La capital de Guatemala se convirtió, por poco más de una hora, en el mayor instrumento musical del mundo, cuando cien campanarios sonaron al mismo tiempo para celebrar el primer año de la paz en el país centroamericano.
El frío habitual en diciembre no fue obstáculo para que miles de personas participaran en Guatemala en las actividades culturales y artísticas con que se conmemoró el lunes el primer aniversario del acuerdo de paz celebrado entre el gobierno y la guerrilla.
La actividad que más llamó la atención fue el concierto de "Cien Campanas para la Paz" efectuado por las 20 iglesias católicas del centro de la capital. Miles de personas escucharon en silencio el espectáculo en medio de fuegos artificiales.
Dirigido por el maestro español Llorenc Barber, también participaron músicos del Conservatorio Nacional, coros, una orquesta sinfónica y grupos musicales populares que se repartieron los campanarios de las viejas iglesias del centro histórico.
La obra interpretada fue compuesta especialmente por Barber para esta fecha.
El espectáculo fue organizado por la Secretaría de la Paz, la Municipalidad de Guatemala y el Consejo Consultivo del Centro Histórico de la ciudad.
El centro de la ciudad se cerró completamente al tránsito vehicular por más de dos horas. Las personas que caminaban por las calles conversando animadamente hacían silencio apenas se empezaba a escuchar el sonido de las campanas.
"La música de campanas es un ejercicio creativo de identificación colectiva, una convocatoria a exorcizar los miedos, alegrías y deseos de la comunidad" aseguró Barber al referirse a su obra.
También es "una manera festiva pero firme de postular la poetización de nuestros espacios y tiempos comunes", agregó.
El músico explicó que existen dos formas de audición de campanas, la estática y la peripatética. La primera se produce cuando las personas se mantienen en el mismo sitio y la segunda, cuando pasean, acercándose y alejándose de los campanarios.
Los sonidos viajeros rebotan en esquinas, cruces, aleros y paredes, y cada persona se crea su propia audición.
Irida Cano, asistente del maestro Barber y el fotógrafo guatemalteco Daniel Hernández, coordinador del evento, informaron que es muy difícil encontrar ciudades que se adapten a esta clase de música y también lo es el trabajo que conlleva sincronizar el sonido de 100 campanas.
"Cada persona escucha un concierto diferente, debido a que el sonido, al disgregarse, cambia de tonalidad. Por eso, lo más recomendable es que las personas que asistan paseen por el área que será utilizada y puedan escuchar las variaciones musicales". dijo.
Un gran despliegue de seguridad se pudo observar en el centro capitalino. Al menos por unas horas familias guatemaltecas enteras pudieron disfrutar sin temor a la habitual delincuencia que inunda la zona.
No había ruido de automóviles, ni motocicletas con escape abierto, ni ómnibus despidiendo chorros de humo negro, ni negocios con altoparlantes de música estridente, ni predicadores con megáfono.
Rafael Acevedo, un empleado bancario, dijo a IPS que "es increíble la sensación de caminar por las calles del centro sin el temor de ser asaltados y recorrer en silencio las iglesias y unidos en familia escuchar el tañido de las campanas".
La mayoría de los asistentes consultados, indicaron que el motivo que los había llevado al centro era el concierto de campanas, al recordarles que se cumplía el primer año de la firma de la paz, respondían "también por eso estamos contentos".
El Centro Histórico, convertido en un gigantesco auditorio ambulante, tenía el aspecto de una feria, había venta de algodones, buñuelos, chuchitos, elotes asados, el tradicional ponche de fin de año y todo lo relacionado a las festividades populares de los guatemaltecos.
El presidente Alvaro Arzú, también se mezcló entre la multitud que colmaba el Parque Central y aprovechó para saludar a las personas que allí se encontraban.(FIN/IPS/cz/mj/ip cr/97
