Bangladesh figura en el cuarto puesto de una nueva encuesta mundial de corrupción elaborada por la organización Transparencia Internacional, después de Nigeria, Bolivia y Colombia.
El pueblo de Bangladesh no siente confianza hacia el gobierno, la policía, el sistema judicial o la prensa, aseguró el informe de la organización contra la corrupción con sede en Berlín, Alemania.
El informe sostiene que "en toda sociedad civilizada, los dos factores más importantes para determinar la calidad de vida son la protección de la vida y la propiedad y el ejercicio de la justicia. Ambos están ausentes en Bangladesh".
La investigación revela que 96,3 por ciento de los hogares encuestados creen que es imposible conseguir ayuda de la policía sin dinero o contactos de por medio, mientras 63,3 por ciento de las familias de zonas rurales pagan sobornos a funcionarios judiciales.
La prensa tampoco queda librada de la desconfianza popular. Casi 83 por ciento de los encuestados creen que los diarios carecen de ética y son parciales.
A la pregunta de por qué la corrupción está tan extendida, los encuestados respondieron que la gente tiene un deseo excesivo de enriquecerse rápidamente y no se siente limitada por escrúpulos morales.
La falta de responsabilidad y los salarios insuficientes son factores importantes que contribuyen con altos niveles de corrupción, señaló el informe.
Todos parecen estar en la carrera para conseguir compensaciones ilegales, aunque las escalas puedan diferir. Altos jerarcas de gobierno y empresarios recurren a la corrupción para permanecer en la clase adinerada, y empleados de menor rango y comerciantes pequeños son corruptos para sobrevivir.
Una conferencia sobre "Política y Corrupción" realizada este mes en la capital de Bangladesh analizó el papel protagónico que tienen los políticos en el problema.
Los participantes hablaron sobre las buenas intenciones profesadas por los políticos y partidos que acceden al gobierno, luego desechadas una vez que consolidan su poder.
La corrupción en Bangladesh comenzó después de la independencia en 1971 tras una cruenta guerra civil. Burócratas directores de las industrias nacionalizadas amasaron enormes fortunas a la sombra de Mujibur Rahman, el líder independentista.
Después de los cambios políticos de 1975, los sucesivos gobiernos se superaron entre sí en materia de corrupción política.
El editor de la publicación Bhorer Khagoz, Motiur Rahman, señaló que, aunque el fallecido presidente Ziaur Rahman no acumuló dinero con fines personales, su gobierno "malversó" fondos con "absoluta impunidad".
Así mismo, Hussain Muhammed Ershad, general del ejército quien accediera al poder tras derrocar a un gobierno civil, declaró la guerra santa contra la corrupción.
Pero la corrupción llegó a nuevas alturas durante su gobierno de casi una década. La esposa de Ershad, Roshan Ershad, era conocida como la "señora 10 por ciento" por el dinero que recibía por cada negocio del Estado.
Ershad fue derrocado por un movimiento democrático, acusado de 20 casos de corrupción, y encarcelado entre 1991 y 1996.
El legado de la corrupción tiene profundas raíces en Bangladesh. Un reciente informe del Banco Central de Bangladesh reveló que unos 20 de los principales empresarios del país le deben a los bancos al menos 2.500 millones de dólares.
El Banco Mundial expresó su preocupación por el alcance de la corrupción en el gobierno y solicitó el recorte del gasto excesivo. Pero los participantes de la conferencia advirtieron que las palabras no bastan para sanear el sistema.
Se debe responsabilizar más a los empleados públicos y políticos por sus acciones, arguyeron algunos participantes, quienes subrayaron la necesidad de que haya mayor transparencia en el gobierno.
Líderes políticos y empleados públicos de alto rango deben declarar sus bienes personales y un sistema judicial fuerte e independiente debe instituirse para disuadir a los corruptos, propusieron los conferencistas.
"Si la corrupción continúa, existe el temor de que el pueblo se aleje paulatinamente del gobierno o se vuelva descreído hacia el poder", señaló un editorial del diario Financial Express. (FIN/IPS/tra-en/ti/an/aq-lp/ip/97