BRASIL: Informática en busca del tiempo perdido

La exportación de programas de computación empieza a ganar importancia en Brasil, luego de cuatro años de esfuerzos por superar el rezago que provoca el aislamiento del país en materia informática.

Hasta 1992 el mercado nacional de computadoras era protegido en su totalidad, con la importación de numerosos productos simplemente prohibida.

La estrategia era desarrollar una industria propia, en el marco de la política de sustitución de importaciones, lo que suponía énfasis en "hardware" (equipos).

Desde 1993 un programa de promoción procura hacer de Brasil en el 2000 un gran exportador de "software" (programas), invirtiendo la prioridad. Al principio, se hablaba de exportar 2.000 millones de dólares anuales, pero se reconoció la inviabilidad de esta previsión.

La meta es exportar 50 millones de dólares en 1998, cuando las ventas fueron de 15 millones en 1996. Eso parece muy poco ante las perspectivas abiertas por muchas empresas, como las 30 que participaron en noviembre en la mayor feria mundial de informática, la COMDEX Fall, en Las Vegas, Estados Unidos.

"Habrá buenas sorpresas en 1998, porque muchos proyectos están en maduración", advirtió Claudia Pavani, superintendente de la Riosoft, uno de los 20 nucleos distribuídos por Brasil que congregan unas 800 empresas volcadas a la producción de software para exportación.

Su optimismo se basa en ocho empresas que lograron buenos contratos en el exterior, especialmente en Estados Unidos para cosechar a partir del próximo año.

Una de ellas, Módulo, espera obtener fuera del país la mitad de su facturación prevista en unos 15 millones de dólares en 1998, según uno de sus dueños, Alberto Bastos. Hasta ahora las exportaciones de sus programas de seguridad de informaciones eran insignificantes.

Otras empresas, como Aitech, que desarrolla software para Internet, tambin esperan multiplicar sus ingresos a partir del próximo año, gracias a la exportación.

Además, el movimiento pasa a contar con apoyo financiero para actuar en el exterior. El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social acaba de crear una línea de crédito que permitirá a los exportadores obtener un préstamo favorecido de entre 180.000 y 1,8 millones de dólares.

Organos oficiales de fomento tecnológico también ofrecieron una financiación subsidiada de 585.000 dólares a 40 de esas firmas. Como se trata en su mayoría de pequeñas empresas, la suma es importante.

Todo eso es fruto del proyecto Softex 2000, impulsado desde 1993 por el área tecnológica del gobierno, con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con la intención de multiplicar las empresas productoras y exportadoras de software.

A partir de comienzos de 1997, el movimiento pasó a la gestión del propio sector privado, bajo coordinación de la Sociedad Brasileña para la Promoción de la Exportación de Software, sin fines de lucro y que mantiene la marca Softex.

En Brasil hay unas 10.000 empresas de software, pero casi todas se dedican a la prestación de servicios, como consultoría o mantenimiento, estimó Pavani. Las que evolucionaron hacia el desarrollo de programas cuentan con estímulos para conquistar el mercado externo.

Está claro hoy que la nueva opción por el software responde a una vocación natural de Brasil y a la posibilidad de conquistar nichos del mercado en esa área, contrastando con la inviabilidad de competir con los países y empresas que dominan la fabricación de bienes de informática y electrónica.

La creatividad es un factor decisivo en el desarrollo de programas de computación. Y esa es una ventaja brasileña sobre sociedades muy organizadas y disciplinadas. La inflación alta y prolongada, por ejemplo, permitió a Brasil sacar ventaja en la creación de programas para bancarios.

Pero el cambio de estrategia se retardó, porque el dilema visible por mucho tiempo fue entre el nacionalismo y la entrega del mercado patrio, alentado por las presiones estadounidenses contra el proteccionismo, con permanentes amenazas de represalias comerciales.

Era difícil, además, prever hace diez años el peso que tiene el software en el mundo de hoy. Pero India hizo la opción en 1984, reconoció el presidente de Softex, Kival Chaves Weber.

Brasil prolongó al máximo la política de sustitución de importaciones, sin excluir la informática. Con computadoras de tecnología rezagada, mucho más caras que las producidas en el exterior, se retrasó tambié el desarrollo de software, así como la entrada y expansión de Internet en el país.

Correr contra el tiempo perdido es el reto. La meta actual de Softex es hacer de Brasil uno de los cinco mayores productores y exportadores de software, en un plazo de entre una y tres décadas. (FIN/IPS/mo/mj/if cr/97

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