaraciones de Carles, el asesinato de Huillca es investigado simultáneamente por una comisión parlamentaria y por el Poder Judicial.
El Ministerio Publico de Perú designó como Fiscal Ad Hoc, a la abogada Isabel Brígida Heredia, para que investigue el caso. Su primera gestión fue citar a Carles, cuyo apoderado legal pidió una semana de plazo para que su defendido recupere la tranquilidad.
Entre tanto, las comisiones de Seguridad Nacional y de Derechos Humanos del Congreso tienen en sus manos varias investigaciones sobre la actuación de los servicios de inteligencia.
Además de los casos de Barreto y La Rosa, las comisiones investigan la acusación contra el servicio de inteligencia por el delito de interferencia de los teléfonos de dirigentes de políticos opositores. (FIN/IPS/al/ag/ip-hd/97
