La derrota del oficialismo de Argentina en las elecciones de octubre cobrará cuerpo el miércoles en el Congreso, cuando asuman los nuevos legisladores electos: el partido gobernante baja de 131 a 119 diputados y la Alianza de oposición sube de 91 a 106.
Desde ese día, el gobernante Partido Justicialista no contará con mayoría propia en la Cámara de Diputados. Del total de 257 legisladores, el oficialismo tendrá 119, la Alianza 106 y los demás partidos 32, no todos potenciales aliados del gobierno.
Entre las nuevas figuras que ingresan a la cámara está la senadora Graciela Fernández Meijide, que será diputada de la Alianza y ostentará el cargo de segunda vicepresidenta del cuerpo, un puesto jerárquico dentro del Congreso que nunca había sido ocupado por una mujer.
También llega la esposa del gobernador bonaerense Eduardo Duhalde, Hilda González, derrotada por Fernández Meijide en la provincia de Buenos Aires. González encabeza un millonario programa asistencialista y no se descarta que una vez en el Congreso renuncie a la banca.
Otro que logró ingresar a la Cámara de Diputados como opositor es el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, que se postuló como candidato a legislador por un nuevo partido, Acción para la República, y consiguió el tercer puesto en los comicios del 26 de octubre.
Pero la gran expectativa surge del nuevo polo opositor que logró derrotar al oficialismo por primera vez en 10 años. La Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación nació en agosto de la fusión entre la Unión Cívica Radical y el centroizquierdista Frente País Solidario.
Los legisladores de ambos partidos -aún los que provienen de distritos donde no hubo unión- intentarán trabajar unidos en el Congreso, con la idea de construir un proyecto alternativo al gobierno del presidente Carlos Menem, que termina su segundo mandato en 1999.
Desde que Menem asumió por primera vez en 1989, el gobierno ganó todos los comicios legislativos y contó siempre con mayoría propia en el Congreso, un fenómeno que le permitió impulsar numerosos proyectos, fundamentalmente en el área económica.
Cuando el Poder Ejecutivo no lograba que su bloque apoyara sus iniciativas con la celeridad requerida, Menem apelaba a los decretos de necesidad y urgencia. Hasta su llegada al gobierno en 1989, ese recurso sólo se había sido usado 25 veces. Menem lo usó más de 300.
Con la reforma constitucional que permitió su reelección en 1995 se limitaron las atribuciones del presidente para firmar decretos, un hecho que comenzó a restringir los moviemientos del Ejecutivo. Ahora, con un Congreso adverso, los límites son aún mayores.
Por esa razón, en las últimas semanas el oficialismo corrió contra el reloj para aprobar asuntos claves para su administración como la reforma laboral que flexibiliza las normas de contratación y la creación de nuevas instituciones jurídicas con el sesgo del partido gobernante.
Este lunes, el economista Juan Alemann consideró que el presidente "debe recuperar el ritmo" de las decisiones económicas. Alemann recordó que en 1989 Menem reunía a sus legisladores y los convencía de apoyar las reformas. "Tiene que volver a hacerlo", advirtió.
Con la asunción de los nuevos diputados se inicia la cuenta regresiva del gobierno de Menem, que deberá atravesar los dos últimos años con un Congreso opositor.
Al mismo tiempo, el miércoles se inaugura una etapa en la cual una nueva oposición intentará construir un polo de poder capaz de llegar al gobierno en las próximas elecciones presidenciales. (FIN/IPS/mv/dg/ip/97)