El pulso de la economía seguirá guiando cualquier tipo de reforma en Cuba, que en los próximos años se debatirá entre la salida de la crisis y la introducción de reformas en su sistema socialista de desarrollo.
Contra todos los pronósticos, el país caribeño entra en el octavo año del llamado "período especial en tiempos de paz" y los que apostaron por una rápida caída del gobierno de Fidel Castro han fracasado.
Pasados los peores momentos, que todo el mundo coincide en ubicar entre 1992 y 1994, e iniciado un tímido proceso de reanimación económica, las autoridades de la isla retoman con nuevas fuerzas su activismo político de defensa del modelo socialista.
El principio de "dentro de la revolución todo, contra la revolución nada", declarado en los años 70, resurge en una tendencia que iguala socialismo y revolución, pero reivindica la opción por un socialismo "hecho en Cuba".
"Prepárate pa'lo que viene" tararean los cubanos junto a una de las agrupaciones salseras de moda.
El ambiente de confrontación entre La Habana y Washington tendrá, como siempre, su incidencia en el discurso político interno a favor de la unidad y en contra de cualquier desidencia.
Las elecciones generales de enero próximo vienen acompañadas de la propaganda por el "voto unido", un intento por convertir la creación de las asambleas provinciales y nacional del Poder Popular (parlamento) en un referendo a favor del sistema.
El camino de reafirmación, abierto en octubre por el quinto Congreso del gobernante Partido Comunista (PCC), será continuado por los congresos de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
La UJC, considerada la primera cantera del PCC, se empeñará en una revitalización de su papel entre las generaciones más jóvenes y deberá garantizar el necesario relevo de los cuadros comunistas de dirección en este país.
A la revolución cubana no le pasará "jamás" lo que a otras revoluciones en otros tiempos y en los tiempos modernos, afirmó Castro en octubre sobre la necesidad de garantizar la continuidad del proceso que dirige.
Los CDR, que involucran a más de siete millones de personas, acaban de enviar una carta a todos sus miembros que pretende el apoyo "de las masas" a la ofensiva del gobierno contra las ilegalidades y las indisciplinas sociales.
"Junto a la persona que comete un delito, junto a aquella que compra el fruto de la fechoría, lo que también es condenable, vive otra que está a tiempo de alertar, de persuadir, de aconsejar", dice el documento, titulado "De cubano a cubano".
La ofensiva está dirigida contra algunas manifestaciones de la economía informal, la práctica de actividades por cuenta propia sin la debida licencia, la corrupción, cualquier negocio vinculado al tráfico sexual o la evasión de impuestos.
Mientras se combaten estos fenómenos, se constata un aumento de la tolerancia religiosa en la isla, independientemente de que el creyente sea católico, protestante o practicante de alguno de los cultos de origen afrocubano, como la Regla de Ocha o santería.
La proyectada visita del Papa Juan Pablo II a fines de enero abrirá nuevos espacios para la Iglesia Católica en la isla y, al mismo tiempo, podría tener una favorable repercusión para Cuba en su ofensiva contra la política de aislamiento decretada por Estados Unidos.
Pero, junto a la recuperación política, las autoridades enfrentarán la incertidumbre que provoca tener por delante una nueva caída de la producción azucarera, con su incidencia negativa en la economía y en el estado de ánimo de la población.
Aunque se espera un crecimiento económico similar o superior al del actual año, de 2,5 por ciento, los cubanos están acostumbrados a vincular los resultados de la zafra azucarera con las altas y bajas en los niveles de vida.
La decisión de terminar la actual zafra dejando la caña de azúcar suficiente para garantizar la reanimación de esa agroidustria en años venideros aparece, sin embargo, como una actitud pragmática por parte de la máxima dirección del país.
El "realismo" en la esfera económica definirá también cuál será el curso de las reformas que se seguirán introduciendo de manera cautelosa y paulatina, tratando de evitar cualquier final parecido al de Berlín, Budapest, Sofía o Moscú.
La agenda para los próximos años apunta a romper los esquemas que lastraron al socialismo real en Europa, introducir transformaciones económicas en la medida en que sean imprescindibles y descartar reformas esenciales de corte político.
El multipartidismo no aparece ni siquiera como una carta que pudiera colocarse sobre la mesa y, para garantizar la continuidad de la actual política, la máxima dirección del país aumenta el protagonismo, interno y externo, del general de división Raúl Castro.
El vicepresidente cubano y ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, es conocido en la isla por su fidelidad a su hermano Fidel, y desde los años 60 fue ley no escrita que en ausencia del presidente Raúl asumiría la dirección del país.
Raúl Castro protagonizó en noviembre una larga visita a China que incluyó importantes enclaves económicos, incluidas algunas empresas de capital cien por ciento extranjero.
Salvando las distancias y las diferencias, observadores estiman que "no por gusto" Cuba sigue de cerca esa experiencia asiática, que logra vincular la eficiencia económica con el modelo socialista unipartidista. (FIN/IPS/da/dg/ip-if/97