Sin disparar un solo tiro y cercada por militares, la guerrilla zapatista de México llega al cuarto aniversario de su levantamiento con renovada fuerza. Denuncias, marchas y las protestas generadas por la matanza de 45 indígenas la volvieron a ubicar en la primera plana de la prensa.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuya historia de combates se reduce a dos semanas, recuerda su declaración de guerra del 1 de enero de 1994 presentando las mismas demandas de su primeros comunicados y aún lejos de consolidar el movimiento nacional opositor que propuso.
En cuatro años, la guerrilla que despertó simpatías en varios países gracias a un discurso original, transitó, entre otros escenarios, por el enfrentamiento armado, el diálogo con el gobierno, la firma de un acuerdo sobre derechos indígenas y finalmente, por la suspensión de las negociaciones de paz.
Sumido en un aislamiento geográfico que no le impidió organizar foros nacionales, dos congresos internacionales "contra el neoliberalismo", una marcha hacia la capital del país y una consulta nacional para definir su futuro, el EZLN se mantuvo los últimos meses de 1997 prácticamente fuera del debate nacional.
Las históricas elecciones en que el partido de gobierno perdió por primera vez en 68 años la mayoría en la cámara de Diputados, la crisis económica, los problemas de seguridad pública y la corrupción, fueron temas que acapararon este año la atención de la población.
Sin embargo, a pocos días de que termine el año, la guerrilla zapatista y el estado sureño de Chiapas regresaron con fuerza a la primera plana de los diarios de México y del extranjero debido a uno de los episodios más violentos de este país en décadas.
Cuarenta y cinco indígenas desplazados de Chiapas, 35 de los cuales eran mujeres y niños, fueron asesinados el día 23 por un grupo paramilitar vinculado al parecer al gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) y contrario al EZLN.
Un sector de las iglesias Católica y Evangélica, los grupos humanitarios, los partidos opositores, la guerrilla y decenas de intelectuales coincidieron en responsabilizar del crimen al gobierno de Ernesto Zedillo.
La violencia en Chiapas es una estrategia en la "guerra de baja intensidad" contra la insurgencia, aseguran los mismos grupos.
Según las denuncias, el gobierno apuesta a la prolongación del conflicto y a la violencia y división entre indígenas como el principal camino para derrotar al EZLN, que se mantiene en zonas de selva rodeado de militares.
Indignadas por la matanza, miles de personas realizaron marchas de protesta en México y en el exterior, poniendo otra vez en debate la situación de Chiapas, uno de los estados más pobres y violentos del país, y reivindicando las demandas de justicia presentadas por la guerrilla.
Para Zedillo y sus portavoces, están equivocados quienes acusan al gobierno de promover la violencia y rehuir el diálogo con el EZLN. "Tenemos todo el interés en lograr la paz", afirman los portavoces del Poder Ejecutivo.
Las negociaciones entre el EZLN y el gobierno están suspendidas desde septiembre de 1996, luego de que las autoridades rechazaran un proyecto de ley que interpretaba, según mediadores del Congreso, los principios de un acuerdo firmado sobre derechos y cultura indígena.
El EZLN advierte que no volverá a dialogar y permanecerá listo para volver a las armas mientras el gobierno no rectifique su postura sobre el proyecto de ley y mantenga la militarización y la guerra de baja intensidad en Chiapas,
En tanto, las autoridades insisten en revisar la redacción del proyecto de ley que, según opinan, otorga excesiva autonomía a las etnias indígenas, y acusan a la guerrilla de apostar "al todo o nada".
El EZLN y los indígenas de Chiapas están dipuestos a morir por su causa y banderas, asegura el mando guerrillero, a cuyo frente se halla el carismático subcomandante Marcos.
Las demandas de justicia, tierra, democracia y derecho a la autonomía indígena siguen vigentes a cuatro años del levantamiento armado de enero de 1994 -cuando la guerrilla tomó varios poblados y combatió 12 días contra el ejército federal- señala el comando del grupo.
El EZLN también considera pendiente la consolidación de un frente nacional opositor que no busque la toma del poder político, pero que aliente la participación democrática.
En 1997 se realizaron varios foros para proyectar como un actor político relevante al Frente Zapatista de Liberación Nacional, grupo que algunos analistas consideran el brazo político de la guerrilla. Sin embargo, la instancia se mantiene con un bajo perfil y no logra tener influencia real. (FIN/IPS/dc/ff/ip/97