La fuerte irrupción de la sociedad civil como actor social de los procesos de integración requiere espacios adecuados que progresivamente va ganando en algunos terrenos, como sucede en Brasil.
Milton Seligman, presidente del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria de Brasil sostuvo que la ética básica de la revolución francesa, basada en la libertad, la igualdad y la fraternidad ya no es suficiente para las demandas sociales contemporáneas.
"Tenemos un macro problema social. El enfrentamiento de la miseria siempre fue un problema político, pero hoy es también un problema ético", dijo.
Señaló que en este terreno tanto los ex países socialistas como los capitalistas están sufriendo después del fin de la guerra fría un sinceramiento derivado de la crisis y la globalidad económica.
Esta globalización es lo que hace dejar de lado la "artificialidad" de la guerra fría y es cuando aparece en su verdadera dimensión la sociedad civil.
No obstante, la crisis por la que atraviesa la sociedad fue vista por el funcionario brasileño como "una oportunidad" para avanzar en este terreno.
El razonamiento del funcionario brasileño fue desarrollado el día 13 durante un seminario para periodistas latinoamericanos y europeos organizado por la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) con el apoyo de la Unión Europea (UE).
Al analizar las perspectivas económicas, políticas e institucionales del Mercosur, Seligman resaltó que hoy, además de los básicos principios de la revolución francesa, se requiere justicia, tolerancia y respecto por el ambiente, entre otros factores.
Para lograr ese estadio se neceista un gran coraje político y fuerzas políticas dispuestas a contemplar la necesidad de amalgamar la democracia con el desarrollo socil y el crecimiento de estos valores éticos: "eso es seguridad humana", afirmó.
Como referencia citó datos de lo que consideró un notable avance del proceso de reforma agraria en Brasil y recordó que fue la sociedad civil organizada la que hizo posible que el gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso discutiera con sus representantes los caminos para el desarrollo.
Ese criterio de Seligman sobre seguridad humana fue compartido por el ministro del Interior de Uruguay, Didier Opertti, uno de los principales especialistas latinoamericanos en derecho internacional.
Señalando también la referencia histórica francesa el funcionario uruguayo recordó que los acuerdos de integración nacen por la acción de los Estados pero se desarrollan por la acción del sector privado, integrante fundamental de la sociedad civil.
"Hay que diferenciar los consensos entre los Estados de los que se generan en el sector privado", dijo Opertti, y puso como ejemplo de esa situación que en el Mercosur el particular no tiene acceso a la justicia y debe hacerlo a través del país en el que vive.
Opertti destacó que en el actual modelo de integración del Mercosur si un organismo dicta un acto perjudicial para un particular, éste sólo puede reclamar por su perjuicio cuando el Estado lo ratifica.
Es necesario buscar un mecanismo que permita el acceso directo de los particulares a la justicia tanto a través de un órgano consultivo especializado en derecho o de un tribunal supranacional, dijo Opertti.
Hasta ahora, la existencia de un tribunal supranacional ha sido resistida por Brasil, país en el que se han originado la mayor parte de los conflictos del bloque sudamericano.
Argentina, otro de los socios poderosos del Mercosur, también se opuso en un principio, pero luego de un fuerte conflicto automotor con Brasil cambió su posición.
Opertti reconocio que no será sencillo llegar a un acuerdo entre los países del Mercosur para establecer un tribunal supranacional de justicia.
Sin embargo, sostuvo, aún cuando no haya un derecho comuntario, se requiere un derecho del Mercosur, de la misma forma que se deben fortalecer las instituciones del bloque.
Al referirse al fortalecimiento institucional, Opertti se refirió a la experiencia de varios organismos internacionales, concluyendo con que no conocía organismos fuertes que no tuvieran también una secretaría fuerte. (FIN/IPS/rr/jc/if/97