La erradicación de la poliomielitis de América en 1994 fue un éxito indudable e hizo concebir esperanzas de que otras enfermedades infecciosas y con riesgo para la vida seguirían el mismo camino.
Sin embargo ello no ocurrió y, por el contrario, muchas enfermedades que se creían superadas rebrotan con fuerza. Los microorganismos se hacen más resistentes a los medicamentos y enfermedades de extrema virulencia desafían a los científicos.
"La aparición de microbios resistentes a los antibióticos, retrovirus, arenavirus y hantavirus y la prevalencia de patógenos trasmisores del cólera, fiebre hemorrágica, malaria, tuberculosis y fiebre amarilla, indican que debemos librar una gran pelea por la salud de las futuras generaciones", dice Rolando Maldonado.
Este epidemiólogo peruano sostiene que los desafíos de los especialistas serán dos en los próximos años: las enfermedades infecciosas emergentes o de rebrote y los males crónicos. "Como están las cosas, nuestro desafío será mejorar las expectativas de salud antes que las de vida", reflexiona.
El último informe de la Organizacion Mundial de la Salud (OMS) señala que si bien el mundo ha ganado en salud en los últimos 50 años y algunos flagelos como lepra, triquinosis y polio han declinado ostensiblemente, el aumento de la pobreza se refleja dramáticamente en la salud de la población mundial.
Para la OMS, los logros en salud no son una ganancia sostenible. "Las expectativas de vida y otros indicadores fallan en las ciudades donde los sistemas de salud han colapsado", indica el documento.
Precisa además que "el énfasis dado a la economía de mercado ha propiciado un crecimiento económico desigual que trae pobreza y marginación a gran parte de la poblacion".
La globalizacion también ha hecho lo suyo en las naciones industrializadas, que ven reaparecer enfermedades infecciosas propias de los llamados "países pobres" (gastrointestinales y tuberculosis) debido al incremento de los viajes, al intercambio comercial y al turismo, entre otras causas.
A nivel mundial, los índices de tuberculosis, diarreas y disenterías, malaria, sida y hepatitis B se han incrementado e, incluso, duplicado en algunos casos.
La situación mundial será analizada en marzo de 1998 por alrededor de 2.500 expertos que realizarán en Atlanta, Estados Unidos, una conferencia internacional sobre enfermedades infecciosas emergentes, bajo los auspicios de la OMS.
En este ámbito se estudiarán las enfermedades tropicales, de trasmisión sexual, respiratorias, trasmitidas por animales y artrópodos y otras, con el fin de elaborar un plan de acción que permita comenzar el próximo siglo con signos de mejoría.
Las enfermedades emergentes son aquellas cuyos efectos se han incrementado en los últimos 20 años, como la tuberculosis. Las de rebrote son aquellas que reaparecen después de un significativo período de declinación, como la fiebre amarilla.
En América Latina y el Caribe, la resistencia a antibióticos y drogas potentes es una de las características más alarmantes de las enfermedades infecciosas emergentes.
Diversos estudios confirman que 20 por ciento de las cepas de streptococcus pneumoniae (causante de neumonía) presentan mayor inmunidad frente al tratamiento con penicilina.
La misma tendencia se observa con algunas cepas de shiguella (causante de enfermedades diarreicas) y se prevé que lo mismo ocurrirá en el futuro con las cepas de salmonella typhi (causantes de salmonelosis y tifoidea).
En Brasil se han detectado poblaciones de plasmodium falciparum (trasmisor de la malaria) inmunes o de alta resistencia a la quinina, el tratamiento tradicional.
La automedicación, los tratamientos deficientes o incompletos de enfermedades infecciosas, la escasa y permisiva regulación sobre el uso y venta de antibióticos y la poca información sobre los nuevos patrones de resistencia microbiana, son algunas de las causas que explican este fenómeno.
Pero no se trata sólo de rebrote o prevalencia de enfermedades endémicas. Los expertos señalan que las enfermedades trasmitidas por roedores comienzan a ocupar un lugar preponderante en las estadísticas.
Primero fue el virus hanta, causante de síndrome pulmonar, cuyo primer indicio fue encontrado en 1977 en América Latina y que en los últimos tiempos se ha extendido por Estados Unidos, Brasil, Argentina y Chile.
A él se le suman los arenavirus, trasmitidos por las ratas de campo que se alimentan de maíz y mezclan sus excretas en la arena. El viento levanta estas pequeñas partículas y el hombre las absorbe al respirar, ocasionando un tipo de fiebre hemorrágica contagiosa y mortal.
Casos de arenavirus se han registrado en áreas rurales de Argentina, Bolivia y Venezuela, donde se le conoce como virus Junín o Machupo.
Si bien los casos detectados son incipientes, especialistas de la Organización Panamericana de la Ssalud (OPS) advierten que su expansión a otras áreas geográficas es relativamente sencilla por acción del viento.
Brasil es el país latinoamericano que presenta la mayor cantidad de casos de enfermedades emergentes y de rebrote: 50 por ciento de los casos de malaria reportados en el último año en la región corresponden a este país, que también presenta un incremento del cólera.
Asimismo, 95 por ciento de los casos de una variante de sarampión ocurridos en Brasil han sido registrados en Sao Paulo.
El rebrote de esta enfermedad en un continente que se preparaba para celebrar su erradicación definitiva antes del fin del siglo XX, preocupa a los especialistas de la OPS ya que requiere una vacuna diferente a la tradicional.
El sarampión había tenido un franco retroceso desde 1990, cuando se registraron 250.000 casos, hasta los 2.109 reportados en 1996. Este año que termina la cantidad de afectados aumentó a 18.000, pero algunos proceden de Cuba, donde la enfermedad ya había sido eliminada.
Según Ciro de Quadros, director del Programa Especial de Vacunas e Inmunización de la OPS, 23 cepas de la variante de sarampión provienen de Europa, 17 de Asia y dos de Africa.
Los expertos indican que se requerirá una agresiva campaña de vacunación para impedir la expansión del sarampión y recordaron que anualmente esta enfermedad o sus complicaciones causan la muerte a alrededor de un millón de niños en el mundo.
La fiebre amarilla y el dengue son otras dos enfermedades que han rebrotado en América Latina. La primera, que está presente en cinco países, resurgió con fuerza en Perú en 1995 y hasta la fecha se han reportado 400 casos con consecuencias fatales en la mitad de ellos.
El dengue, y su variante el dengue hemorrágico, ha pasado a ser una enfermedad hiperendémica en la zona tropical de América. Hasta el momento se han reportado casos en 15 países, entre ellos Costa Rica, Honduras y El Salvador, donde el azote de este mal había desaparecido hace 16 años.
Para Gustavo Kouri, del Instituto de Medicina Tropical de Cuba, donde se han reportado cerca de 3.000 casos de dengue en 1997, el incremento de estas enfermedades es consecuencia de la migración de personas de zonas de riesgo a otras libres de la enfermedad.
El experto cubano también lo atribuye al alto índice de infección alcanzado por el vector, el limitado suministro de agua apta para consumo y el descuido en las medidas de erradicación.
No obstante estos factores adversos, en la mayoría de los casos las enfermedades no han alcanzado características de pandemia gracias a un eficaz sistema de vigilancia en el que participan la OPS, autoridades sanitarias, organismos no gubernamentales y la propia población afectada o en riesgo.
A los factores agravantes de la pobreza que golpea a dos terceras partes de la población de América Latina, se suman los riesgos propios de la vida moderna, tal como lo ha advertido el director general de la OMS, Hiroshi Nakajima. (FIN/IPS/zp/dam-dg/he/97