El presidente de Argentina, Carlos Menem, realizó una visita de tres días a la capital de Italia precedido por las "Abuelas de la Plaza de Mayo".
Menem, quien en la noche del lunes 1 participó en una cena de trabajo con un grupo de empresarios argentinos e italianos, fue recibido por el presidente Oscar Luigi Scalfaro, el presidente del Senado, Nicola Mancino, y el alcalde de Roma, Francesco Rutelli.
El Mercosur fue uno de los temas principales que trató con las autoridades italianas.
El presidente argentino intervino también ante la asamblea permanente de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y será recibido por su director general, el senegalés Jacques Diouf.
Su visita a Italia coincidió con la que realizaron las representantes de las abuelas de Plaza de Mayo, que plantearon el drama de sus nietos, para los que no existe ni siquiera una palabra para definirlos, como ocurre con sus padres, que todo el mundo conoce como "desaparecidos".
Entre los cerca de 30.000 desaparecidos durante la dictadura militar en Argentina en los años 70 se encontraban algunos centenares de mujeres embarazadas, que habrían sido asesinadas después del parto.
Los recién nacidos, después de un inmediato cambio de identidad, fueron dados en adopción a los propios torturadores de sus padres o a personas cercanas.
Las "Abuelas" viajaron para solicitar que el Estado italiano se constituya como parte civil en el proceso que debería abrirse en junio en Roma contra los militares argentinos por la desaparición de sus parientes de origen italiano.
La presidente de "Abuelas", Estela Carlotto, declaró en Roma que su hija tenía dos meses de embarazo cuando fue secuestrada. Dijo que sabía que el 26 de junio de 1978 tuvo un niño que fue llamado Guido y que dos meses después su hija fue asesinada.
Rosa Roisinbilt, vicepresidenta de la asociación, contó que su hija tenía ocho meses y medio de embarazo cuando fue secuestrada. Poco después nació Rodolfo, a quien "le robaron el nombre, su origen y la historia".
"Yo debo saber quién se lo robó y qué ha sido de él", manifestó.
Carlotto dijo que son 250 los casos de niños, que ya tienen casi 20 años, cuyo nacimiento fue denunciado durante la prisión de la madre.
Sin embargo, la asociación calcula que hay entre 400 y 500 más cuyos familiares han preferido manter silencio por temor a represalias.
"Las familias que tenían tres o cuatro hijos no denunciaban la desaparición de uno para evitar que fueran secuestrados o asesinados los otros", afirmaron. (FIN/IPS/jp/ag/ip-hd/97