Rezia Begum se suicidó cuando los "mullahs" (clérigos musulmanes) de Bangladesh insistieron que la mujer desposara a otro hombre antes de casarse de nuevo con quien fuera su marido durante 18 años.
Todo comenzó hace unos meses cuando, tras una pequeña disputa doméstica y en un arranque de ira, el esposo de Rezia pronunció la palabra "talaq" (me divorcio de ti) tres veces poniendo fin de manera instantánea a lo que había sido un feliz matrimonio.
Para cuando el esposo de Rezia, campesino del distrito de Dinajpur Occidental, se dio cuenta de la magnitud de su acción, ya era demasiado tarde para pedir perdón. Los clérigos se habían encargado de la situación.
Con el apoyo de ciudadanos influyentes, los clérigos emitieron una "fatwa" (decreto religioso) que prohibió el "hillaq" o nuevo casamiento entre Rezia y su esposo hasta que la mujer se sometiera a un matrimonio por compromiso con otro hombre por un período mínimo de tres meses.
Aunque la ley de Bangladesh prohíbe las costumbres islámicas del talaq o divorcio oral y el casamiento hillah, ambas siguen ejerciéndose como parte de la represión de las mujeres en nombre de la religión.
El hillah establece que el esposo no puede casarse de nuevo o reconciliarse con su esposa divorciada a menos que esta despose antes a otro hombre. La norma se aplica incluso si el marido disuelve verbalmente el matrimonio, obedeciendo a un impulso repentino, e inmediatamente se retracta de sus palabras.
Si Rezia se hubiera casado con otro hombre podría, después de tres meses, haber obtenido el divorcio y luego haberse desposado de nuevo con su primer esposo. Pero la mujer prefirió morir envenenada.
El caso no es para nada aislado aunque no todas las mujeres a las que se les niega el segundo matrimonio con sus esposos recurren al extremo del suicidio. Muchas prefieren la soledad, aunque la Ley Familiar Musulmana de 1961 permite el nuevo casamiento sin la práctica del hillah.
Además, la Ley de Matrimonios y Divorcios de 1974 declaró ilegal la práctica del divorcio oral y ordenó el registro de matrimonios y divorcios. La norma estipula que si un hombre quiere divorciarse de su esposa, deberá informárselo por escrito al principal funcionario de gobierno local.
La Ley ataca al hillah al reconocer el divorcio sólo si la reconciliación no se realiza dentro de 90 días después de presentada la solicitud de la disolución de matrimonio.
Sin embargo, tanto el hillah como el talaq siguen provocando numerosos divorcios con el respaldo de los clérigos.
Al menos 27 familias de la zona de Panchagar, en el distrito de Dinajpur, sufren el ostracismo de los clérigos por desafiar las opresivas reglas del hillah.
El islam no alienta el talaq pero su práctica es común en Bangladesh, donde los musulmanes representan 90 por ciento de los 120 millones de habitantes. El líder religioso de la Mezquita Nacional de Baitul Mukarram, en Dacca, declaró que "el acto permitido más detestable es el divorcio".
Cabe suponer que las esposas son las que más sufren por los divorcios realizados en el país cada año, estimados entre 50.000 y 70.000. Las normas islámicas las privan de ayuda económica de parte de sus cónyuges.
Maleka Begum, activista por los derechos de las mujeres, se lamentó de que, hasta el momento, el movimiento contra las fatwas no ayudó a las mujeres de zonas rurales a proteger su dignidad y honor.
"Nuestro parlamento, administración y representantes públicos no acabaron con la opresión de las mujeres", afirmó.
Begum acusó a los principales partidos políticos de indiferencia y de mantener silencio frente a la represión que se comete contra las mujeres. "Nosotros cargamos con parte de la culpa porque las actividades de los derechos de las mujeres tienen una base urbana".
Maleka expresó su asombro porque algunos funcionarios y abogados respaldaron abiertamente la posición de los clérigos y grupos de intereses creados en zonas rurales para su beneficio personal.
La discriminación contra las niñas comienza a partir de su nacimiento en Bangladesh. Las familias musulmanas sólo celebran el nacimiento de los niños, no el de sus hijas.
La desatención continúa en la infancia. Una investigación de UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) reveló que las niñas consumen 20 por ciento menos calorías que los niños.
Las niñas entre uno y cuatro años de edad reciben 12 por ciento menos proteínas que los niños de su edad.
Las mujeres también sufren discriminación relacionada con sus derechos a la propiedad familiar, pensión alimenticia y custodia de los hijos. Las hermanas sólo tienen derecho a la mitad de los bienes que heredarán sus hermanos.
"Cuando la madre lucha en la corte por la custodia de su hijo, puede ser embarazoso porque tiene que comprobar que la merece", explicó Kushi Kabir, de Nijera Kari, organización de mujeres.
Kushi se encuentra entre las activistas que exigen un código de familia uniforme, sin distinción de religiones o géneros, para asegurar la igualdad de las mujeres dentro de la familia. (FIN/IPS/tra-en/ti/rdr/an/aq-lp/hd-pr/97