Los líderes de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) se reunieron en Malasia para averiguar por qué el "milagro" de sus economías se redujo a escombros a causa de las rutinarias fluctuaciones del mercado.
ASEAN está integrada por Brunei, Malasia, Tailandia, Indonesia, Singapur, Filipinas, Vietnam, Laos y Birmania.
Algunos responsabilizaron a especuladores monetarios incontrolables por su actual situación, una línea criticada por los propulsores del mercado en Occidente.
Pero muchos analistas experimentados se acercan a la idea de que una intervención estatal selectiva y una mano más firme sobre los movimientos del capital mundial podría ser una mejor opción que permitir que un mercado descontrolado proceda según le plazca.
Toru Shinotsuka, vicepresidente del Fondo de Cooperación en el Exterior de Japón (OECF), cita el paradigma de desarrollo de los "gansos voladores", a menudo utilizado para explicar el éxito económico del sudeste asiático.
Según este enfoque, formulado a fines de los años 30, el desarrollo industrial comienza con una concentración de industrias de trabajo intensivo como textiles, luego pasa a actividades más demandantes como la química, y finalmente al acero, la industria automotriz y más allá.
La escala de cada industria alcanza un pico, antes de desaparecer gradualmente a medida que son cada vez menos competitivas contra rivales en otros sitios. Estas etapas sucesivas son descritas como curvas en forma de V invertida, como una bandada de gansos volando.
Shinotsuka, ex economista jefe del Instituto de Investigación de Asistencia al Desarrollo de OECF, alegó que una razón para la actual crisis financiera en el sudeste de Asia es el fracaso de la región para desarrollar industrias de respaldo de su sector exportador.
Hasta ahora, lanzaron industrias orientadas a la exportación de bienes de escaso valor agregado, lo cual significa que las compañías deben importar bienes intermedios que luego son montados localmente, destacó.
Sin esta segunda fila de gansos voladores, los costos de producción de los bienes intermedios implican que la ganancia es baja, concluyó.
Aunque el sudeste de Asia es considerado un paraíso del libre mercado, muchos economistas señalan que la intervención del Estado jugó un fuerte papel en el desarrollo de la región.
El economista del desarrollo británico Robert Wade afirma que la superioridad de la actividad económica del sudeste de Asia se debe a una combinación de altos niveles de inversión productiva y la transformación de técnicas nuevas en producción real.
Otros factores, según Wade, son una mayor inversión en ciertas áreas clave que la que hubiera tenido lugar sin intervención del gobierno, y la exposición de muchas industrias a la competencia internacional, en los mercados externos si no a nivel doméstico.
Shinotsuka está de acuerdo, y destaca que ahora sería tiempo de una segunda ola de intervención del gobierno en el Sudeste de Asia, para promover pequeñas y medianas industrias manufactureras. Japón ya lanzó una ola de inversión de este tipo en su territorio.
Chris Edwards, experto en el sudeste asiático de la Universidad de East Anglia, en Gran Bretaña, dijo que la crisis monetaria asiática permite la intervención del Estados en los mercados financieros.
"La principal lección de la crisis es que el control del sector financiero necesita ser mucho mayor. Puede tener consecuencias serias sólo si se permite que escape el control, si hay mucho proteccionismo, si las tasas de interés son muy altas o si hay una serie de colapsos de bancos", sostuvo.
Edwards respalda la idea de un impuesto a las transacciones "en el lugar" en el mercado monetario internacional, con el fin de desalentar la especulación de corto plazo y eliminar la tendencia paralela a la volatilidad.
La idea, con la sugerencia agregada de que lo recaudado se destine al desarrollo social y ambiental, se conoce como el "impuesto Tobin", con el nombre de su creador, el premio Nobel James Tobin.
Según una encuesta del Banco de Liquidaciones Internacionales, la ganancia total de un sólo día de comercio monetario en abril de 1992 totalizó 880.000 millones de dólares, más de tres veces el producto interno bruto (PIB) de toda Africa subsahariana.
Computada sobre una base anual (240 días laborables), esta suma se traduce en unos 211 billones de dólares, 10 veces el PIB mundial en 1992. Durante una subsiguiente encuesta en abril de 1995, la ganancia mundial se infló a 1,2 billones de dólares.
Los economistas alegan que sin una vigilancia del movimiento de la moneda, economías como la del sudeste asiático no tienen esperanzas ante una repatriación de divisas a gran escala.
Edwards agrega que el "sector financiero (en el sudeste asiático) es demasiado poderoso y domina al resto de la economía".
Fumiaki Takahashi, subdirector general de la Oficina de Cooperación Económica en la cancillería de Japón, está de acuerdo sobre la necesidad de diversificar y fortalecer la base manufacturera en los países del sudeste asiático, diciendo que "fundamentalmente son economías sólidas, pero se necesita cierta reestructuración". (FIN/IPS/tra-en/dds/mom/rj/lp/if/97