DESARME: Premio Nobel de la Paz reconoce poder de sociedad civil

La entrega hoy del Premio Nobel de la Paz a la Campaña Internacional para Prohibir las Minas Terrestres (ICBL) y a su coordinadora, Jody Williams, reveló una tendencia que reconoce a la sociedad civil gran capacidad de liderazgo.

Este premio demuestra que "lo imposible es posible" y deja entrever la posibilidad de un mundo más pacífico, dijo el presidente del Comité Noruego del Premio Nobel, Francis Sejersted.

La forma en que la ICBL, que agrupa a más de 1.000 ONG, movilizó la participación popular "genera promesas que van más allá de la cuestión actual". Hasta ahora, la sociedad civil carecía del poder para desafiar políticas gubernamentales, señaló Sejersted.

La campaña aunó a la opinión pública, pequeños países y la sociedad civil tras una causa. Ningún gobierno pudo resistir a su llamado, y según dijo Williams, creó un "nuevo superpoder" en el mundo de la posguerra fría.

Tun Channareth, activista de la campaña por la prohibición que perdió sus piernas en una explosión de mina, aceptó el premio en representación de la ICBL. Williams tomó el suyo en reconocimiento a su trabajo como coordinadora.

En su discurso Williams, que habló "con el corazón" en lugar de apelar a un discurso preparado, destacó que el resultado de la campaña da prueba de que la socidad civil y los gobiernos no tienen que considerarse adversarios. Esta clase de poder constituye un nuevo tipo de "superpoder" en el mundo de la posguerra fría.

Williams rindió tributo a los esfuerzos de los pioneros del Comité Internacional de la Cruz Roja por sus esfuerzos para restringir el uso de minas antipersonales en la década de 1970, a las alianzas de ONG cradas por la ICBL y a los gobiernos que demostraron una sincera voluntad política de prohibir estas armas.

La activista también destacó al canciller de Canadá, Lloyd Axworthy, quien "sorprendió al mundo diplomático" con su desafío de 1996 a que los 75 países reunidos en Ottawa volvieran un año después para firmar un tratado internacional prohibiendo las minas.

Diplomática e históricamente la medida no recibió atención, pero fue un éxito. La semana pasada, 122 países firmaron el tratado en la capital canadiense.

El acuerdo requiere que los firmantes prohiban el uso, producción, transferencia y almacenamiento de minas terrestres, y la obligación de ayudar al trabajo de retiro de minas y asistencia a las víctimas.

"La campaña no tiene la intención de detener su labor", añadió Williams. Además del premio, ICBL y Williams compartirán un cheque por 7,5 millones de coronas suecas (un millón de dólares).

La mayor cantidad de minas terrestres se halla en Egipto, con 23 millones, de los cuales 18 millones fueron enterradas en las arenas del desierto del Alamein por el ejército británico durante la segunda guerra mundial, según el Departamento de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas.

Más de 50 años después, las armas siguen matando e incapacitando a pastores beduinos inocentes.

Los restantes puntos más minados del mundo son: Irán (16 millones), Iraq (10 millones), Afganistán (10 millones), Angola (9,15 millones), Camboya (8,1 millones), Bosnia Herzegovina (de dos a tres millones), Croacia (dos millones) y Mozambique (dos millones).

Rae McGrath, del Grupo Asesor sobre Minas (MAG), habló en nombre del ICBL y destacó que el trabajo recién había comenzado y que no bastaba con la firma del tratado. Los parlamentos de 40 países deben ratificar el instrumento antes de que entre en vigencia.

No habrá países inmunes a los efectos de las minas mientras estas se encuentren en los arsenales del mundo, dijo. Las armas pueden ser transportadas por aviones o misiles y, una vez colocadas, no hay "tecnología mágica" que las pueda retirar.

"Sólo un par de días bastarían para convertir a este país, Noruega, en uno de los más minados del mundo", advirtió.

McGrath enfatizó que la "Campaña Internacional hará todo lo que se encuentre en su poder en los próximos meses para conseguir una prohibición legalmente vinculante para diciembre de 1998".

"Con este fin, nosotros, como ganadores del Premio Nobel, desafiamos directamente a los Jefes de Estado de cada país signatario: asegúrense de que su nación se encuentre entre las primeras cuarenta en ratificar el Tratado de Ottawa".

El ex ingeniero del ejército británico dijo al público presente en la ceremonia de premiación del Nobel que los estados que no firmaron el tratado "le fallaron a la humanidad".

"Demuestren su compromiso al destruir los arsenales de minas antipersonales y promulguen normas nacionales que prohíban de inmediato el diseño, manufactura, comercialización y uso de esta arma. No esperen a que el tratado entre en vigencia, háganlo ahora", exhortó McGrath.

El fundador del MAG dijo que no se puede hablar sobre el ambiente mundial y, sin embargo, "dejar a las generaciones futuras un mundo arruinado donde la tierra es inútil debido a esta mortal basura militar".

Las decenas de millones de dólares que se gastan anualmente para remover las minas "son una sombra en comparación con los cientos de miles de millones que se gastan en armas", añadió.

Neil Thorns, vocero de la Cruz Roja en Ginebra, dijo que el Nobel era un "reconocimiento al esfuerzo incorporado en la campaña e impulsará la labor que debe continuar en el futuro".

En Gran Bretaña, Ian Bray, de la organización internacional Oxfam, indicó que el Nobel es un gran estímulo para todas las personas partidarias de la prohibición. "Es un testimonio del hecho de que la gente puede ser reconocida y hacer algo. También demuestra que los políticos pueden y deben escuchar a la gente".

Aunque las cifras varían, la Cruz Roja estima que existen unos 120 millones de minas enterradas en el mundo.

"Lo más revelador es que a pesar de la limpieza de minas que se está llevando a cabo, las armas se están colocando con mayor rapidez de lo que se retiran", explicó Thorns.

La remoción de una sola mina cuesta unos 500 dólares mientras su producción no lleva más de cinco. El trabajo pendiente es gigantesco, según Thorns.

"Los centros médicos de la Cruz Roja, seguirán recibiendo, por muchos años más, la clase de víctimas que los llevó a incorporarse a la campaña contra las minas terrestres", sostuvo. (FIN/IPS/tra-en/mh/rj/dds/rj/lp-aq/ip/97

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