En los últimos años, Argentina se dio una serie de leyes para flexibilizar el empleo. La receta, que ahora se intenta profundizar, sólo consiguió precarizar las condiciones de trabajo y abaratar los costos del trabajo, pero no sirvió para combatir la desocupación.
Desde que se puso en marcha el programa de convertibilidad, que logró estabilizar la economía en 1991, la tasa de desocupación creció de seis a 18,4 por ciento. En 1996 comenzó a declinar y hoy se ubica en 16,4 por ciento, una baja que se explica por el incremento de "contratados".
"El 80 por ciento de los nuevos empleos que se crearon en los dos últimos años, provienen de los contratos promovidos", explicó un empresario siderúrgico defendiendo la flexibilización de hecho. Aludió así a lo que, sin eufemismos, los sindicatos llaman "contratos basura".
La categoría del contratado está contemplada en una de las normas de la ley de empleo. El empleador puede contratar por dos años -sin otro costo que el salario- a un ex combatiente de la guerra de Malvinas, a un discapacitado, a una persona de más de 40 años, o a una mujer.
En diálogo con IPS, la abogada laboralista Beatriz Fontana reveló que muchos empresarios le envían las currículas de los candidatos para un puesto, a fin de que ella les recomiende bajo qué contrato flexible les conviene emplearlos para una mayor competitividad de su compañía.
"Si son mujeres, no importa si están en edad de procrear o que sean las mejores profesionales, la recomendación es que las contraten dentro de esta modalidad por dos años, para ahorrarse impuestos de previsión social, licencias médicas e indemnizaciones por despidos", remarcó.
El caso es sólo un ejemplo de una realidad laboral que no sólo cambió la vida al que se quedó sin empleo, sino también al que trabaja pero ya no goza de la estabilidad que tenía hace unos años, un hecho que le impide a su vez proyectar su propia vida y la de su familia.
Según una encuesta de la Sociedad de Estudios Laborales, 36 por ciento de las personas consultadas -la mayoría- prevé que su situación laboral "será peor" que la actual dentro de un año.
El gobierno y los empresarios de Argentina aseguran que la única forma de crear nuevos puestos de trabajo y avanzar sobre la desocupación es con la aprobación de leyes de flexibilización laboral.
En el acta de acuerdo para un nuevo crédito de facilidades extendidas, el Fondo Monetario Internacional exigió al gobierno argentino tener aprobada la reforma laboral antes de julio de 1998.
Pero tanto la oposición política como los sindicatos, resisten la ofensiva. Los gremialistas aceptan negociar pero exigen condiciones.
A juicio de la Alianza, la principal oposición al gobierno, la flexibilización sólo contribuye a "precarizar el empleo". Los dirigentes sostuvieron ante los empresarios que no convalidarán la idea, aunque en sus proyectos aceptan discutir cambios en las formas de contratación.
Los sindicatos están divididos. La Confederación General del Trabajo, de tendencia peronista, negocia con el gobierno. Aceptaría más rebajas en las indemnizaciones pero se mantiene firme en la negativa a descentralizar las negociaciones priorizando el nivel de empresa al de los gremios.
Los líderes de la central piden la derogación de los "contratos basura" y aceptarían que las indemnizaciones surgan de un fondo de desempleo al cuál debería aportar mensualmente el empleador. Ese mismo fondo reemplazará al actual seguro de desempleo.
La Central de Trabajadores Argentinos en cambio -donde trabaja Fontana como investigadora- considera que la flexibilización no da resultados ni los dará, porque el problema no son las leyes sino el patrón productivo, que requiere de costos laborales muy bajos.
Ese patrón es el de una economía que exporta básicamente productos primarios, como es el caso de Argentina.
Según la investigación de Fontana, la flexibilización laboral ya se aplica y no da los resultados esperados en materia de aumento del empleo. Sí se bserva que crece la precarización del trabajo.
Desde 1989 mediante normas, decretos y leyes, se autorizó la contratación temporaria, se limitaron los montos de indemnizaciones, se redujeron los aportes del empleador a la seguridad social y se reformó la ley de accidentes de trabajo para evitar contingencias onerosas.
Al mismo tiempo en que se modificaron las leyes de empleo, numerosos sindicatos aceptaron negociar sus convenios y, forzados por la presión de sus empleadores y la amenaza de perder el puesto, los distintos sectores cedieron en derechos considerados elementales hace algunos años.
Permitieron que se les fraccione vacaciones, que se aumente el tiempo de contrato a prueba hasta seis meses, que se les extienda la jornada por encima de ocho horas diarias sin pago por horas extras o que se les pague en cuotas el sueldo anual complementario exigido por ley – aguinaldo-.
Fontana reveló que también la jurisprudencia comenzó a modificarse en perjuicio de los derechos del trabajador. Hasta los años ochenta, la tradición de los fallos indicaba que en la duda se debía proteger al trabajador, pero la tendencia ahora es al revés.
"Todas las medidas que se aplicaron desde 1987, e incluso la tasa alta de desocupación que actúa como un flexibilizador de hecho del mercado laboral, no consiguieron ni combatir el desempleo ni favorecer la competitividad requerida por los empresarios", aseguró la experta.
"Las leyes laborales no van a solucionar el problema del desempleo, porque el desempleo es un asunto de política económica y no de leyes", añadió la abogada, en momentos en que el gobierno y los empresarios insisten en "profundizar" la flexibilización.
Para Fontana, en lugar de flexibilizar, el gobierno debería fomentar políticas activas para el desarrollo de una industria que requiera la contratación de personal estable, capacitado permanentemente y con incentivos salariales.
"En Argentina, la desocupación no llegó como consecuencia de la incorporación de teconología sino de la destrucción de puestos de trabajo provocada por la apertura económica que obligó a numerosas empresas pequeñas y medianas a cerrar sus puertas", señaló.
La abogada aseguró que la falta de empleo sólo podrá así revertirse si se modifica el patrón productivo, dándose prioridad al desarrollo de sectores que incorporen trabajadores y produzcan para el mercado mundial.
Pero por el momento el debate sólo gira en torno de sí o no a la flexibilización laboral para combatir el desempleo. (FIN/IPS/mv/dg/if-pr-lb/97)