CHINA: Un héroe en Occidente, un desconocido en su propio país

Si uno interroga a un residente de Beijing sobre la democracia o los disidentes, probablemente obtendrá por respuesta un encogimiento de hombros o un extenso discurso sobre el largo camino que recorrió China desde que el líder comunista Deng Xiaoping lanzó sus reformas de libre mercado.

Más de un mes después de que el gobierno liberó de la prisión a su más famoso crítico, Wei Jingsheng, y lo puso en un avión hacia Estados Unidos, la mayoría de los chinos continúan sin saber que el disidente conocido en el exterior como el padre de la democracia de China abandonó el país.

Muchos ni siquiera escucharon hablar de Wei, quien fue liberado "por razones médicas" la noche del 15 de noviembre y enviado al exilio el día siguiente.

"¿A quién le importa la política?", preguntó Peng Peijian, una agente inmobiliaria. "Sólo a los que están más arriba. Ellos tienen que hacerlo para permanecer donde están, pero la gente común tiene otros problemas más apremiantes", se respondió.

Peng abandonó su empleo de funcionaria pública al descubrir que podía triplicar sus ingresos arrendando viviendas baratas al creciente número de extranjeros que trabajan en Beijing.

Desde entonces, Peng pudo adquirir un teléfono celular y cambiar todos los muebles de su casa, para consternación de su esposo, con mentalidad menos empresarial.

Ochenta años después de que Wei Jingsheng escribiera su famoso ensayo "La quinta modernización", en la que insiste en que China no podrá modernizarse de verdad sin democracia, la gente parece haberse tomado más a pecho la conocida máxima de Deng Xiaoping, que dice: "volverse rico es glorioso".

"Reunámonos bajo la bandera de la democracia. No nos dejemos engañar por dictadores que hablan de estabilidad y unidad", exhortó Wei en su ensayo de 1978. La frase apareció en un afiche con grandes caracteres en el Muro de la Democracia de Beijing.

Peng tiene más de 40 años, edad suficiente para recordar el breve idilio de China con la democracia de 1978, tras la locura de la Revolución Cultural. Sin embargo, Peng dice no recordar a ningún disidente llamado Wei Jingsheng ni sus reclamos de democracia.

"Sé del Muro de la Democracia aunque no lo he visto", dijo en referencia a la esquina donde se congregaban intelectuales y se pintaban inscripciones en reclamo de reformas democráticas.

Poco después de la aparición de afiches sobre "La quinta modernización", el muro fue derribado y Wei encarcelado.

"Wei Jingsheng es probablemente uno de esos que escribieron grafitos en el muro, pero nunca oí hablar de él", aseguró Peng.

Para ella, los efímeros días de libre expresión de 1978, poco después que Deng llegó al poder, el movimiento del Muro de la Democracia y el interés de las masas en la política pertenecen a otra era.

"No le pregunte a los residentes de Beijing sobre esas cosas hoy en día. Con tantos 'xiagang' (desempleados), ¿a quién le importa unos pocos disidentes? Ellos no pueden cambiar nada", manifestó Peng.

El mensaje es claro: no pierda su tiempo intentando cambiar las cosas, porque no cambiarán. Muchos chinos prefieren invertir sus energías buscando oportunidades de negocios y aprovechando al máximo la liberalización del mercado impulsada por Deng.

"Una persona inteligente puede hacer mucho dinero hoy en día", afirmó Peng.

Afirmaciones como ésta constituyen un claro ejemplo de cómo Deng logró silenciar los reclamos de democracia mediante promesas de prosperidad y modernización bajo un sistema de reformas capitalistas cuasi-occidentales.

En un documento escrito en Estados Unidos, donde ahora es académico visitante en la Universidad de Columbia, Wei sostuvo que los chinos no están dispuestos a renunciar a sus derechos humanos fundamentales sólo para disfrutar ciegamente de la modernización prometida por el gobernante Partido Comunista.

"El milagro económico de China ya está desgastado por una nueva clase de capitalistas burócratas y corruptos. ¿Qué tipo de milagro es ése?", preguntó en un artículo publicado en el periódico The New York Times.

Sin embargo, pocos chinos podrán leer o escuchar los cuestionamientos de Wei, ya que ningún medio de prensa nacional informó sobre su liberación después de casi 20 años en la cárcel, sobre los honores que recibió en Estados Unidos ni sobre su recepción por el presidente Bill Clinton.

El hombre que desde hace más de un mes está en el centro de atención de los occidentales y, sin ir tan lejos, de los medios de prensa de Hong Kong, sigue siendo un desconocido para la mayoría de los chinos. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/ml/hd-ip/97

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