Todos los reflectores apuntan ahora en México a Cuauhtémoc Cárdenas, el primer gobernador de la capital elegido en las urnas.
Cinco meses después de su sonado triunfo electoral, el líder opositor asumió el cargo el viernes en medio de una lluvia de promesas, demandas, pronósticos y amenazas de todo tipo.
Hasta diciembre del 2000, Cárdenas tendrá sobre sus espaldas la tarea de administrar una de las ciudades más conflictivas, contaminadas e inseguras del planeta. El reto podría impulsarlo hacia una candidatura presidencial exitosa al iniciar el nuevo milenio o hundirlo políticamente.
El nuevo gobernador, considerado uno de los símbolos del resurgimiento de la izquierda en América Latina, llega al cargo tras 10 años de luchas políticas junto al Partido de la Revolución Democrática (PRD), críticas a todo lo que huela a oficialismo y cercanía con innumerables protestas sociales.
Ahora todo es diferente. Durante los próximos tres años despachará en un edificio vecino al Palacio Presidencial y deberá coordinar múltiples tareas con sus rivales políticos, controlar las numerosas marchas que diariamente afectan a la ciudad y seguramente soportar un poco compasivo escrutinio público.
Las promesas centrales hechas por el gobernador a los habitantes de la urbe, que concentra 21 por ciento del producto interno bruto del país, 23 por ciento de la producción industrial y 28 de la actividad comercial, son atacar la inseguridad, terminar con la corrupción y promover la participación ciudadana.
Ni la visita que realizó la semana pasada a México el presidente de China, Jiang Zemin, ni las acaloradas discusiones por el presupuesto fiscal de 1998 en el Congreso lograron desviar las luces que se concentran sobre Cárdenas.
El hijo único del ex presidente Lázaro Cárdenas (1934-40) recibe una ciudad cerca del "apocalipsis", coinciden en señalar políticos, urbanistas, sociólogos, religiosos y hasta brujas y videntes, quienes vaticinan al gobernante una difícil administración.
Con 12.000 habitantes por kilómetro cuadrado, dos millones de personas con neurosis, 28,9 delitos reportados cada hora, alrededor de 200.000 vendedores ambulantes, 800.000 gatos y perros callejeros y la segunda tasa de desempleo del país, la capital es el más duro desafío en la vida política de Cárdenas.
El líder opositor, un ingeniero civil que en 1987 rompió con el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), dice que aunque su gestión será corta, logrará dar un nuevo carácter a la autoridad y sentará las bases para solucionar problemas como transporte, vivienda, salubridad y servicios de agua y drenaje.
Lo mismo ofrece hacer con problemas sociales como el de los niños de la calle, la prostitución, los vendedores ambulantes, el empleo y la educación.
En los últimos meses toda clase de personas y organizaciones sociales presentaron pedidos a Cárdenas, que van desde la colocación de alumbrado público y la construcción de un espacio deportivo hasta el establecimiento de la pena de muerte para los delincuentes.
Grupos barriales y asociaciones de ambulantes, en un importante porcentaje afiliadas al PRI, amenazaron con cerrar calles, realizar violentas protestas y tomar edificios públicos, si Cárdenas no cumple con sus promesas de campaña, especialmente las relacionadas al control de la seguridad.
Dirigentes de los partidos políticos, incluido el PRD, sostienen que estarán muy atentos a la gestión del nuevo gobernador. Si falla recibirá severas críticas y sus propuestas será frenadas, advirtieron.
El pronóstico de los analistas es que Cárdenas sufrirá toda clase de presiones y apenas podrá lograr, si demuestra habilidad y decisión, sentar las bases para el futuro desarrollo de una ciudad menos caótica.
De su habilidad política y su estrategia de propaganda dependerá su permanencia como figura política de México y su posible candidatura para la presidencia en el 2000, una de sus metas, según ha reconocido públicamente.
Para los miles que en las elecciones del 6 de julio dieron a Cárdenas un amplio triunfo sobre los candidatos del PRI y del conservador Partido Acción Nacional, la esperanza es que la ciudad cambie casi radicalmente, indican diversas encuestas.
"Pondré todo mi esfuerzo y haré todo lo posible para que en la capital reine la ley y la participación democrática", sostiene el primer gobernador electo de una de las urbes más grandes del mundo. (FIN/IPS/dc/dg-dam/ip-pr/97