El acuerdo con China para autorizar la venta a este país de tecnología nuclear estadounidense, generó entre los empresarios norteamericanos un entusiasmo sobre el mercado de energía nuclear chino que podría ser exagerado.
Tras el acuerdo alcanzado en Washington en noviembre entre el presidente chino Jiang Zemin y su par estadounidense Bill Clinton, las empresas de Estados Unidos destacaron con entusiasmo que el valor del sector de energía nuclear de China se sitúa entre 50 y 60 mil millones de dólares.
Durante años, las firmas estadounidenses no pudieron vender su tecnología nuclear a China debido a la preocupación de Washington de que Beijing pudiera ofrecer dichos productos a los llamados "países sin garantías" como Pakistán e Irán.
Pero ahora, estas restricciones fueron levantadas con el acuerdo de Clinton y Jiang que puso en vigencia un pacto de cooperación nuclear pacífica logrado hace 12 años, ideado durante la administración del presidente Ronald Reagan a mediados de la década de 1980.
Queda por aclarar si la promesa del mercado nuclear de China se hará realidad.
Según el ejemplo de la planta nuclear de Lianyungang, que será construida con créditos especiales de Rusia, la noción de que las empresas extranjeras podrán obtener grandes ganancias con facilidad del sector de energía atómica de China quizá esté muy sobrestimada.
Es verdad que la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC) promete impresionantes planes de desarrollo de su programa nuclear para los próximos años. La capacidad total instalada de estaciones de energía atómica se incrementará de 2,1 millones de kilovatios este año a más de 100 millones en el 2050.
Para entonces, promete la CNNC, el consumo de energía nuclear se expandirá de menos de uno por ciento del total de la energía utilizada en China en la actualidad a más de 10 por ciento.
Pero estos planes deben apreciarse con una dosis razonable de escepticismo. "No apostaría demasiado a la evaluación que hace la industria nuclear china sobre su potencial", advirtió Jonathan Sinton, del estadounidense Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley.
Dado que los fondos provendrán en gran parte de las provincias, argumentó, la CNNC no tendrá la facultad de determinar la evolución del sector.
Un ejemplo es la construcción de la planta nuclear rusa en Lianyungang, provincia de Jiangsu, proyectada desde hace tres años. La misma será la mayor estación de su tipo en China y contará con dos reactores de 1.000 megavatios cada uno, diseñados por Atomenergoproyekt, de San Petersburgo.
La terminación está programada para el 2004, pero la fecha no es segura ya que el comienzo de la construcción fue aplazado para 1999, cuando en un principio se había planeado para 1998.
Funcionarios de comercio rusos en Beijing reconocen que la cuestión del dinero retrasó al proyecto, de 4.000 millones de dólares.
La construcción ya fue aplazada una vez cuando la falta de fondos obligó a las autoridades chinas a trasladar el sitio de la planta de la ciudad de Wafangdian, en la provincia de Liaoning, a Jiangsu.
Moscú otorgó un préstamo de 2.000 millones de dólares y el resto de los fondos los aportaría CNNC, el gobierno provincial de Liaoning y la firma china Northeast Power Group Co. Pero la provincia, con dificultades económicas, no pudo cumplir con su parte de la inversión.
Luego de un año, Beijing anunció que trasladaría el sitio de la planta nuclear de Wafangdian a Lianyungang en Jiangsu.
Jiangsu, acaudalada pero con necesidad de energía, aprobó la decisión ya que la provincia había considerado seriamente la opción nuclear en los últimos años.
La economía de Jiangsu tiene un crecimiento anual superior al 10 por ciento pero se encuentra lejos de los yacimientos de carbón en el norte de China y tiene una capacidad limitada de generar energía hidroeléctrica.
Pero la sustitución de Jiangsu por Liaoning no marcó el fin de los problemas para el negocio nuclear ruso. Un acuerdo marco que debería haberse alcanzado en 1996 durante la visita del presidente ruso Boris Yeltsin a Beijing ni siquiera se firmó este año cuando Yeltsin y Jiang se reunieron en noviembre.
Un portavoz de la cancillería china declaró que las dos partes mantuvieron "diálogos útiles" sobre el proyecto nuclear y entablarán "más conversaciones en el futuro".
El problema yace en que tanto China como Rusia tienen poco dinero para financiar el proyecto. "Tenemos la tecnología pero no los fondos", manifestó un funcionario ruso en Beijing.
La actual capacidad nuclear de China también revela por qué el proyecto está paralizado. El país cuenta con dos plantas nucleares comerciales en funciones y cuatro más estarán terminadas entre el 2001 y 2004.
Todas, menos una, utilizan reactores extranjeros y la mayoría cuentan con financiación del exterior, lo que facilitó en gran medida la realización de los costosos proyectos.
Por ejemplo, el gobierno francés accedió a otorgar créditos de exportación preferenciales que aseguraron a China dos reactores de 985 megavatios para la nueva planta de Lingao en la provincia de Guangdong.
La financiación también permitió incorporar dos reactores canadienses de 700 megavatios a la planta de energía de Qinshan, que será construida en la provincia de Zhejiang.
En otras palabras, los planes de energía nuclear china se retrasan cuando la condición esencial de la financiación extranjera no está asegurada, como es el caso con el proyecto ruso. Las autoridades de Moscú ya no demuestran tanto entusiasmo con el negocio e intentan elevar el precio.
En 1995, el gobierno ruso señaló que otorgaría un préstamo de 2.000 millones de dólares, por un plazo de 15 años, con una tasa de interés cercana al cuatro por ciento para entregar los dos reactores.
Los beneficios para Beijing eran evidentes ya que los prestamistas independientes de proyectos de energía pretenden, por lo habitual, obtener ganancias en torno al 15 o 20 por ciento de su inversión.
Además, las unidades nucleares ofrecidas tenían un precio de entre 1.500 y 2.000 millones de dólares cada una en el mercado mundial, según las autoridades rusas.
Ahora, ambas partes negocian un nuevo paquete financiero de 3.000 millones de dólares. Los representantes rusos afirman que el nuevo precio se debió a la intención de la parte china de renegociar parte del crédito para pagarlo con productos.
Pero lo que pueden ofrecer los chinos son "artículos de consumo de baja calidad", aseguró un funcionario ruso. "Esto habría funcionado a principios de la década, pero no ahora cuando el mercado ruso está saturado de bienes de consumo de Japón, Corea del Sur y Estados Unidos". (FIN/IPS/tra-en/ab/js/aq/en-if/97