En 1996, 32 indígenas brasileños fueron asesinados, 30 se suicidaron y 500 fallecieron por enfermedades, mientras se produjeron 109 invasiones contra los territoriois que habitan, denuncia un informe del Consejo Indigenista Misionero (CIMI).
Los datos recogidos por ese organismo de la iglesia católica revelan un crecimiento de 95 por ciento en las invasiones de tierras y de 92 por ciento de las enfermedades de que son víctimas los nativos, en comparación con el año anterior.
El informe acusa a Fernando Henrique Cardoso de ser el único presidente brasileño en reducir los territorios indígenas en esta década. Un ejemplo es el grupo Avá-canoeiro, que perdió 10 por ciento de su territorio, inundado por el embalse de una central hid roeléctrica.
Además un decreto del actual gobierno que permite a supuestos perjudicados cuestionar las áreas reservadas a los pueblos autóctonos estimuló las agresiones, denunció el CIMI.
Los "garimpeiros", mineros informales que buscan principalmente oro en la región amazónica, constituyeron cerca de dos tercios de los 31.000 invasores de territorios indígenas en el Norte y Oeste del país el año pasado.
Los madereros y campesinos son otros grandes violadores de los derechos indígenas, señala el "Informe sobre Violencia Contra los Pueblos Indígenas – 1996".
Todos esos datos representan la violencia ejercida por blancos. Pero también crecieron las agresiones entre los propios indígenas.
El CIMI registró 15 casos, ocho de los cuales entre los yanomamis, en la frontera con Venezuela, el pueblo más afectado por invasiones de "garimpeiros" últimamente.
Los homicidios se han reducido. Fueron 57 en 1994, cayeron a 47 en 1995 y a 32 el año pasado. De estos últimos, 26 fueron dolosos y seis por accidente, sin intención de asesinar.
También los suicidios disminuyeron, al pasar de 58 en 1995, el peor año de la década, a 30. Esos casos se concentran en el grupo kaiow, una rama de los guaraníes que vive en el centro-sur de Brasil y en Paraguay.
Los antropólogos coinciden en señalar que la insuficiencia de tierras es uno de los factores fomentan el suicidio.
El peor indicador es la cantidad de enfermos, que subió de 10.950 casos en 1995 a 138.161 el año pasado, provocando 500 muertes, 34 por ciento más que en el período anterior, revelando la omisión de los poderes públicos. (FIN/IPS/mo/dg/ip-hd/97