BRASIL: Cientos de suicidios de indígenas por acorralamiento

El "acorralamiento" en tierras insuficientes sin condiciones adecuadas es la causa de los numerosos suicidios entre indígenas guaraníes y kaiovás, en el centro-oeste de Brasil, según especialistas.

Esa tesis, planteada por expertos del grupo no gubernamental católico Consejo Indigenista Misionero (CIMI), procura explicar por qué se registraron 244 suicidios en ese grupo indígena entre 1986 y el 31 de octubre de este año, la mayoría cometida por varones menores de 25 años.

El fenómeno constituye un misterio para el que no valen explicaciones simplistas y su divulgación merece un tratamiento delicado, replicó el antropólogo Rubem de Almeida, que vivió un tiempo entre los guaraníes y también estudia el problema.

Los suicidios entre indígenas ocurren en otras partes del mundo e incluso en países como Canadá, Noruega y Nueva Zelanda, que aseguran amplios territorios y la mejor atención a sus pueblos autóctonos, argumentó Almeida.

El problema es tan "complejo, grave y mundial" que dio origen a una Conferencia de Prevención de Suicidios entre Indígenas, agregó el antropólogo. La octava edición anual se celebró entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre en Thunderbay, Canadá.

En esta ocasión participaron en la conferencia unas 300 personas, de las cuales un tercio eran indígenas que brindaron su testimonio a médicos, sicólogos y funcionarios públicos encargados de la asistencia a esas poblaciones.

La difusión sensacionalista de suicidios por parte de la prensa fue motivo de críticas en la conferencia. Una "mayor repercusión provoca más muertes", según Almeida. Por eso en algunos países europeos se prohibe la divulgación de los csos de suicidios, en especial los de jóvenes, recordó el experto.

Un ejemplo fue la noticia difundida el lunes 29 por el influyente diario Jornal do Brasil, de Rio de Janeiro, según la cual desde noviembre se registraron 14 suicidios entre los indígenas del centro-oeste brasileño, que se sumaron a los 13 ocurridos entre enero y octubre de este año.

Pero esas cifras fueron desmentidas por Olivio Mangolim, uno de los autores de "Por qué los guaraníes y kaiovás se suicidan", libro que sirvió de fuente para el reportaje de Jornal do Brasil. "Solo tenemos seguridad de cuatro casos en noviembre y diciembre", dijo a IPS.

La prensa y algunas autoridades brasileñas han sospechado en los últimos tiempos que algunas muertes fueron en realidad homicidios, tesis que permite muchas especulaciones así como aumenta la venta de diarios, pero "en nada altera la cuestión", sostuvo Almeida.

Mangolim, graduado en filosofía y teología que hace once años trabaja en el CIMI en Mato Groso del Sur, estado que sufre este fenmeno, no tiene dudas de que "la falta de espacio físico y de perspectivas de vida" constituyen la causa los suicidios .

Las 1,6 hectáreas por persona de que disponen en promedio los 24.600 guaraníes y kaiovás es insuficiente para la sobrevivencia. Por eso, cerca de 4.000 viven fuera de las aldeas, marginados en los barrios de ciudades vecinas, agregó.

Pero en la evaluación de Mangolim, compartida por sus colegas del CIMI, "cualquier tierra no será solución", pues los indígenas necesitan recuperar "el territorio donde vivieron sus ancestros y de donde fueron expulsados".

Logrado ese "punto de partida", habrá que restablecer "el modo de vida guaraní y kaiová", con la reforestación de sus tierras tradicionales, devastadas para convertirlas en pastizales y áreas agrícolas, con "reaglutinamiento de las familias" dispersas y la implantación de nuevas políticas de desarrollo.

La seguridad de los militantes del CIMI se basa en un análisis de las estadísticas que hace doce años esta organización católica registra y divulga sobre los suicidios entre guaraníes y kaiovás de Mato Groso del Sur, cuya población se estima en 24.600 personas.

De los 244 casos registrados desde 1986, 105 (43 por ciento del total) ocurrieron en la aldea de Dourados, donde la insuficiencia de tierras y las invasiones de campesinos y otros indígenas, los terenas, es más grave.

El mismo Almeida reconoce allí un "problema específico" de exceso de población, debido a una política oficial anterior que consistía en concentrar en aquel territorio indígenas de otras aldeas.

En otras tres áreas "superpobladas" se concentraron otros 113 casos (46,3 por ciento). En contraste, las comunidades que lograron "recobrar" sus áreas tradicionales a través de medios legales o por presiones que incluyeron la invasin dejaron de sufrir suicidios en los últimos años.

Se registró también un aumento de suicidios en los últimos meses del año, cuando concluye la cosecha de caña de azúcar que por cerca de seis meses ocupa a unos 4.500 indígenas de áreas aledañas, la mayoría guaraníes y kaiovás, según Mangolim.

Cuando esos trabajadores regresan a la aldea con dinero, hay "una convulsión interna", explicó Almeida. Las fiestas, las borracheras y la violencia se multiplican.

Además, estallan muchos conflictos familiares, porque "las mujeres no aceptan la ausencia de los maridos por más de 25 o 30 días", dijo Mangolim.

La dependencia de los ingresos obtenidos en el corte de caña es parte del "acorralamiento" que provoca los suicidios, según la evaluación del CIMI.

En 1995 hubo 56 suicidios, una marca que no se reiteró y que coincidió con una fuerte desocupación. En aquel año, las centrales azucareras apenas emplearon a 3.500 indígenas, menos de la mitad que en años anteriores. "Con más gente en las aldeas, el espacio se hace más insuficiente", concluyó Mangolim. (FIN/IPS/mo/mj/pr/97

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