Los principales desafíos de la iniciativa contra las minas de tierra quedan por resolver tras la firma en esta capital del tratado internacional que prohíbe esas armas, destacó el canciller canadiense Lloyd Axworthy.
Representantes de 121 países firmaron el jueves el tratado de prohibición de las minas terrestres antipersonales y varios gobiernos ofrecieron más de 500 millones de dólares de ayuda para removerlas, pero "esto es sólo el comienzo", señaló Axworthy, uno de los principales impulsores de la iniciativa.
Axworthy destacó el jueves, el día final de la conferencia, que aún quedan por resolver los mayores desafíos de la iniciativa, es decir, asegurar el cumplimiento del tratado y recaudar cientos de millones de dólares para ayudar a las naciones pobres a retirar las minas de sus territorios.
Además, los principales opositores a la prohibición, entre ellos China, Rusia y Estados Unidos, aún deben ser persuadidos de firmar el tratado.
El canciller canadiense informó que durante los tres días que duró la conferencia en Ottawa se prometieron más de 500 millones de dólares para retirar las minas y ayudar a las víctimas sobrevivientes.
Uno de los últimos disertantes de la conferencia, el canciller camboyano Ung Huot, declaró ante los delegados que "los sobrevivientes de las minas terrestres, hombres, mujeres, niños y niñas, componen el paisaje social de la Camboya de hoy".
"Los efectos en términos de recursos humanos y oportunidades socioeconómicas perdidos son tan abrumadores que debemos solicitar la ayuda internacional", agregó Ung.
"Luego de más de dos décadas de combate, la cantidad de minas aún activas en las zonas rurales de Camboya se estima entre cuatro y seis millones, sin mencionar la artillería sin explotar de la guerra de Vietnam", explicó.
"¿Cuántos campesinos camboyanos más habrán de convertirse en víctimas antes de que la convención que firmamos produzca efectos positivos?", preguntó el canciller camboyano.
Etiopía, otro país plagado de minas durante los conflictos que se sucedieron en su territorio hasta 1991, también pidió ayuda para eliminar las armas cuando firmó el tratado.
"Etiopía cree que la asistencia para la eliminación de las minas debe ser la parte más importante del acuerdo", dijo Fecady Gadamu, embajador etíope ante Canadá.
Las naciones signatarias del tratado se comprometieron a destruir sus reservas de minas en un lapso de cuatro años y retirar las armas de su territorio en un período de 10 años.
Estados Unidos, aunque no firmó el tratado debido a la inquietud sobre la protección de sus soldados estacionados en Corea del Sur, anunció planes para aumentar la financiación de los programas de limpieza de minas.
El presidente estadounidense Bill Clinton se comprometió a entregar 80 millones de dólares por año con ese fin y fijó plazos para que el Pentágono (Departamento de Defensa) encuentre alternativas para las situaciones en que sus estrategas aún hallan utilidad a las minas.
Entre otros países que no adhirieron al tratado se hallan Corea del Sur, Corea del Norte, India, Pakistán, Turquía, Afganistán, Israel y sus vecinos árabes.
El tratado aún debe ser ratificado por los países que lo firmaron en Ottawa, para concluir así una campaña iniciada hace cinco años por organizaciones no gubernamentales.
Jody Williams, coordinadora de la Campaña Internacional por la Prohibición de las Minas Terrestres y ganadora del premio Nobel de la Paz de este año, dijo que "el gran apoyo recibido demostró que las metas de desarme pueden alcanzarse aun sin las firmas de las principales potencias militares del mundo".
"En el próximo siglo, podremos vivir en un mundo libre de minas donde nosotros seamos la superpotencia", dijo Williams en la conferencia, refiriéndose a la coalición de gobiernos y ONG que hicieron posible el tratado. "El mundo posterior a la guerra fría es diferente", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/mb/mk/aq-ml/ip/97